Trabajos especiales

La resurrección efectuada: José del Rey Fajardo, S. J., heraldo del alzacuello

Durante la década de los 60 al lado de San Ignacio de Loyola aparecen los motivos del dilema existencial que la vida colegial y urbana nos ofrece: los apetitos versus la templanza

 

Gerardo Vivas Pineda/Universidad Simón Bolívar:

 

 

RESUMEN

 

Cuando circunstancias vitales poco frecuentes rodean nuestro desempeño humano y profesional, y la presencia de personajes excepcionales acompaña, favorece y enriquece nuestro acontecer venezolano es inexcusable recordarlos. Aquí emprendemos un breve balance de la presencia del padre José del Rey Fajardo, S.J. en las vidas de miles de alumnos que en el Colegio San Ignacio de Caracas y en la Universidad Católica Andrés Bello atesoraron su cercanía, en medio de categorías ideológicas y temporales tan contradictorias como inciertas. Seis décadas de orientación espiritual y guía profesional que el padre concedió a la ignacianidad contribuyen a iluminar caminos y despejar dudas, cuando la nación, la Iglesia y la Compañía de Jesús tropiezan con argucias del mundo postmoderno. Hasta sus últimas horas el padre del Rey dejó un mensaje que vale la pena divulgar: no separarse de la senda cristiana, mientras el gentilicio pide rectitud e integridad en medio del enfrentamiento cultura-contracultura y en momentos de disolución y desarraigo.

 

Palabras clave: Colegio, San Ignacio, rock, pop, contracultura.

 

 

Pocos meses habían transcurrido desde que una dolorosa pérdida humana nos había dejado una herida abierta incapaz de cicatrización. El padre José del Rey había buscado la altura metafísica perfecta, como siempre lo anunció desde su humildad de hormiga bendita. Se le escuchó decir, instantes previos al postrer aliento, unas últimas palabras: “Hoy es el día de mi resurrección”.[1] Era 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Como si fuera un niño grande vestido de negro mereció el sitial de aquella inocencia infantil creada por el Herodes desquiciado y aferrado al poder —la tradición despótica es antigua y continúa vigente— que ordenó el exterminio de criaturas de pecho en tiempos de Primera Venida.[2] A pesar del desconsuelo inevitable, recurrir a su legado humano y escrito nos recuerda la constante lucha entre el bien y el mal donde él esgrimió un tipo de espada angélica que no hería, mas fijaba los linderos de la integridad profesional, la honestidad de la persona y la fe trinitaria. Homenajes a su memoria se han repetido en el Colegio San Ignacio y en la U.C.A.B. donde flotaban su palabra inalterable y su trayectoria humana irrepetible. Ahora retrocedemos a una etapa anterior para elaborar un recuerdo teñido de semblanza. El padre anduvo siempre sobre una ruta libre de desvíos, a pesar de los vientos tormentosos y las realidades circundantes. Sin imponernos obligaciones asfixiantes nos dio su palabra justa como un apóstol exclusivo durante seis décadas de cercanía espiritual y profesional, pero sobre todo nos regaló su ejemplo ante los escollos de la vida. Su integridad invariable jamás abandonó el alzacuello al vestirse de color negro sacerdotal; lo llevó hasta sus últimas apariciones públicas, y nos lo mostró desde su silla de ruedas en postreras visitas personales. Valga este vestigio testimonial como muestra de su magisterio inolvidable y su hombría de hierro espiritual. Nuestra deuda roza lo impagable.

 

Chicos en son de hombres.

El año 1965 somos niños con pretensión de adolescencia. Cursamos el quinto grado de primaria cuando notamos el cauto resplandor individual del padre del Rey recién llegado a aquel Colegio San Ignacio adonde habíamos arribado el año políticamente tortuoso de 1958, recién caído un general-dictador expulsado por la nación entera. Diariamente llegamos a clase en autobuses para alumnos de clase media y Cadillacs, Plymouths, Buicks, Pontiacs, Mercurys y Mustangs para muchachos de alcurnia.[3] La dualidad de tendencias incompatibles diluye en la gradual conducta hippie los preceptos más sagrados de la fe católica. Algunos compañeros son enviados a su casa y obligados a cambiarse camisas cundidas de bacterias o demasiado transparentes, anticipando la divulgación de una especie de plaga llamada psicodelia. El enorme campus de 12 hectáreas alberga campeones en todas las categorías del quehacer infantil y juvenil. Si de inocencia se trata nosotros mismos forcejeamos con la vida, dentro y fuera del plantel, para no abandonarla completamente. Un señor llamado Walt Disney nos provee las historietas donde Mickey, Donald, Goofy y Pluto crean una saga en la prensa diaria y en el cómic semanal,[4] que además nos convoca por televisión todos los sábados a las siete de la noche o al cine Castellana los fines de semana. Disney nos infunde la magia de la animación, por los momentos un subgénero de la ciencia fílmica con principios ya establecidos.[5] La programación televisiva de los martes, sin embargo, comprime tres horas seguidas de violencia en blanco y negro: las series El Fugitivo, Combate y Los Intocables reúnen toda la familia frente a esa caja eléctrica donde tiros y pistolas nos acostumbran al olor virtual de la pólvora. Por nuestras manos pasan los juguetes más fascinantes del mercado norteamericano. Circuitos eléctricos de carrera Fórmula 1 y sus Ferraris, Lotus y Cooper tipo cilindro a escala 1/32 roban horas de estudio a las exigencias colegiales.[6] Constituyen atributos temáticos de un sistema cuyo nombre escapa de nuestro entendimiento pero colma nuestros sueños y fantasías en su oferta comercial y despliegue publicitario: «Capitalismo». El Catecismo de la Iglesia Católica que nos han enseñado desde tercer grado de primaria lo propone como contrario a otro concepto por ahora incomprensible: «Comunismo», cuya explicación nos asusta: “El bien de la causa comunista justificaría todos los crímenes y todos los procedimientos. El comunismo persigue a la Iglesia abiertamente o impidiendo sus actividades. Lo cierto es que los trabajadores, cuando están explotados con salarios de miseria se dejan seducir fácilmente con las promesas comunistas”. La amenazante exposición nos sobrecoge tanto como la ilustración al comienzo de la lección: un obrero de torso desnudo empuja un pesado bloque de piedra con humeantes chimeneas industriales al fondo.[7] Ni siquiera podemos intuir la guerra a muerte entre dos órdenes ideológicos irreconciliables.

Pero si de guerra se trata, y volviendo al tema de los juguetes a nuestra disposición, el soldado G.I. Joe a escala 1/6 surge como respuesta a la muñeca Barbie que nuestras hermanitas poseen. Los varones ahora tenemos la representación más fidedigna del hombre valiente vestido de verde capaz de apretar gatillos de ametralladoras Thompson y tirar granadas fragmentarias. La figura de 29 centímetros, vendida por millones en todo el mundo al escasísimo precio de sólo 4 dólares —poco más de 17 bolívares irrisorios con el dólar a 4,30—,[8] nos ha permitido revivir las batallas de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, cuando Vietnam apenas asoma su cabeza. Nuestras mentes sólo juegan; todavía no disciernen el futuro de una fatalidad escondida tras la bandera roja que décadas más tarde raptará las libertades a todo lo ancho del territorio; de hecho nos contenta casar nuestros soldados miniatura con las Barbies también alojadas en nuestros hogares, asimismo comercializadas por millones alrededor del planeta. Su creadora y fabricante, Ruth Handler, declara: “Mi filosofía de Barbie era que a través de la muñeca una niña podía ser lo que quisiera ser”.[9] Así es: de niños ejercemos la profesión de los sueños y montamos alfombras voladoras sin haber leído Las Mil y Una Noches. La felicidad comprada en jugueterías y ejercida en imitación de los mayores completa nuestro desempeño, pero la realidad nos guarda sorpresas que despiertan a nuestros padres de madrugada. Huele a pólvora de verdad. Los golpes de Estado se repiten durante el gobierno de Rómulo Betancourt, amenazas todavía presentes en la legislatura de Raúl Leoni.[10] Cuando recibimos al padre del Rey nos vamos despojando de la piel infantil, como cangrejitos ermitaños cambiando de concha submarina en un mar de tormenta política. Él nos sonríe repetidamente en el San Ignacio, soltando palabras que saben a santa paz. Poco a poco irá matizando opiniones al percibir los giros aculturadores dentro de la Iglesia católica, detectar el gradual sesgo rojo de algunos colegas y ver cómo nos calzamos pantalones largos en el cerebro.

