Venezolanos que se quedan porque quieren: una realidad que muchos no vieron venir
Existen múltiples factores que desaniman a dar el paso de comenzar de cero en otras fronteras. Entre ellos el apego a seres queridos, el miedo a la soledad y la dificultad de adaptación, la falta de recursos, oportunidades laborales inciertas, inseguridad en las rutas migratorias y el endurecimiento de las políticas migratorias

Así como para muchos venezolanos, hay eventos en la historia reciente que le han causado traumas a Jesús González.
Él es un joven de 22 años que estudió periodismo audiovisual y recuerda con pesar dos años particulares: 2017 por la crisis económica que afectó al país, al punto de que en los supermercados se observaban largas colas de personas que querían comprar productos básicos como harina de maíz y papel higiénico; y 2019 por el apagón nacional que dejó al país sin electricidad por al menos cinco días y que posteriormente se prolongó por meses con racionamientos eléctricos.
“Fue traumático ver a mis padres tener que hacer colas y colas, sacar efectivo o hacer mil y una maniobras más para comer o tener que dormir en un porche durante cinco días”, relató González a Radio Fe y Alegría Noticias, agregando que en aquellos dos momentos puntuales, a pesar de su corta edad, sintió un profundo deseo de emigrar.
Ahora, mirando en retrospectiva, considera que a pesar de este tipo de situaciones que casi “destruyen” el espíritu de la gente, los venezolanos “descubrieron el valor y la virtud de la resiliencia”, afrontando cada desafío con una sonrisa y una actitud positiva.
Actualmente su mayor razón para quedarse en tierras venezolanas es su familia.
“Sé que afuera no los voy a tener y esos son vínculos que, el no tenerlos en el extranjero, pueden destruirte psicológicamente”, reflexionó. “Cambié de opinión (sobre la posibilidad de emigrar) realmente por ellos, porque considero a mi familia un pilar de mi vida y jamás los dejaría atrás”, sentenció.
Creatividad y talento para salir adelante
Algunos creen que, sin importar las circunstancias, aún es posible construir una vida en Venezuela, por ejemplo, mediante el desarrollo de emprendimientos. Estas personas sostienen que es fundamental seguir trabajando para alcanzar el futuro que anhelan en su propio país. Para ellos, el éxito no depende del lugar donde estén, sino de su esfuerzo y determinación.
Francisco Fonseca, periodista de Radio Fe y Alegría Noticias, quien ha estado contando historias a través del seriado especial En La Brega, en el que entrevista a emprendedores, dijo que un aspecto en común entre ellos es su capacidad de reinventarse y usar su talento y creatividad para generar ingresos en lugar de quedarse estancados.
Explicó que casi todos los entrevistados comenzaron su negocio propio en momentos de crisis, como el agravamiento de la situación económica y la pandemia de la COVID-19, cuando perdieron sus empleos o no podían asistir a clases.
“Para mí, la clave de estos jóvenes que he entrevistado es que, en medio de contextos difíciles, han demostrado resiliencia. No se quedan solo viendo el problema, sino que buscan adaptarse y salir adelante”, declaró.
Añadió que muchos de ellos no consideran la opción de emigrar porque disfrutan lo que hacen y prefieren seguir luchando en su propio hogar. “A través de sus proyectos, sienten que pueden aportar su granito de arena al país”.
Fonseca se sintió conmovido por la historia de John Marino García, de 26 años y oriundo del estado Mérida, quien en la pandemia, al ver que había escasez de materiales de bioseguridad en los centros de salud de su región, creó Innovaciones Euro Júpiter para donarles tapabocas y trajes de bioseguridad.
Aparte de las donaciones, logró vender más de 5 mil tapabocas y fabricar una cápsula de aislamiento para pacientes con COVID-19.
Otra historia que resaltó fue la de Lilimar Navas, quien convirtió su pasión por las manualidades en un emprendimiento llamado Creaciones Clay Venezuela, también durante la emergencia sanitaria.
En una ocasión sufrió un accidente con un molde y un bisturí que le causó una herida en un dedo. Navas confesó que encontró apoyo en algunos clientes que reconocieron su talento y la animaron a seguir adelante.
Por eso aconsejó a quienes inician una actividad comercial por cuenta propia a que se rodeen de personas que los impulsen y que eviten escuchar comentarios negativos que puedan desmotivarlos.
Lo que dicen los datos
En contraste a lo que muchos pensaron, tras el anuncio de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, en las que Nicolás Maduro resultó ganador frente a denuncias de fraude por parte de sectores de la oposición, el flujo migratorio no ha repuntado. Y no lo ha hecho, incluso aunque la economía volvió a resentirse con el alza del dólar.
Según la plataforma R4V, que agrupa a más de 200 organizaciones, oenegés y agencias de la ONU, los movimientos migratorios de venezolanos hacia países de la región como Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Chile, se han mantenido en “niveles significativamente bajos” en comparación con los días previos a los comicios.
