La devoción mariana en Puerto Rico
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
La fe católica en el continente americano ha estado desde los inicios, ligada a la intercesión de María Santísima en su preocupación por los más pobres y necesitados. Recordemos la escena de las bodas de Caná, es María la que urge a su Hijo que actúe. El milagro guadalupano marca un hito importante en la implantación del cristianismo en el continente americano. Al hacer un recorrido por las principales advocaciones latinoamericanas nos encontramos con el mismo fenómeno: María actúa de la mano de gente sencilla y sin nombre. Fueron ellos y ellas, las que forzaron que creciera la fe en el pueblo de manera creciente y profunda. Los santuarios marianos están ligados a favores y milagros, a lágrimas y sacrificios de la gente que acude a sentir la mano tierna y amorosa de la Madre de Jesús.
Puerto Rico ha sido en noviembre 2024 la sede del Congreso Americano Misionero, CAM6, en Ponce, con la participación de más de 1.300 misioneros de 42 países, a los que hay que agregar los mil voluntarios de la isla, con la generosidad de dar lo que tienen, con la hospitalidad boricua, desbordante de alegría, que nos hizo sentir a todos como en casa porque fuimos huéspedes, mejor, hermanos recibidos en los hogares de ellos. Como María, presurosa en acompañar a su prima Isabel. Así ha sido el comportamiento de losa bautizados puertorriqueños, dándonos a conocer sus mejores tradiciones y devociones sembradas a lo largo de los siglos y presentes con vigor en la actualidad.
Todos los actos estuvieron presididos por la imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Divina Providencia, talla hermosa que reposa en la catedral de San Juan, trasladada procesionalmente hasta Ponce. Tuve la dicha de compartir un día con el obispo de Mayagüez y su presbiterio Mons. Ángel Luis Ríos, tercer obispo de esta diócesis cincuentenaria y la segunda de la isla después de la de San Juan. Cursó la teología en el Seminario San José de El Hatillo cuando quien escribe era el rector de esa casa de formación sacerdotal. Junto a él, otros más que también estudiaron en nuestra tierra y guardan felices recuerdos de sus años caraqueños.
Mayagüez ostenta con orgullo la memoria de ser el primer lugar por donde entró la fe en la isla. Colón ancló las carabelas en sus orillas en su segundo viaje en 1495. Se encontró el navegante genovés y sus marineros, sorprendidos con indígenas taínos que recitaban el Ave María en su lengua nativa. Procedían de La Española en permanente intercambio por la cercanía y la pertenencia a la misma etnia.
La devoción a Nuestra Señora de la Monserrate hunde sus raíces en los albores de 1600 y es considerada por los isleños como la más antigua patrona de la isla. Un piadoso agricultor de nombre Giraldo González salvó su vida al invocar a la Señora de Monserrate ante el ataque de un fiero toro salvaje. Se encomendó a ella, exclamando: “favoréceme, Divina Señora de Monserrate” y en el acto la bestia dobló las rodillas y bajó la cabeza hasta el suelo sin hacer mal al afligido. Al buen Giraldo se le había aparecido la Madre de Dios y en sus brazos el Niño Jesús que haciendo un gesto con su mano izquierda ordenada al toro bravío que se arrodillara. Así consta en los documentos de la época. En agradecimiento aquel buen hombre fundó en ese lugar una ermita que es hoy el hermoso santuario erguido en lo alto de un monte que se divisa desde lejos, como los peregrinos que desde el monte del Gozo, contemplan el rostro del Apóstol en Santiago de Compostela.
Es lugar de peregrinación permanente desde hace siglos. Es tal la afluencia permanente de peregrinos que forman una hilera como los insectos dando así nombre a la localidad, Hormigueros. Un cuadro pintado sobre madera a fines del siglo XVI preside el ábside del presbiterio. Igualmente, atesora una imagen en madera, de la Monserrate, obra de un escultor anónimo puertorriqueño del siglo XVIII.
El catolicismo puertorriqueño, en interminable caravana, asciende la montaña monserratina en desfilo que durado siglo para postrarse ante la milagrosa imagen de la Reina de Puerto Rico. A su vera presidimos la eucaristía como peregrinos y devotos de la madre del cielo, orando por la paz y la superación de las lacras que azotan a los pueblos del continente de la esperanza.-
Dic/2024