Sin embargo de la enriquecedora presencia jesuita, una especie de anticoagulante modernista va disolviendo el legado místico del santo guipuzcoano. El rosario y la misa diarios en las aulas y en la capilla pierden la pelea con la canción Satisfaction de los Rolling Stones, publicada ese mismo año. El hit alcanza el número 1 de preferencias planetarias, reflejo inmediato de las tensiones mundiales que no logramos entender en su complejidad, pero a diario nos tocan la puerta. Ciertamente la carga hedonista de la composición adopta una sugerencia enmascarada tras el tono de protesta social —tercera estrofa: “I can’t get no satisfaction / I can’t get no girl reaction / ‘Cause I try and I try and I try”—, no una aproximación directa al sexo libre, la drogadicción y el desenfreno practicados alternadamente por los músicos. Brian Jones, uno de sus fundadores, es despedido del grupo por sus extremos con la droga. La justicia británica encarcela a Mick Jagger y Keith Richards y los enjuicia por posesión de narcóticos. El título del sexto álbum del grupo, Their Satanic Majesties Request (1967), les colocará el apodo definitivo y manifestará el acercamiento a lo demoníaco mediante una candidez típica de niños malcriados jugando una Ouija psicodélica, peligrosa y traicionera. El primer diseño de portada, rechazado por la disquera debido a su “bad taste”, muestra a Mick Jagger clavado en una cruz.[11] No extraña que el álbum fuera un fracaso comercial; merece una atronadora crítica por parte de la revista homónima Rolling Stone, que se resume en una sentencia del último párrafo: “It is an identity crisis of the first order” [es una crisis de identidad de primer orden], reflejada en la “Jaggerʼs weak voice” [la débil voz de Jagger].[12] Michael Cooper, fotógrafo de la portada definitiva del disco, que también había fotografiado Sargent Pepper’s de los Beatles y acumula alrededor de 3.500 fotos de los Stones, paga las consecuencias al momento insospechadas: se quita la vida en 1973.[13] Por aquellos convulsos días los Beatles coinciden con el coqueteo blasfemo en palabras de John Lennon, durante una entrevista con Maureen Cleave del diario London Evening Standard:

 

El cristianismo pasará, retrocederá y desaparecerá. No hay discusión posible. Estoy en lo cierto y lo demostraré. Ahora somos más populares que Jesucristo [negritas nuestras]. No sé qué desaparecerá antes, si el rockʼnʼroll o el cristianismo. Jesús estaba muy bien pero sus discípulos eran tontos y ordinarios. Para mí, su estafa lo arruina todo.[14]

 

Como era de esperarse, el atrevimiento de Lennon provoca grandes protestas internacionales y denota suma ignorancia e incomprensión de los Evangelios, mientras adquiere en una librería londinense The Psychedelic Experience del sospechoso Timothy Leary —gran apóstol de la psicodelia y el LSD, frecuentemente encarcelado— y una reedición del Libro Tibetano de los Muertos. De allí surge el primer verso de la canción Tomorrow Never Knows —“Turn off your mind” [apaga tu mente]—, una estrofa después reformulada en la proposición “surrender to the void” [abandónate al vacío] del álbum Revolver.[15] Ya desintegrado el grupo Jann S. Wenner entrevista a Lennon. La descarga contra todo lo que suena a Beatles es arrolladora: “Los Beatles no fueron nada… Para entonces ya tenía a Yoko… Además, siempre estaba drogado, con heroína, etcétera… Debo haber tenido miles de viajes [LSD]… lo tomaba todo el tiempo… Yo estaba leyendo el estúpido libro de Leary… y me destruí a mí mismo”. La despiadada acusación cambia de dirección en la deificación del propio ego colectivo: “Si Dios existe, nosotros lo somos”, a pesar de repetir que los Beatles no pasaron de ser un mito fracasado: “Nos suicidamos en aras del éxito, y eso dio al traste con todo”. Entonces Lennon y Yoko Ono aparecen completamente desnudos, de cuerpo entero, de frente y de espaldas, en carátula y contraportada del álbum Two Virgins. La envoltura que guarda el disco para no soliviantar la censura en las tiendas discográficas muestra una cita del capítulo 2 del Génesis, cuyo versículo 25 expresa: “And they were both naked, the man and his wife, and were not ashamed” [“Ambos se encontraban desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban de ello”].[16]

La jugarreta sacrílega inevitablemente posee directa relación con el drogadicto Leary que Lennon lee, a su vez asociado al reconocido ocultista y satanista Aleister Crowley, poseedor de afanes autodestructivos y origen de la brujería contemporánea.[17] El asesinato de Lennon el 8 de diciembre de 1980 quizás había sido anunciado desde que se mudó a un piso del edificio Dakota neoyorkino, donde se había filmado la película de Roman Polansky El bebé de Rosmary, engendro del demonio en el carácter femenino protagonizado por la actriz Mía Farrow.[18] A los pocos días Yoko Ono difunde el siguiente mensaje póstumo: “John loved and prayed for the human race. Please tell people to pray the same for him. Please remember that he had deep faith and love for life and that, he has now joined the greater force, he is still with us” [John amó y oró por el género humano. Favor decir a la gente que de la misma manera recen por él. Por favor recuerden su profundo amor y fe por la vida, y que ha encontrado a la gran fuerza, y que permanece con nosotros] [Negritas nuestras].[19] Las palabras de la japonesa ratifican el carácter del dios postmoderno sustituto del Dios bíblico: no pasa de ser una “fuerza superior” sobrevenida gracias al narcótico habitual. En todo caso el satanista Crowley, cuyo rostro aparece en la portada del beatlemaníaco disco Sargent Pepper’s, también ha vivido en las residencias Dakota, y Charles Manson, asesino de Sharon Tate, la esposa del director Polansky, dice haberse inspirado en la escandalosa y apocalíptica canción Helter Skelter de los Beatles plagada de disonancias y estridencias; parte de su Álbum Blanco, era interpretada a punta de alaridos por Paul McCartney.[20] ¿Demasiadas coincidencias maléficas en las ardorosas vidas de unos y otros? Quizás la especulación tenga algún espacio para tomar partido.

De cualquier manera el zumbido contracultural del período conlleva un cuestionamiento permanente de las identidades personales y grupales, así como de las filiaciones nacionales y de la civilización occidental, tal cual expresan las icónicas canciones y sus archifamosos intérpretes. En el Colegio, en nuestros hogares y fiestas escuchamos las atractivas melodías a veces sin entender las letras. El tarareo es constante “Eight Days a Week”.[21] A pesar del distanciamiento gradual del Dios catequético, el grupo The Beach Boys nos lo trae a los labios —“God only knows what I’d be without you” [Sólo Dios sabe que sería yo sin ti]—,[22] más como motivo de despecho amoroso que como convicción de fe. Curiosamente Paul McCartney la califica “The best song ever writen» [la mejor canción jamás escrita],[23] como si el esparcimiento extremo al que se dedican los protagonistas del Pop-Rock autorizara entremezclar Dios y demonio sin consecuencias apreciables. A propósito, un autor como W. J. Rorabaugh ha calificado lúcidamente la confusión, no percibida como tal por sus actores: “Esta cualidad ambigua, de transición, es la característica más importante de la época… la naturaleza incierta de la época impedía prever el futuro prosaico que acabaría prevaleciendo después de los cambios convulsos de la época”.[24] Así pues, los fundamentos culturales van dejando de ser principios irrebatibles en la emulsión de intereses concentrados, pero adaptados al atractivo soluble del momento. Incluso el Che Guevara, héroe icónico del comunismo más radical posible, es víctima de un disparate físico y mental en el colmo de la incoherencia identitaria y estratégica: pasa por encima de su severa condición asmática que padece desde niño cuando publica el manual La Guerra de Guerrillas, cuyo recuerdo no tiene desperdicio:

 

El soldado guerrillero tendrá que ser infatigable. Habrá que encontrar un más allá en el momento en que el cansancio parezca ser ya intolerable… Debe ser sufrido hasta un grado extremo, no sólo para sobrellevar las privaciones de alimentos, de agua de vestido y techo a que se ve sometido en todo momento, sino también para soportar las enfermedades y las heridas que muchas veces deben curarse sin mayor intervención del cirujano… Para cumplir estas condiciones, necesita también una salud de hierro que lo haga resistir todas estas adversidades sin enfermarse y que convierta su vida de animal acosado en un factor más de fortalecimiento, para hacerse, ayudado por la adaptabilidad natural, algo así como una parte misma de la tierra donde combate.[25]

 

Sus columnas guerrilleras en la Sierra Maestra cubana, en el Congo y en Bolivia padecían los retrasos provocados por la insuficiencia respiratoria del comandante, es decir, el Che era el mayor obstáculo para el conveniente desempeño de la tropa. Sin embargo, nadie osaba oponerse al romanticismo forzado de quien había liderado militarmente la revolución cubana y pretendía exportarla mediante focos insurgentes en varios continentes. Así las cosas, en agosto de 1967 fue capturado en la quebrada del Yuro y ajusticiado en los cerros de La Higuera, Bolivia. Lo condenó una paradójica misión, tan ambigua como inútil: encabezar un grupo irregular armado, cuando no habría sido reclutado por el ejército más torpe sobre la faz de la Tierra debido a su minusvalía pulmonar. De Guevara, exponente del autoengaño característico en esa etapa histórica, apenas ha quedado un remanente comercial muy vendido por el aparato productivo del capitalismo que tanto combatió.[26] Mientras tanto —ironías de la vida—, ese mismo sistema de rentabilidad pasmosa graba por primera vez en los Estudios Abbey Road de Londres la canción The Fool on the Hill del álbum Magical Mystery Tour. La letra denuncia y castiga: “But nobody wants to know him / they can see that he’s just a fool” [Nadie quiere conocerlo / notan que sólo es un tonto].[27] En efecto, la década mira el ascenso a los cerros de diferente manera.

 

¿Y nosotros qué? Radiografía de la aplanadora contracultural.