Un estudio realizado en enero de 2025 por la consultora Poder y Estrategia reveló que solo 6% de los encuestados tiene planes decididos para emigrar, mientras que 11% desearía irse, pero aún no ha definido cómo. En contraste, 44% aseguró que “definitivamente” se quedará en el país.
Las cifras, similares a las registradas en septiembre de 2024, sugieren que eventos políticos como la juramentación de Maduro el pasado 10 de enero no han tenido un impacto significativo en la decisión de los venezolanos sobre emigrar.
De hecho, Gabriel Wald, profesor e investigador del Observatorio de Empleabilidad y Procesos Formativos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), sostuvo que el número de jóvenes con deseos de emigrar está en descenso.
Una investigación publicada en junio sobre las expectativas laborales de estudiantes en universidades privadas reveló que la intención de abandonar el país de quienes están próximos a graduarse, con edades entre 20 y 22 años, cayó significativamente.
Solo el 23% de los encuestados expresó su deseo de irse y dentro de ese grupo 7% cuenta con planes concretos para hacerlo.
Por su parte, el 40% de los futuros profesionales manifestó su voluntad de quedarse y trabajar en Venezuela tras completar su formación, mientras que un 36% quiere continuar capacitándose sin dejar de ejercer su profesión dentro del país.
El “flujo inverso” aparece como nuevo personaje
Desde que inició en enero el segundo mandato presidencial del republicano Donald Trump, se han implementado una serie de medidas restrictivas, incluidas la militarización de la frontera, redadas en diversos puntos del país, la reanudación de vuelos de deportación y la revocación de beneficios migratorios (aplicación CBP One, parole humanitario y TPS).
Dichas acciones están provocando un fenómeno migratorio conocido como “flujo inverso”, que afecta principalmente a países como Panamá y Costa Rica. El retorno masivo está generando alarma entre organizaciones humanitarias y gobiernos de los países de tránsito.
“Están regresando a Sudamérica por rutas marítimas y esas son las peores, por su extremo peligro y los costos elevados en cada frontera”, sostuvo el trabajador humanitario Roy Arias Cruz en una entrevista para el programa radial En este país.
Elías Cornejo, coordinador del servicio de migrantes de Fe y Alegría en Panamá, anticipó que en los próximos meses más personas bajarán hacia el sur del continente y señaló que si no se toman medidas urgentes, la región podría enfrentar una tragedia humanitaria sin precedentes.
Según Cornejo, los migrantes deben pagar al menos 235 dólares para tomar un bote en Guna Yala y evitar la peligrosa selva del Darién. De todos modos, varios siguen optando por la selva debido a los altos costos de las rutas marítimas.
“Algunos quieren volver a Venezuela, otros están buscando países de acogida en el sur”, subrayó.
El tránsito de migrantes a través del Darién con destino al Norte se derrumbó 94% en enero pasado en comparación con el mismo mes del año anterior, al pasar de 34.839 personas a 2.158, según las autoridades de Panamá.
Trump celebró el pasado 1 de marzo en redes sociales que hubo 8.326 arrestos en la frontera, cifra que representa una reducción del 94% respecto a las 140.641 detenciones registradas en febrero de 2024 bajo la administración de Joe Biden.
“Esto significa que vino muy poca gente. La invasión de nuestro país ha TERMINADO”, escribió Trump en su plataforma Truth Social.
“En algunos momentos sentía que yo no existía como ser humano”
Margie Valero, de 28 años, compartió con Radio Fe y Alegría Noticias que en 2018 se vio obligada a abandonar sus estudios universitarios para poder contribuir económicamente en su hogar, lo que la llevó a emprender un viaje por carretera hacia Perú.
“Desde el momento en que llegué a Perú, quería regresar, pero no podía, ya que me convertí en el sostén económico de mi familia. Fue un año y medio extremadamente duro y triste”, relató Valero.
En 2019, la joven se fue a España sin estudios y con poco más que su determinación. Allí comenzó a trabajar como cuidadora de personas mayores y, posteriormente, cuidando niños.
Pero la pandemia la afectó profundamente, llevándola a sufrir una fuerte depresión que provocó que aumentara a más de 110 kilos. “Sentía que mi juventud se estaba desperdiciando, que no estaba logrando nada”, expresó.
Al mejorar su salud mental, Valero empezó a buscar alternativas para mejorar su situación, pero pronto se dio cuenta de que en España los estudios eran requisito indispensable para acceder a mejores oportunidades laborales, incluso para empleos como cajera.
“Para estudiar algo necesitaba tiempo, pero no podía permitirme ese tiempo porque necesitaba dinero”, explicó. Su rutina diaria comenzaba a las 7:00 de la mañana limpiando casas hasta la 1:00 de la tarde, para luego trabajar como niñera de mellizos de 3:00 de la tarde a 9:00 de la noche.
