NOS VISITARÁ EL SOL QUE NACE DE LO ALTO (Lc 1,78)
Con estas palabras de Zacarías, el padre de san Juan Bautista, nos dirigimos a
todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, para invitarlos a abrir los corazones
a Jesucristo en esta Navidad.
En efecto, la llegada del Señor a la vida personal,
familiar y de cada pueblo, se experimenta como la visita del Sol, que ilumina todas
las circunstancias, también las difíciles y angustiosas, porque nos ofrece el
consuelo, la fortaleza, la sabiduría del Espíritu Santo y la serena alegría de Aquel
que nos ama, nos acompaña y nos sostiene siempre en nuestro camino. Dios viene
a nosotros en Su Hijo Jesús para liberarnos del pecado, del poder de la muerte, de
la tristeza de vivir sin Amor. Cuando Cristo entra en nosotros, nuestra vida se
renueva, se sanan las heridas, redescubrimos el gozo de ser hijos de Dios y
hermanos unos de otros, mientras se enciende la esperanza de un mundo mejor.
El sol ilumina y también calienta. Hay momentos de la existencia en que sentimos
apatía, desánimo, incluso como si se hubiera enfriado nuestra relación con Dios,
con la familia, con los vecinos y los amigos. Estos días en los que celebramos el
Nacimiento del Redentor se nos ofrece una ocasión maravillosa para volver a
encender en el corazón la llama de la fe, que se vigoriza cuando nos acercamos a
Cristo a través de la oración, la meditación de la Palabra de Dios, las celebraciones
en nuestros templos y el servicio caritativo a los hermanos.
El pasado 15 abril, los Obispos de Cuba les dirigimos una invitación a la oración, a
rezar por este pueblo nuestro al final de todas las misas, en la Adoración del
Santísimo, a nivel personal y comunitario. Renovamos ahora ese llamado, siendo
conscientes de que la oración tiene el poder de transformar los corazones, las
realidades de muerte, y volvernos a Dios. Perseveremos en la oración por Cuba, no
dejemos de hacerlo por nada. La oración es el servicio propio y más eficaz que la
Iglesia puede ofrecer a nuestro pueblo, junto a todas las iniciativas caritativas y
solidarias que generan esperanza, en medio de las dificultades que afrontamos.
Este año la Navidad tiene una connotación singular, porque se inaugura en toda la
Iglesia un Año Jubilar o Año Santo. Cada 25 años, los católicos celebramos un
tiempo especial para experimentar con más fuerza el poder de la Misericordia de
Dios, que nos acoge y perdona, invitándonos a acoger y perdonar a todos, como el
mismo Señor hace con nosotros. El Papa Francisco nos convoca a vivir este Jubileo
con el lema: “Peregrinos de Esperanza”.
Todo ser humano espera. En nuestros corazones hay un anhelo profundo de amor
y paz, de perdón y reconciliación, de verdad y justicia, de libertad y prosperidad.
Para colmar esos deseos, la Iglesia, también en Cuba, invita a todos los hombres a
dejarse encontrar por Jesucristo, “nuestra esperanza”. (1 Tim 1,1) y a trabajar juntos
buscando el bien de todos, construyendo así una Nación donde todos vivamos
como hermanos.
Ya cercana la Navidad, como pastores del pueblo de Dios, queremos hacer llegar a
las familias cubanas un mensaje de cercanía y aliento antes las difíciles realidades
que, demasiadas de ellas, tienen que afrontar cada día.
Que la Virgen Santa y su esposo san José, que nos entregaron al Niño Dios en la
primera Navidad de la historia, nos ayuden a vivir auténticamente estos días
santos, para que todas las situaciones de oscuridad y tinieblas que pesan sobre este
pueblo nuestro y la humanidad toda, se abran a la esperanza que brota, porque
“nos visitará el Sol que nace de lo Alto”.
¡Feliz Navidad, sí, feliz Navidad! porque nace Dios para todos.-
Los Obispos Católicos de Cuba
La Habana, 18 de diciembre de 2024
Festividad de Nuestra Señora de la Esperanza