Entonces el doble sentido invade todos los ambientes, y quedamos francamente expuestos, a pesar de que contados jesuitas nos advierten. El padre del Rey esboza sonrisas, pero también fruncimientos de cejas, siempre armado de cercanías y consejos. El problema de fondo del cual enferma la humanidad ha sido tangencialmente señalado en los gritos del Pop sesentoso: el Homo Sapiens, producto de un progreso con mucho de ilusorio, comienza a desconocerse y urdir reinvenciones de la especie. Los tonos mitad estridentes y mitad armoniosos del Rock and Roll contienen señales para reír, llorar y soñar sin medida, anticipo del desmadre generacional actual vaticinado en las letras de la época y representado en conciertos y festivales al aire libre donde los Hell’s Angels motorizados custodian las almas hambrientas del público mugriento y drogado.[28] Monterrey y Woodstock constituyen vitrinas de muestra entre lodos y chirridos guitarreros. Los términos encubiertos de una modernidad sonora inundan de blanco y negro nuestra realidad venezolana y colegial, tras un tapiz grisáceo salpicado de ingenuidad experimental. Hoy en día una canción mil veces versionada nos obliga a rememorar y tararear la letra dulcemente melódica, tras la cual el aprieto de la condición humana más básica adjudica opacidades novedosas: “Yesterday, all my troubles seem so far away… there’s a shadow hanging over me”. El apellido de sus autores, Lennon-McCartney, denominará la contracultura occidental por siempre jamás, generales del pelotón musical llamado The Beatles que añade a su comportamiento y discografía la psicodelia, el beat, la balada y el hard rock al consumo de drogas también hard, e inicia una “inocente destrucción” de fundamentos occidentales muy antiguos. George, otro Beatle, importa con disonancias de cítara la filosofía hindú y un Maharishi que los engaña y les arrebata el caramelo de la trascendencia inmediata. El fenómeno arrasador de la Beatlemanía divulgado con bombos y platillos no es impedimento para su institucionalización: la reina de Inglaterra les concede la Orden del Imperio Británico, y provoca la indignación de anteriores condecorados que devuelven sus medallas. En Estados Unidos viven el fenómeno social como todo un portento comunicacional. Los números suben a magnitudes insospechadas: singles como I Want to Hold Your Hand llegan importados por aeromozas de la British Overseas Airways que los traen a sus enamorados gringos al frente de los Hit Parades radiales. La disquera Capitol Records acelera la producción de un millón de copias en sus tres plantas americanas, que al poco tiempo suben a un millón y medio de ejemplares. La publicidad constituye un tsunami de ventas: cinco millones de afiches y calcomanías con el lema “The Beatles are Coming” [Vienen los Beatles] se imprimen y atraen miles de fans a los aeropuertos de salida y llegada. Cynthia Lennon, primera esposa de John que  en este viaje los acompaña, confunde la gritería de la fanaticada con el rugido de las turbinas del avión.[29] Antes de emitirse la canción Can’t Buy Me Love los pedidos anticipados ascienden a tres millones de discos, y la crítica habla de “Un fenómeno de proporciones sísmicas”.[30] En fin, una tempestad sonora se apodera de la Tierra. En Caracas y en el Colegio San Ignacio el aguacero nos baña por completo. El padre del Rey, junto con los padres Andueza, Galdos y Fuente, vigilan y aconsejan. Varias promociones de antiguos alumnos van convidándolos al contraer matrimonio, bautizar recién nacidos o recomponer las manchas del alma. Ellos representan un principio por lo general menospreciado: RECTITUD.

A tono con el reconocimiento de los Beatles y sus contradicciones, en los Estados Unidos su onda expansiva queda retratada en la foto donde Cassius Clay, campeón mundial de los pesos pesados, simula conectarles un derechazo al rostro en visita al gimnasio de Miami donde entrena para el próximo combate. Poco después Clay sería despojado del título al negarse a integrar el ejército y evitar su envío a combatir en Vietnam, escudado tras su nuevo nombre islámico: Muhamad Alí. Nuestro ídolo boxeador es derribado del pedestal por culpa de esa guerra lejana donde el napalm quema el cuerpo de los vietcongs y achicharra el cacho de marihuana apretado entre los labios de los reclutas gringos mal posicionados.[31] No se dan abasto los helicópteros Bell-Huey para llevar muertos y heridos en sus barrigas aéreas. Pero la matazón a 20 mil kilómetros de distancia nos importa un bledo. Mientras el presidente Johnson ordena el inicio de la operación Rolling Thunder que entre 1965 y 1968 arroja un millón de toneladas de bombas y otros proyectiles al Vietnam comunista nosotros preferimos cantar “I started a joke”, de los Bee Gees, al oído de nuestros más recientes levantes reclutados en los colegios Cristo Rey, San José de Tarbes, Mater Salvatoris, Sagrado Corazón, Teresiano, Guadalupe y Academia Mérici. Vivimos una vida privilegiada rodeados de sotanas y misales, no exenta de agridulces contrarios. La Biblia acompaña en nuestros bultos a la Aritmética de Baldor y la Cívica de Francisco Canestri, pero algún ignaciano atrevido y descuidado —viste bondad y anda en moto— trae en su maletín la gran trompeta de la pornografía impresa: Playboy. Termina execrado del Colegio cuando los curas descubren su osadía. El hecho desafortunado nos duele y nos reclama. La venta del cuerpo femenino marcará nuestra generación sin paliativos. Al descender sobre nuestras cabezas un nuevo siglo el porno sigue presente en los chats de muchos ignacianos, a pesar de que son abuelos retirados. Pero acompañados por los sonidos eléctricos del lema Peace and Love no tenemos porqué preocuparnos por una Guerra Fría latente y lejana, apenas insinuada en los cerros de Venezuela. Como acostumbra y practica, el padre del Rey nos aconseja en fortuitos encuentros incluso fuera del Colegio. En Caracas, España y Colombia nos conversa y nos da la bendición, tanto en períodos de clase como en vacaciones.

A propósito del trueno que titula el bombardeo criminal en la península indochina, otro héroe recurre al trueno simbólico, ocupa nuestro favoritismo y se convierte en modelo de la masculinidad insuperable: James Bond, el agente 007 del servicio secreto inglés interpretado por Sean Connery, nuevamente protagonista de una película de espionaje, Thunderball, filmada y proyectada para pantalla panorámica. Dos escenas sobrecogedoras —la película ganó el Óscar a los mejores efectos visuales— nos cortarían la respiración: la huida de Bond en su Rocket-Belt, morral volador propulsado a chorro con peróxido de hidrógeno y nitrógeno a alta presión,[32] y la batalla submarina entre dos pelotones de buzos que se disparan arpones, perforan sus trajes de hule y pintan de sangre el mar. Los malos van vestidos de negro al comando de Largo (Adolfo Celi)  y los buenos de anaranjado encabezados por el agente 007. Cuando vemos una demostración de la mochila a reacción en la Zona Rental de la Plaza Venezuela entendemos que el futuro ha llegado a nosotros. En adelante Connery será el modelo de nuestra hombría incipiente, siempre acompañado por mujeres-espectáculo semidesnudas. Curiosamente, en el mismo Colegio los curas nos proyectan una película previa de James Bond, Dr No, coprotagonizada por la despampanante actriz suiza Úrsula Andrews, sex symbol de los 60, ataviada en la playa con un bikini blanco y un puñal a la cintura. La mujerona rubia luego figura en la página central desplegable de la Playboy infaltable, tan libre de ropas como Dios la trajo al mundo. Nos consta porque otro compañero de clase nos invita a mirar el despampanante cuerpo en la colección de la revista que su hermano mayor conserva en el closet; está de viaje y nadie vigila la habitación inexpugnable. La pornografía es objeto de consumo a escondidas, sobre todo para unos muchachones que sueñan con una hombría todopoderosa, tal cual la detenta el agente 007 a modo de Supermán invencible. La mujer es objeto de conquista, en términos de dominio y posesión. Internet todavía es la máxima ilusión de la utopía capitalista; al término del siglo XX pondrá en el mercado global todo tipo de cuerpos en cueros tan sólo apretando un botón y  mirando una pantalla. Cuando escribimos estas líneas la vida privada ha desaparecido en todos los continentes, desglosada en las pantallas minúsculas que papás y mamás ponen en manos de los bebés a partir de los dos años de edad para que no molesten y se queden tranquilos; la razón todavía no acompaña a los críos, pero el desenfreno queda sembrado tras los mismos botones que aprietan los adultos al mercadear pieles descubiertas.

En efecto, durante la década de los 60 al lado de San Ignacio de Loyola aparecen los motivos del dilema existencial que la vida colegial y urbana nos ofrece: los apetitos versus la templanza. No más de tres o cuatro jesuitas nos dan la alerta moral, si no en clases de religión al menos en el despacho o el confesionario; el padre del Rey lo hace en cualquier lugar o momento, tan sólo con sonreír o intercambiar veinte palabras. Ya en nuestra adultez nos modela el rigor profesional y la búsqueda constante de la excelencia típicamente ignaciana. Para él la historia y la fe no son motivos opuestos, sino reafirmación de una misión esencial, no siempre comprendida en el horizonte del apostolado. Por la misma época otro jesuita, el padre Bernardo de Arrizabalaga, publica en España un Diario elocuente donde las alegrías de la vida nacen en lo profundo, “en ese rincón de la persona donde el espíritu empalma con Dios” y contradice a los “cristianos deficientes”. Cuenta de un alumno que lo busca para una confesión general y le entrega sus pecados escritos en un papel. Una vez absuelto, Arrizabalaga le impone penitencia, le ordena arrodillarse, pedir perdón a Dios y romper el escrito, al cual el joven no quiere ni asomarse, tan avergonzado como se encuentra. “¡Yo no quiero tocar ese papel!”, exclama. De inmediato el padre responde: “Bien. Vamos a hacer otra cosa”. Junto a la ventana prende fuego a la hoja, las cenizas caen sobre el alféizar y el padre sopla sobre ellas, que se esparcen al viento. “¿Quién sería capaz de leer ahí?”, dice al chico. “Nadie”, responde. “Pues mira, igual pasa en tu alma. Dios ha soplado sobre ti”. Arrizabalaga no refiere más datos sobre el adolescente, pero puede deducirse una honda huella sobre su fe imberbe y tentativa, mientras otro suceso registrado en el Diario deja constancia del hermano Badiola, cocinero del Colegio, a quien una mañana encontraron muerto de rodillas frente al Sagrario.[33] La fe del catolicismo, para nosotros apenas incipiente, manifiesta diversas magnitudes y tendencias en los colegios de la Compañía de Jesús. Nos rodean historias como estas en las aulas y pasillos del San Ignacio. El padre del Rey transmite, a su manera, parte del legado insustituible.

 

Forcejeos, pulsos y estiramientos.

Casi 60 años han agotado su marcha desde la primera vez que encontramos la mirada clara y el ánimo dispuesto del padre del Rey al recorrido de la historia jesuítica, a la bondad y al trabajo apostólico. Hoy en día nuestra memoria en proceso de estrechamiento nos permite trozos de recuerdos para sopesar el ambiente fogoso de aquella época. El país, sin poder ocultar los destrozos de la guerrilla urbana, recurre al deporte para compensar las desgracias provocadas por la violencia roja, que vuela oleoductos en Anaco, Cantaura y Barcelona.[34] Huyendo con la paz social que pierde el paso día a día, el cóndor de los Andes es declarado extinto en la cordillera de las Cinco Águilas Blancas. La Venezuela de la libertad continental ocupa un lugar intermedio entre fuegos de todos los colores. Al voltear la vista caemos en cuenta del momento: a mitad de los Fabulosos Años 60 el mundo pretende reformular su destino humano, quizás sin saber porqué. La locura nos envía mensajes cada día menos cifrados que nuestros padres leen en la prensa nacional mientras desayunan. Las noticias se mezclan en cada esquina y alcanzan el espacio exterior, obligándonos a leer no sólo la sección deportiva, sino los sucesos y convulsiones repartidos por doquier. El presidente Johnson ordena invadir Santo Domingo con 14.000 marines, a la cabeza de una nación dispuesta a poner los pies sobre la luna. En preparación, Edward White, astronauta de la misión Gémini IV, emprende durante 20 minutos una caminata espacial individual a 162 kilómetros de altura con una especie de pistola de doble impulsor en forma de «T», primera vez que el ser humano se aparta de una astronave por su propia cuenta y logra regresar. Es previsible contradicción a lo que sucederá tres años después en la película 2001: Odisea en el Espacio, donde el astronauta Frank Poole queda girando en la negrura del espacio para siempre, asesinado por la máquina HAL 9000 de inteligencia artificial. La ficción cinematográfica y la realidad estratosférica nos van preparando para el próximo alunizaje verdadero, en medio de alcances difíciles de creer: el temerario piloto de carreras Craig Breedlove acelera su Sprit of America a 966 kilómetros por hora en las salinas de Bonneville. Ahora bien, el progreso de los terrícolas no impide un apagón desconcertante en 6 estados norteamericanos, donde el black out deja 30 millones de personas a oscuras durante varias horas. La Guerra Fría en desarrollo sufre un aldabonazo de memoria bélica: Winston Churchill muere a los 90 años de edad apegado al whisky y al tabaco, dejando tras de sí el protagonismo de batallas contra los sudaneses, los boers y los nazis.[35] La realidad mundial simula una complicada banda de hule que puede estirarse desde cualquier lado; nosotros la jalamos jugando a la guerra y saboreando helados de copa Hot Fudge, Banana Split y Caramel Pecan en las fuentes de soda del vecindario. Para nosotros en el Colegio casi no hay contextos, sino textos.

En lo que respecta a su base teológica, la Iglesia Católica no está exenta de insuficiencias conceptuales y malinterpretaciones dogmáticas. El Concilio Vaticano II ha emitido las constituciones Gaudium et Spes, Dei Verbum, Lumen Gentium y Sacrosantum Concilium, entre otros decretos y declaraciones,[36] suficientemente ambiguos para permitir el arribo de tendencias contradictorias en su esencia.[37] La liberalidad penetrante en el catolicismo intenta modernizar la infinitud de Dios, como si la eternidad pudiera encerrarse en tres dimensiones y estuviera al alcance inmediato de los ocurrentes. Paulo VI, papa que clausura el Concilio y uno de sus promotores, al fin abre los ojos. Poco antes de morir exclama: “¡Da qualche fessura sia entrato il fumo di Satana nel tempio di Dio!” (¡El humo de satanás ha entrado en las grietas de la Iglesia!).[38] Futuros papas intentarán acomodar los desvíos y denunciar el daño evidente. Sus nombres dieron respiro a la práctica original de la fe católica: Juan Pablo II y Benedicto XVI alertaron a la cristiandad sobre la incoherencia de una mescolanza mental y teológica insoportable. Juntar el fantasma marxista a la cruz de Cristo se cae por su propio peso, como advirtió la Congregación para la Doctrina de la Fe hace 40 años mediante la “Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación”, conocida en latín como Libertatis nuntius.[39]

De la transformación casi imperceptible es difícil caer en cuenta, aunque en ocasiones se percibe un olor entre las rosas y el azufre de tendencias divergentes dentro de la Compañía de Jesús, como será evidente en la crisis de la U.C.A.B. cuando ingresemos a sus facultades.[40] Los muchachos sin muchachas presentes en el plantel de Chacao —a las chicas se les abrirían las puertas diez años después— no nos percatamos del paulatino descalabro religioso. El Colegio San Ignacio nos acoge un ciento por ciento cuando todavía hay que esperar mucho tiempo para el arribo de las faldas y el viraje institucional de carácter mixto. A diario vamos a misa medio obligados. Rezamos el rosario en las aulas, práctica que pronto desaparece. Emiten un sudor de sorpresa, desconcierto y deslumbre los compañeros de segundo a quinto año durante fiestas semanales donde los Beatles los ponen a bailar con chicas milagrosas. Frecuentemente les atribuimos perfección e infalibilidad cuasi papal. Tan sólo mirándolas olvidamos el Primer Mandamiento. Pero el padre José del Rey continúa imprimiendo huellas. A muchos nos marca la vida. Con el paso del tiempo se hará conocer en todo estrato social. Algún reconocido dirigente comunista lo llamará cuando una agonía dolorosa le asuste la conciencia y le recuerde el sacramento de la confesión. El padre del Rey no tarda en tranquilizarle el espíritu —el moribundo ha comprobado que no todo era materia— e impartirle la bendición final. Nos contó el conmovedor episodio durante un almuerzo al que lo invitamos antiguos alumnos de varias promociones.

 

Aquella época, aquellas disputas.

Volvamos al icónico año 1965 en el Colegio San Ignacio. El anuario escolar da la bienvenida a los curas recién llegados. Además del padre del Rey, aterrizan como sacerdotes o maestrillos el padre Miguel Azagra, el padre Roberto Zapata y el hermano Miguel Calvo. Se despide a los muy recordados padres Ugalde, Andueza, y a los hermanos Petit y Armentia. Llama la atención el cuarto de página con la foto de del Rey, y la mitad de ese espacio al resto de los ensotanados. Podría decirse “Por algo será”, sin herir la susceptibilidad de los demás. En la portada el perfil aguileño en blanco y negro anuncia la elección del nuevo prepósito general de la Compañía de Jesús, padre Pedro Arrupe. La cronología a un tercio de página rememora su estadía en las afueras de Hiroshima durante el estallido de la primera bomba atómica en 1945, y un poco más tarde su nombramiento como primer provincial del Japón. El papa Juan Pablo II —la canonización aguarda por él— se verá en la obligación de apartarlo de la primera magistratura romana por su cercanía al modernismo incipiente que va dejando sin sacerdotes a la Compañía; los desertores sustituyen al Cristo que resucitó por el mundo irresucitable.[41]

El conflicto global ni siquiera ensombrece los contenidos del anuario colegial; por el contrario, comprende citas de antiguos alumnos radicalmente llamativas: hay que ser “Descaradamente cristianos. ¡Por Cristo cualquier cosa!”,[42] como anticipando la trayectoria del cura recién llegado de apellido monárquico, que defenderá el corazón de la fe católica ante el abandono de la sotana y el desecho del apostolado original. Más de medio siglo después el padre del Rey, entrevistado por la periodista Macky Arenas en una de sus últimas apariciones públicas, responde: “Mejor no me sigas buscando la lengua. Del siglo XX no hablaré porque tendría que exorcizar a unos cuantos diositos”.[43] El plantel que lo recibe todavía resiste el desaguadero vocacional, epidemia mundial denunciada por los papas Pío XII y Juan XXIII en exhortaciones apostólicas y alocuciones públicas;[44] comprende 2.255 alumnos de kínder a quinto año, 50 profesores y 21 profesoras laicos, y más de 30 jesuitas activos. El 26 de octubre de ese año se celebra el día de la Cruzada Eucarística con la siguiente consigna bajo las iniciales P.G.:

 

“Creemos en Cristo de una manera / CASI perfecta. / Amamos a Cristo con un corazón / CASI sincero. / Odiamos al pecado con un odio / CASI absoluto. / REZO, y hablo con Cristo / CASI siempre. / COMULGO, recibo el pan celestial / CASI devotamente. / ME SACRIFICO por los demás / CASI CONSTANTEMENTE. / SOY APÓSTOL, trabajo por Cristo / CASI ARDOROSAMENTE” [mayúsculas en el original].

 

El redactor, probablemente el padre Pedro Galdos, añade: “Este «CASI» lo tenemos que desterrar de nuestras vidas de CRUZADOS, lejos de nosotros esta palabra «CASI», no podemos contentarnos con ser «CASI-CRUZADOS». Tenemos que ser «SIEMPRE y POR ENTERO CRUZADOS»”.[45] La educación de futuros apóstoles se inserta así en la estricta formación práctica y teórica del pensum oficial. No en balde el director de estudios, padre Alejandro Andreu, cuando los muchachos lo interpelan sobre el origen de su vocación declara: “Entré de jesuita a los 17 años… Una cosa es importante: la salvación del alma, la nuestra y la de los demás”.[46] Su hermano también jesuita, padre Luis María Andreu, en 1961 ha sido testigo de los milagros marianos en Garabandal, Asturias; ha visto a la Virgen María conjuntamente con las videntes Conchita, Loli, Jacinta y Mari Cruz, y fallece a las pocas horas, sonriente, luego de presenciarlos.[47] El padre Alejandro se acerca un día a los de 5° año, con lágrimas en los ojos, a relatar el hecho milagroso. En su muñeca lleva el reloj que portaba su hermano Luis al fallecer.[48]

El anuario escolar que da la bienvenida al padre del Rey proyecta noticias, reportajes e imágenes de la rutina colegial, plataforma ideológica típicamente jesuita donde la educación de los muchachos se proyecta en múltiples actividades extra académicas, todas ellas bajo el entronque con la fe católica. Vamos regularmente a los barrios Bolívar, José Félix Ribas y Ezequiel Zamora de Petare con el padre Mariano Fuente. En diciembre el profesor Tomás Lancha dirige la puesta del enorme árbol de Navidad luminoso. Al pie de foto la cita de Romanos 13, 12, “Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz”, simula una advertencia de colores ante el avance de placeres irresistibles, mas no inevitables al amparo del mensaje evangélico. Veinte nuevos miembros de la Banda de Guerra  toman el juramento bajo el lema «Disciplina, honor y sacrificio», y otros quince son ascendidos en la jerarquía militarizada por sus méritos. La Banda, en su última etapa de nombradía y desempeño marcial, desfila en formación de cuatro en fondo. El cuarteto de bombos al frente de la primera sección marca el paso al inicio nocturno de las Fiestas Rectorales, homenaje al padre Jesús Francés, y obliga a los niños de kínder a taparse los oídos por el estruendo de sus cueros.  35 alumnos de cuarto año van a Ocumare de la Costa a un cursillo social —que no retiro espiritual, como era costumbre— con cinco padres, conjuntamente con la Semana Social celebrada en la sede de Chacao. El alumno F. Troconis escribe un artículo en el que señala la importancia de la conciencia social,

 

…partiendo del principio de que todos los humanos somos hijos de Dios, y por tanto nuestros hermanos de los barrios tienen los mismos derechos que nosotros, y que no es justo que yo bote el dinero por venir de una familia de buena posición social, mientras esa pobre gente, mis hermanos, se mueren de hambre… También tratamos de apuntar alguna idea e iniciativa en el punto del ACTUAR [mayúsculas en el original]. Dijimos que no podíamos permanecer con los brazos cruzados ante la triste realidad de tanta miseria social y moral como habíamos contemplado. Decidimos, entre otras cosas, sintiendo al vivo nuestra responsabilidad, tomar muy en serio la labor de nuestra formación, ahora, para de esa manera sentirnos capacitados el día de mañana para aportar soluciones más concretas a esos problemas en el lugar y en la profesión que nos toque actuar. Si no, cuando nos plantemos frente al gran auditorio, Venezuela, no tendremos palabras en la boca, no tendremos ideas en la mente, no tendremos a Cristo en el corazón… [puntos suspensivos finales en el original].[49]

 

La disminución de la tradicional intensidad católica en el San Ignacio se percibe en el anuario. Caben en una sola página los miembros de la Congregación Mariana mayor —apenas 11 muchachos— y de la menor —13 jóvenes—. Por cierto, un futuro prepósito general de los jesuitas forma parte del grupo mayor, que ese mismo año obtiene la medalla de Excelencia en su tercer año de bachillerato: Arturo Sosa Abascal. Con el paso del tiempo asomará en su trayectoria el apego a la modernización de la Iglesia y a esa Teología zurda donde la materia ocupa el mismo lugar de Dios. La tendencia pretende un aggiornamento en la práctica de la fe bebiendo una infusión absurda, proponiendo un disparate teológico, creando un esperpento bíblico: cristianismo + marxismo.[50] El movimiento coincide con las revolucionarias teorías del padre jesuita Teilhardt de Chardin, recién traducidas al español y al borde de la censura eclesial, que reconocen “La potencia espiritual de la materia”.[51] Un colega, desde tribuna bastante objetiva, ponderada y revestida del Nihil Obstat aprobatorio, destaca la obra innovadora del francés, pero advierte inconsistencias en

 

…esa «fe confusa» en el mundo, como algo a lo que el hombre consciente o inconscientemente se abandona… Es pues [la de Teilhard] una obra arriesgada… pone a disposición de los cristianos actuales una visión unitaria del Universo, que no solamente puede colocarse dignamente al lado de las grandes síntesis de Hegel o Marx, sino que incluso las supera, asimilando y armonizando los elementos positivos de ambas y aportando una respuesta justa y constructiva a su racionalismo panteísta o a su ateísmo materialista… la actitud de reserva prudente y cuidadosa que, frente al pensamiento de Teilhard, ha adoptado la Iglesia. El conocido aviso del Santo Oficio del 30 de junio de 1962 no ha hecho sino reforzar esa reserva. Sin querer juzgar de la labor científica del P. Teilhard, la Iglesia nos pone en guardia ante las «ambigüedades» y «graves errores» que en materia de Filosofía y Teología se esconden en su obra. Notémoslo bien: la Iglesia no condena ni prohibe, pero avisa y pone en guarda.[52]

 

La enunciada teoría afloja una igualdad entre desconcertante y anfibológica: Universo = Jesucristo + Hegel + Marx. Quizás no permanezca atrapada entre las buenas intenciones y los malvados deseos de los hombres una ambigüedad mayor sobre la faz de la Tierra, por no decir una contradicción más estrepitosa. En efecto, como dice el padre Colomer sobre el pronunciamiento de la Iglesia: los yerros de Teilhard han sido advertidos, al lado de sus formulaciones cósmicas difíciles de comprender. Allá cada quien en su ingesta conceptual. A propósito de inevitables confrontaciones en respecto de creencias y prácticas susceptibles de oscuridades o equívocos en las cuales involucran a Teilhard, durante el primer trimestre del año 1964 —el fragor ideológico toma por asalto la Francia degaullista— cristianos y marxistas debaten públicamente sus posturas. Dos de los participantes declaran una diferencia esencial. Para el padre Jolif “El cristianismo no puede evitar el oponerse al marxismo en el problema de la trascendencia. El primero, en efecto, afirma lo que el segundo niega, o sea que el hombre está en relación con un ser divino absolutamente irreductible a las dimensiones de lo humano”. Roger Garaudy, por su parte, comunista decepcionado convertido al catolicismo y luego al islam, propone: “El hombre no es otra cosa que sus propias creaciones, sus productos, sus intuiciones, sus proyectos también”.[53] Todo ha sido dicho. La barba de Jesús no pueden podarla los hombres; la de Marx la trasquilan a conveniencia; hay para todos los gustos.

Continuamos hojeando el anuario colegial: el fútbol regala un contrapeso muy positivo a la fama del San Ignacio. Durante el Campeonato Distrital tres categorías alcanzan el primer lugar y otras dos el subcampeonato. Doce miembros del Centro Excursionista Loyola, dirigidos por el veterano explorador padre Francisco Javier Duplá, coronan la cima del pico Humboldt, pero la nieve y el hielo excesivos, además del mal tiempo, les impiden llegar a la cumbre del pico Bolívar. Las corales de la Creole y de la Electricidad de Caracas presentan sus arreglos en el Salón de Actos, junto a conciertos, danzas, teatro y premiaciones. Pedro Prieto y Benito Azcune reciben la ordenación sacerdotal, e Ignacio Castillo y Luis Delgado, antiguos alumnos, hacen sus primeros votos. En total 76 ignacianos reciben el título de bachiller vestidos de smoking relumbrante, y aspiran a estudiar preferiblemente las carreras de medicina, ingenierías civil, industrial, mecánica o de petróleo, derecho, economía o arquitectura.

La década se ha iniciado en el Colegio San Ignacio reportando en sus anuarios, como de costumbre, idas y venidas de jesuitas vestidos con rigurosa sotana. Algunos, como el padre José Ignacio Urquijo, van al Colegio Javier de Barquisimeto y dejan en Caracas un curioso recuerdo: en las excursiones del Centro Excursionista Loyola sube cerro con la sotana blanca puesta y regularmente cubre su cabeza con una cachucha “a lo Fidel Castro” —la cita es categóricamente textual—, en aparente admiración al guerrillero que se encuentra deponiendo una dictadura sangrienta, según registran los anuarios colegiales previos a su partida.[54] A pesar de que pasaron los años y tuvimos a Urquijo como excelente profesor en la UCAB y gran mentor de la carrera Relaciones Industriales, nunca supimos en qué paró ese supuesto arrobamiento por el estalinista cubano. Quizás al cabo de poco tiempo se toparía de lleno con la verdad de paredón, como sucedió a tantos intelectuales y figuras de primera línea que en nuestro ingenuo país arrodillaron sus conciencias ante el barbudo hegemónico.[55] La consabida ilusión de igualdad total promovida por los principales exponentes del marxismo internacional terminaría por derramar desilusiones entre los más fervientes partidarios, pero sus ropas, luego de más de un siglo en el poder, acabarían manchadas de sangre y genocidio. Luego supimos de algún ex-miembro de la Compañía de Jesús —los anuarios colegiales  sesentosos lo retratan— que acogió totalmente los postulados proletarios del teórico alemán. Nos había dado clases en el San Ignacio, y no fue capaz de ocultar predisposiciones violentas en aulas y pasillos.

 

Desvarío y propósito de enmienda: ¿es necesario interpelarnos?

La mejor manera de entender el delirio de la época la proporciona esa beatlemanía desenfrenada que todos vivimos dentro y fuera del Colegio. A las noticias de la prensa diaria se añaden testimonios personales muy cercanos. Los papás, tíos o hermanos mayores de algunos compañeros nos traen los últimos discos de los Beatles, igual como hacían las aeromozas de las líneas aéreas anteriormente mencionadas. Trabajan o estudian en Inglaterra o en los Estados Unidos, presencian la locura musical y social en pleno desarrollo, aprovechan la liberalidad sin vigilancia paterna para afiliarse a los Club Playboy que los premian con el carnet de la Conejita y ellos nos muestran con orgullo cuando vienen a pasar Navidades en Caracas. Todos los long plays de los Beatles alcanzan el primer lugar en ventas y favoritismo recién publicados. Canciones tan ocurrentes como pegajosas se convierten en himnos personales de amor o banderas de liberación: I Want to Hold Your Hand, Eight Days a Week, Nowhere Man, Ticket to Ride, You’re Going to Lose That Girl. En el álbum Help el grupo concentra, sin darse cuenta, el conflicto personal y mundial de la sociedad occidental. Detrás del cigarrillo de marca con que habitualmente los Beatles se fotografían se esconden la marihuana y el LSD. Aflora un desequilibrio que inspira a John para componer la canción Help, título del long play entero. La letra de la canción resuena conmociones internas no resueltas: “Help me if you can, I’m feeling down… help me get my feet back on the ground, won’t you please, please help me?” En el mismo disco y acompañando el enunciado dilema la balada Yesterday repite la pugna existencial no más comenzar. Paul McCartney la interpreta y toca todos los corazones capaces de emitir el más mínimo suspiro. De inmediato la melodía es reproducida por el cantante Matt Monroe, dueño de una voz en el colmo de la masculinidad romántica, igual que la jovencísima Marianne Faithfull de 17 años, que poco después abandonaría la angelidad de su tono celestial para empatarse simultánea y promiscuamente con Mike Jagger y Keith Richards de los Rolling Stones, dejar esposo y bebé recién nacido y al cabo de cuatro años de tumultuosa relación con Jagger terminar indigente en las calles de Londres.[56] Es la marca de una época febril que sepulta sus héroes musicales bajo la lápida del la droga, el amor libre y el desenfreno. Janis Joplin y Jimmy Hendrix anuncian sus propias muertes en la estridencia de sus voces desgarradas y su himno nacional en el escándalo de una guitarra eléctrica. En el Festival de Monterrey de 1968 Hendrix canta “Tomorrow are just the end of times” de la canción Purple Haze, uno de sus clásicos, como presintiendo su próxima desaparición.[57] A todas estas —debe decirse con absoluta tristeza y conmoción—, algunos compañeros comienzan el ensayo de la drogadicción escondidos en rincones apartados del Colegio, luego de acostumbrarse a chupar cigarrillos igual que sorben pitillos metidos en botellas de gaseosas. Uno o dos de ellos también terminarán ensayando la mendicidad en las calles de la ciudad. La moda contracultural va normalizándose a baja velocidad, pero sube el ritmo de su colocación cada vez más aceptada dentro y fuera del Colegio.

Esa manía musical y contradictoria que experimentamos rebasa todo límite. En su tercer viaje a los Estados Unidos y Canadá los Beatles atienden entrevistas frente a 250 periodistas. Sus aviones reciben tiros en la pista disparados por fans frustrados a los que no se permite acercarse. En otra ocasión algunos frenéticos logran subir a las alas de la aeronave mientras recorre el trayecto hasta el terminal. Para el álbum Rubber Soul la disquera EMI graba 750.000 copias que pone el 3 de diciembre de 1965 en el mercado inglés; tres días después alcanza el número 1 en Gran Bretaña.[58] En la portada las melenas de los cuatro ídolos se ponen de moda, y obligan al querido padre Moreta a recorrer los salones del Colegio el primer día de clase, mirarnos por detrás y de inmediato enviar a la barbería al compañero que tenga más de un dedo de pelambre por debajo de la nuca; no puede regresar a clase hasta que se corte el pelo.

Dos años después, el 1° de junio de 1967, sale el longplay Sgt.Pepper’s Lonely Hearts Club Band, cuya portada amalgama los símbolos personales y emblemas contradictorios de la contracultura psicodélica en pleno apogeo. Los cuatro Beatles verdaderos, uniformados a todo color, aparecen rodeados de sus propias figuras de cera a la derecha de Lennon —el Museo de Madame Tussauds las prestó quizás para disipar alguna duda sobre la identidad del grupo, bajo constante interrogación—, junto a ídolos del cine como Stan Laurel y Oliver Hardy —el Gordo y el Flaco—, Shirley Temple, Johnny Weissmüller —Tarzán—, Tyrone Power, Tony Curtis, Marlon Brando, Marilyn Monroe, Mae West; el comediante y adicto a las anfetaminas Lenny Bruce, frecuentemente arrestado por obscenidades en el escenario; autores como Lewis Carroll, Carl Jung, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde; músicos como Bob Dylan; promotores de la mescalina para liberar la conciencia como Aldous Huxley; varios gurús de la India; Karl Marx, inconcebible presencia en la portada de un grupo ultracapitalista por sistema económico, difusión musical y expansión comercial; Max Miller, maestro del doble sentido; el satanista Aleister Crowley y un Albert Einstein semioculto tras John Lennon. Los rostros de Jesucristo y Ghandi son descartados a última hora para evitar inevitables confrontaciones públicas alrededor del mundo.[59] Ese barroco del siglo XX, la psicodelia que puede enamorar mientras liquida al practicante, ha quedado expuesto al mundo de la relatividad no einsteniana. En fin, el rastro no siempre bien definido del comportamiento mundial propuesto por la civilización Pop —Mario Vargas Llosa la titularía en 2012 La civilización del espectáculo—, nos alcanzó en el Colegio San Ignacio y sus alrededores, pero tuvo un emisor de alertas en el padre José del Rey. En su etapa final nuestras visitas exprimían sonrisas de afecto y actualidad espiritual a su cuerpo gastado y débil. No más de media hora por vez nos atrevimos a distraerlo, mientras pedía más colaboraciones para la revista Montalbán, la niña de sus ojos cansados. Genio y figura.

 

Un hasta luego «astronómico».

Luego de participar en el homenaje rendido a su memoria por la U.C.A.B., e invitados al Instituto de Investigaciones Históricas Hermann González Oropeza, nos asomamos a un gran armario cuyas estanterías comprenden la obra total del padre, más de 80 títulos bibliográficos donde la historia jesuítica y territorial predomina temáticamente, legado ultraconocido en predios historiográficos.[60] Allí la cercanía a lo sagrado absoluto proclama su cultivo al tema celestial: de repente, entre el bosque impreso cundido de tomos estrictos un libro nos arrebata la mirada: Breve tratado del cielo y los astros del M. Javeriano Mateo Mimbela (1663-1736).[61] Con la orientación del padre durante años nos habíamos impuesto una tarea irremplazable como historiadores marítimos: aproximarnos al estudio básico de la “deformación territorial” de Venezuela —públicamente se le ha atribuido tal interés, como su ingente obra lo ratifica—,[62]  y a la investigación de la astronomía histórica, fundamento de los pilotos navales para posicionar los buques en altamar durante la era de la navegación a vela. Nuestra sorpresa es mayúscula: ¡El padre del Rey también había alcanzado la materia astronómica! En coautoría con Germán Marquínez Argote, quien realiza la traducción latina al español, del Rey emprende el estudio introductorio de una obra curiosa para todo aquel que busca respuestas al dilema entre la tradición y la modernidad: Ptolomeo versus Copérnico, Inquisición versus Galileo, la Biblia versus el «tubo óptico» luego llamado telescopio, constituyen parte importante del índice en el llamativo libro del jesuita Mimbela, previamente estudiado por Marquínez Argote: “En su breve tratado de astronomía muestra [Mimbela] un amplio conocimiento de las ideas modernas que contribuyeron a cambiar la vieja idea del mundo”.[63] Luego de la sorpresa por esta obra hasta ahora por mí desconocida, fue inevitable recordar, con mi total gratitud, el espaldarazo que el padre del Rey dio a mi carrera de historiador marítimo. Junto a don Pedro Grases me abrió los horizontes de la inabarcable historia del mar y del territorio patrio, tan olvidados por la inteligencia nacional. Lo visité dos meses antes de su partida final, siempre con el alzacuello bien calzado bajo un rostro que anhelaba resurrección y descanso. Una sonrisa tenue pero invulnerable salió de sus labios, la misma que sesenta años antes nos había insinuado no perpetuarnos en los canales rápidos ni en los hombrillos accidentados donde Los Beatles y todos sus adláteres del Pop-Rock nos salpicaban de postmodernidad insuficiente. Mientras tanto el Cristo crucificado, Su Madre Inmaculada y el santo de Loyola mantienen una prudente retaguardia en la capilla del Colegio, a la espera de los giros vitales de cada antiguo alumno. Muchos han regresado y han pasado cerca del columbario donde se guardan las cenizas de nuestros jesuitas. Las del padre del Rey siguen soplando la brisa que espanta las dudas sobre el perdón de Dios. Durante décadas el padre añadió a su ingente labor investigativa e historiográfica la asistencia espiritual a muchachos y familias, a pesar de que esto último no formaba parte de sus responsabilidades oficiales dentro de la Orden. En singular ocasión subió la voz —nunca lo hacía— a una amiga que dudaba merecer el perdón probable gracias al sacramento de la confesión: “¡Nunca dudes de Dios!”, le espetó en la cara. Ahí retrató el lugar del Señor de los cielos en su propia alma. Cuando la resurrección tocó su puerta no esperó para dejarla entrar.-

 

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[1] Testimonio del personal de salud que lo atendía en el tercer piso de la residencia del Colegio San Ignacio, Caracas, 28 de diciembre de 2023.

[2] Mateo 2, 13-23.

[3] Ecos de Alumnos San Ignacio EDASI, año XXVI, n° 232, (1960): 12, y Jim HEIMANN (ed.), “Automobiles”, en 60’s All-American Ads (Barcelona: Taschen, Köln, 2002), 108-271.

[4] Javier COMA, Del gato Félix al gato Fritz: historia de los cómics (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1979), 64-69.

[5] Frank THOMAS y Ollie JOHNSTON, Disney Animation: The Illusion of Life, (New York: Abbeville Press, 1984), 15-45. Véase también Robert TIEMAN, The Disney Treasures y The Disney Keepsakes (New York: Disney Editions, 2003 y 2005), ambos 64 pp.

[6] Áurea MILLÁN VALLEJO y David ESCAMILLA, Los mejores años de nuestra vida: los 60, (Barcelona: Libroamigo–Malsinet Editor, 2008), 83.

[7] Catecismo de la Doctrina Cristiana: Texto Oficial para los grados 3°, 4°, 5° y 6° de Instrucción Primaria, (Caracas: Secretariado Catequístico Arquidiocesano, s/f), lección 52ª, 102-103. Agradezco al compañero ignaciano Carlos León Jam haber puesto en mis manos el entrañable documento, que conserva en impecables condiciones. El compañero Luis Alberto Machado Sanz, ignaciano kindergarterino, hizo lo mismo con su memoria incapaz de disolución.

[8] Vincent SANTELMO, The Complete Encyclopedia to GI Joe, (Iola WI: Krause Publications, 1997), 28-40.

[9] Robin GERBER, Barbie Forever: Inspiración, Historia y Legado, (Barcelona: Ediciones LU – Librería Universitaria, 2020), 11-63 + solapa. Asimismo son útiles para comprender Barbie como fenómeno Janine FENNINK, Muñecas Barbie: Breve guía de estudio e identificación, (Barcelona: Editorial Zendrera Zariquiey, 1999), 6-39, y Frédéric BEIGBEDER, Barbie, (Madrid: H. Kliczkowski–Onlybook, 1998), 73-80.

[10] Edgardo MONDOLFI GUDAT, Temporada de golpes: las insurrecciones militares contra Rómulo Betancourt, (Caracas: Editorial Alfa, 2015), 269-474. Véase también Américo MARTÍN, La terrible década de los 60: Memorias II, 1960-1970, (Caracas: Editorial Libros Marcados, 2013), 265 pp.

[11] STAFF, “The Cover Uncovered: The story behind The Rolling Stones album «Their Satanic Majesties Request»”, Far Out Magazine, Monday 30 November (2020), 13:00 UK, faroutmagazine.co.uk/the-rolling-stones-their-satanic-majesties-request-cover-story/, consultado el 25/08/2024.

[12] Jon LANDAU, “Their Satanic Majesties Request”, Rolling Stone, December 8 (1967), rollingstone.com/music/music/-album-reviews/their-satanic-majesties-request-187464/, consultado el 25/08/2024.

[13] Nick TABOR, “The Story Behind the Cover of the Rolling Stonesʼ «Their Satanic Majesties Request»”, Vulture Magazine–New York Magazine, Sept. 7 (2017), vulture.com/2017/09/the-makimg-of-the-cover-of-the-satanic-majesties-request.html, consultado el 25/08/2024.

[14] Barry MILES, El diario de los Beatles: su carrera e historia día a día, (Barcelona: Ediciones Robinbook, 2003), 176-177. En la contraportada: “El legendario Barry Miles, miembro del círculo íntimo de los Beatles en los años sesenta, ofrece en este libro una cronología asombrosamente detallada de las actuaciones, los locales, los discos, las declaraciones y las fechas memorables de la inmortal banda de Liverpool. El autor muestra la historia de los cuatro integrantes del grupo sin retoques ni maquillajes, sin eludir los momentos difíciles, las peleas y los temas de sexo y drogas, pero sin olvidar tampoco sus logros personales… Son pocos los especialistas que conocen la historia de los Beatles tanto como Miles, y ninguno de ellos ha tenido un acceso tan personal a su trayectoria y su vida íntima”.

[15] Ibid., 179.

[16] Jann S. WENNER, Lennon recuerda: las entrevistas completas para Rolling Stone (1970), (México: Santillana-Aguilar, 2005), 41-43, 45-46, 73, 74-78, 95, 110, 124-125, 162.

[17] Asbjørn DYRENDAL, “Satan and the Beast: The Influence of Aleister Crowley on Modern Satanism”, en Henrik BOGDAN y Martin P. STARR (eds.), Aleister Crowley and Western Esotericism, (Oxford: Oxford University Press, 2012), 369-394, https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199863075.003.0015, consultado el 29/08/2024; Martin BOOTH, A Magic Life: A Biography of Aleister Crowley, (London: Coronet Books, 2001), 507 + láminas, y Lawrence SUTIN, Do what thou wilt: a life of Aleister Crowley, (New York: St. Martin’s Press, 2000), 483 pp.

[18] Tony GARCÍA, “«La Semilla del Diablo» [título de la película en España]: Lo que no habíamos visto de uno de los rodajes más convulsos de la historia”, El País, 30 de julio (2018), elpais.com/elpais/2018/07/18/icon/1531923138_916034.html, consultado el 26/08/2024.

[19] Vic GARBARINI, Brian CULLMAN, Barbara GRAUSTARK y Dave MARSH, Strawberry Fields Forever: John Lennon Remembered, (New York: Bantam Books, 1980), 134.

[20] Mark HERTSGAARD, Los Beatles: un día en la vida, (Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1995, 109, 125, 240-241.

[21] Canción del álbum Beatles for Sale, discográfica Parlophone, publicado en diciembre de 1964.

[22] Robert DIMERY (dir.), “The Beach Boys Pet Sounds (1966)”, 1001 discos que hay que escuchar antes de morir, (Barcelona:Grijalbo-Random House Mondadori, 2006), 85.

[23] Brian WILSON y Tony ASHER, GENIUS, genius.com/The-beach-boys-god-only-knows-lyrics, consultado el 29/08/2024.

[24] W. J. RORABAUGH, Kennedy y el sueño de los sesenta, (Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 2005), 24-25.

[25] Ernesto Che GUEVARA, La Guerra de Guerrillas (1960), (Biblioteca de Textos Marxistas–Granma Internacional, 2000), 20.

[26] Pablo CANTÓ, “La historia de la icónica imagen del Che que ha acabado en miles de camisetas”, El País, 9 de octubre (2017), 07:02 EDT, verne.elpais.com/verne/2017/10/09/articulo/1507533794_976528.html, y Bárbara CELIS, “Los usos de la fotografía: la explotación comercial de la imagen del Che Guevara”, El País Cultura, 9 de diciembre (2005), New York 18:00 EST, elpais.com/diario/2005/12/10/cultura/1134169204_850215.html, consultados el 30/08/2024.

[27] Barry Miles, El diario de los Beatles…, 248.

[28] Randy JAMES, “A Brief History of The Hells Angels”, Internet Archive Wayback Machine, Monday, August 03, (2009), web.archive.org/web/20221225023032/https://content.time.com/time/nation/article/0,8599,1914201,00.html, consultado el 15/08/2024.

[29] Philip NORMAN, SHOUT! The Beatles in Their Generation, (New York, Simon and Schuster, 1981), 215-228.

[30] Tim HILL y Marie CLAYTON, Los Beatles, archivos inéditos: fotografías de los archivos del Daily Mail, (Barcelona: Parragon Books Ltd–Equipo de Edición, S.L., 2007), 7, 83.

[31] La película Forrest Gump de 1994 contiene una escena muy bien representada del bombardeo con napalm: Forrest gana la Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos al salvar y desalojar varios compañeros heridos de un paraje donde caerían las bombas referidas.

[32] Robert D. ROACH, “The First Rocket-Belt”, Technology and Culture, Volume 4: The History of Rocket Technology, (Johns Hopkins University Press, 1963), 490-498, y Paul BROWN, The Rocketbelt Caper: A True Tale of Invention, Obsession and Murder, (Superelastic, 2009), capítulo 1.

[33] Bernardo de ARRIZABALAGA, Diario de un jesuita, (Bilbao: Editorial El Mensajero del Corazón de Jesús, 1965), 18, 29-32, 34, 51-53.

[34] Ramón J. VELÁSQUEZ, Arístides CALVANI, Carlos Rafael SILVA, Juan LISCANO, Venezuela Moderna: medio siglo de Historia, 1926-1976, (Caracas: Fundación Eugenio Mendoza, 1976), 153-364 para la situación política de la nación durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y los gobiernos democráticos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera.

[35] El panorama internacional a mediados de los años 60 tomado de Crónica del Siglo XX, (Barcelona: Plaza & Janés Editores, 1986), 878-1037.

[36] Concilio Vaticano II: Constituciones. Decretos. Declaraciones. Documentos pontificios complementarios, (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, MCMLXV), 875 pp.

[37] Ralph McINERNY, What went wrong with Vatican II: the Catholic crisis explained, (Manchester: Sophia Institute Press, 1998), 39-56, 127-158; Roberto DE MATTEI, Concilio Vaticano II: una historia nunca escrita, (Madrid: Biblioteca Homo Legens, 2018), 439-490; Francisco RADECKI y Dominic RADECKI, Tumultuous Times: The Twenty General Councils of the Catholic Church and Vatican II and its Aftermath, (Wayne – Newhall: St. Josephʼs Media, 2004), 282-578; Romano AMERIO, Iota Unum: A Study of Changes in the Catholic Church in the XXth Century, (Kansas City, Sarto House, 1996), 73-178.

[38] “IX Anniversario dell’incoronazione di Sua Santitὰ. Omelia di Paolo VI”, Solemnitὰ dei Santi Apostoli Pietro e Paolo, Giovedi, (Dicasterio per la Comunicazione: Librería Editrice Vaticana, 1972),  vatican.va/content/paul-vi/it/homilies/1972/documents/hf_p-vi_hom_19720629.html, consultado el 25/07/2024.

[39] Macky ARENAS, “Cuarenta años del «no» a la teología de la liberación: supuso la condena de las raíces marxistas y de todos los elementos anticatólicos de una ideología que todavía hoy sigue reprimiendo a las personas”, Reporte Católico Laico, reportecatolicolaico.com/2024/08/1052697/

[40] Guillermo BOZA y Antonio Juan SOSA, U.C.A.B.: la crisis de octubre. Un estudio de Sociología del Conflicto, (Valencia: Vadell Hermanos, 1974), 13-84, 142-176 y 186-204.

[41] Malachi MARTIN, The Jesuits: The Society of Jesus and the Betrayal of the Roman Catholic Church, (New York: Simon & Schuster, 1987), 259-472.

[42] Ecos de Alumnos San Ignacio EDASI, año XXI, n° 238, (1965), 7.

[43] Macky ARENAS, “Padre José del Rey: «La historia del Orinoco la escriben los jesuitas»”, Papel Literario, El Nacional, 26 de septiembre (2021), 1-2.

[44] Concilio Vaticano II: Constituciones…, 456, nota 3.

[45] Ecos de Alumnos…, año XXI, n° 238, (1965), 9.

[46] Ibid., pág. 11.

[47] Garabandal, centroeu.com/garabandal/w/index.php?title=Andreu, y “La familia Andreu y Garabandal”, www.virgendegarabandal.com, consultados el 26/07/2024.

[48] María SARACO, “Father Luis died Turing an act of love”, The Vigil, January-April (1991), garabandal.org/vigil/Sister_Luisa_Maria.shtml, consultado el 26/07/2024.

[49] Ecos de Alumnos…, año XXI, n° 238, (1965),  pp. 12, 14, 15, 18, 21, 23, 25, 27-31, 38-44.

[50] “El padre Arturo Sosa Abascal es elegido superior general de los jesuitas”, Actualidad: noticia y análisis de la vida de la Iglesia, 30 noviembre (2016), fsspx.news/es/news/el-padre-arturo-sosa-abascal-es-elegido-superior-general-los-jesuitas-8349, consultado el 26/07/2024, y Alfredo PEÑA “La convergencia entre cristianos y marxistas hará posible el socialismo en América Latina”, (1979), entrevista a Arturo Sosa Abascal, El Nacional, Cuerpo C. El padre Sosa matizó su postura al asumir el generalato de la Compañía. Ante las preguntas sobre si marxismo y cristianismo pueden marchar juntos, respondió: “El marxismo como doctrina social no. De algún modo niega esta dimensión claramente humana que es la fe en Dios, su existencia… En una sociedad no es posible eso…”, entrevista por Mónica Mondo, “El padre Sosa reconoce el aporte del clero a la sociedad más allá de la fe”, revista SIC digital, 6 de febrero 2017.

[51] Pierre TEILHARD DE CHARDIN, Himno del Universo, (Madrid: Taurus Ediciones, 1964), 57-72. Algún contraste ideológico de su primera etapa puede encontrarse en la recopilación epistolar Génesis de un pensamiento: cartas (1914-1919), (Madrid: Taurus Ediciones, 1966), 369 pp.

[52] Eusebio COLOMER, S.I., Mundo y Dios al encuentro: el evolucionismo cristiano de Teilhard de Chardin, (Barcelona: Ediciones Nova Terra, 1963), 90, 92, 96.

[53] CARDONNEL et al., El hombre cristiano y el hombre marxista, (Barcelona: Editorial Estela, 1967), 10 y 27.

[54] Ecos de Alumnos San Ignacio EDASI, año XXIII, n° 224, enero-febrero (1958), fotografía con la cachucha y pie de foto en pág. 82; año XXV, n° 228, diciembre (1959), 120; año XXVI, n° 231, enero (1960), 36. Cronología y desarrollo de la toma del poder por Fidel Castro en Tad SZULC, Fidel: un retrato crítico, (Barcelona: Ediciones Grijalbo,1987), 235-678.

[55] Los 911 intelectuales, artistas y autores venezolanos que expresaron públicamente admiración a Fidel Castro durante su visita de 1989 a Caracas en David LUDOVIC JORGE, “Manifiesto de bienvenida a Fidel Castro”, Medium, 29 de octubre (2018), medium.com/@davidludovicjorge/manifiesto-de-bienvenida-a-fidel-castro-1989-b0f888c64a75, y “Manifiesto de bienvenida a Fidel Castro”, Venezuela Vetada, venezuelavetada.com/2011/04/manifiesto-de-bienvenida-fidel-castro.html, consultados el 16/08/2024.

[56] Lana SCHWARTZ, “Inside Mick Jagger’s Relationship With Ex Marianne Faithfull”, The List, May 5 (2021), 6:12 pm EST, thelist.com/401989/inside-mick-jaggers-relationship-with-ex-marianne-faithfull/, consultado el 09/08/2024.

[57] “Monterey International Pop Festival 1967”, Youtube, hippiecrack, 31 may 2020, primer minuto, observado el 09/08/2024.

[58] Barry MILES, El diario…, 152-175.

[59] Jason DRAPER, “Quién es quién en la portada del álbum «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band»”, udiscovermúsica, 19 agosto (2024), udiscovermusica.com/articulos/sgt-peppers-lonely-hearts-club-band/, consultado el 19/08/2024.

[60] Manuel DONÍS RÍOS, “Aproximación a la obra historiográfica del P. José del Rey Fajardo, S.J.”, Papel Literario, El Nacional, 26 de septiembre, (2021), 3.

[61] José DEL REY FAJARDO, S.J. y Germán MARQUÍNEZ ARGOTE, Breve tratado del cielo y los astros del M. Javeriano Mateo Mimbela (1663-1736), (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana-Archivo Histórico Javeriano, 2004), 191 pp.

[62] Grace LAFONTANT, “Padre José del Rey, S.J., «Un hombre de Historia» que dejó un importante legado para Venezuela”, el ucabista, 10 de enero, (2024).

[63] Germán MARQUÍNEZ ARGOTE, “Mateo Mimbela (1663-1736), el maestro aragonés que enseñó Filosofía y Teología en el Nuevo Reino de Granada”, Revista Española de Filología Medieval, 9, (2002), 297-326.-

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