“En algunos momentos sentía que yo no existía como ser humano. Es difícil de explicar, pero el tiempo pasaba y sentía que no lograba nada significativo, ni que me llenara. Solo veía cómo el reloj corría y sentía que mi juventud se estaba terminando”, confesó.
Tras una profunda reflexión, Margie decidió retomar su vida desde donde sintió que se había detenido. “Lo que me motivó a regresar fue la conclusión de que, fuera de Venezuela, no iba a poder crecer personalmente todo lo que quería sin una red de apoyo”, apuntó.
Con sus ahorros, compró una casa en Maracaibo y regresó. “No hay estabilidad económica que pueda comprar la salud mental ni llenar completamente los vacíos de afecto y cariño que todo ser humano necesita”, afirmó.
Hoy en día está a punto de obtener su licenciatura en contaduría pública y trabaja como analista contable en el área de tributos y captación de clientes de una firma de contadores. En el futuro se visualiza como asesora fiscal.
“Siento que tengo la oportunidad de crecer profesionalmente y de hacer algo que me gusta, con retos satisfactorios por cumplir”, dijo.
Aunque no descarta la posibilidad de salir nuevamente de Venezuela, Valero subraya que, en caso de hacerlo, sería por una buena propuesta de trabajo o de manera temporal.
La xenofobia se expande por el continente
Existen múltiples factores que desaniman a dar el paso de comenzar de cero en otras fronteras. Entre ellos el apego a seres queridos, el miedo a la soledad y la dificultad de adaptación, la falta de recursos, oportunidades laborales inciertas, inseguridad en las rutas migratorias y, como se mencionó anteriormente, el endurecimiento de las políticas migratorias.
El creciente clima de discriminación contra los venezolanos en el extranjero es uno de los principales motivos. En distintos países, los migrantes enfrentan discursos de odio e incluso agresiones físicas, muchas veces promovidas o avaladas por quienes deberían garantizar sus derechos.
En redes sociales han circulado diversas denuncias de ataques xenófobos, como el caso reciente de un taxista venezolano golpeado por una pasajera en Chile. Incluso figuras públicas han sido blanco de rechazo, tal y como le pasó al comediante George Harris, a quien abuchearon en el Festival de Viña del Mar el 23 de febrero de este año hasta el punto de tener que abandonar el escenario.
De hecho, el director del evento, Alex Hernández, condenó lo ocurrido y confirmó que hubo xenofobia, señalando que un grupo de asistentes hostigó tanto a Harris como a connacionales en el público.
Oxfam (confederación internacional formada por 19 oenegés) señaló en 2023 que la discriminación se hace más evidente en el ámbito laboral, porque muchos ciudadanos de los países receptores creen que su llegada provoca una reducción de los salarios y un deterioro en las condiciones de trabajo.
El informe destacó también que las mujeres migrantes están expuestas a ser víctimas de abusos, explotación laboral y sexual, así como de la imposición de roles de cuidado y otras formas de violencia.
Aunado a ello, la “sobreexposición” en los medios de comunicación de delitos cometidos por personas de nacionalidad venezolana contribuye a reforzar estereotipos y fomenta el odio.
La migración se ralentizó, pero no se acabó
Tomás Páez, director del Observatorio de la Diáspora Venezolana, sostuvo en entrevista con Radio Fe y Alegría Noticias que el éxodo de venezolanos se ralentizó, pero no se ha detenido.
A su juicio, seguirá hasta tanto no se resuelva la crisis pluridimensional que abarca la economía, la educación, los servicios básicos y la seguridad. Igualmente, lo que cambiaron fueron las rutas y destinos.
Entre finales de 2023 y 2024, la migración creció 8,3%, con 402.354 personas que salieron de Venezuela, según la plataforma R4V.
La consultora Poder y Estrategia publicó en su último informe que el porcentaje de venezolanos que consideraban a Estados Unidos como destino cayó del 27% en septiembre 2024 al 11% en enero 2025.
En cambio, 16% mencionó a Brasil como destino y con 13% Colombia aparece entre las primeras opciones para 2025.
Páez sumó a Guyana y Uruguay a los nuevos rumbos y enfatizó que ya ha salido alrededor de un tercio de la población, por lo que muchos de los que quedan son niños y adultos mayores que esperan reunirse más adelante con sus familiares.
Jesús González, el joven periodista cuyo apego familiar lo mantiene en el país, piensa que los salarios comunes, que oscilan entre 100 y 200 dólares mensuales, son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de una persona. Sin embargo, cree que, aunque son limitadas, todavía existen oportunidades de crecimiento.
“Se necesitan al menos entre 400 y 500 dólares al mes para llevar una vida relativamente estable, cubrir gastos de alimentación, vestimenta y, además, poder ahorrar para algún proyecto personal”, precisó.
Él se muestra optimista sobre el futuro del país, siempre y cuando se produzca un cambio político y económico, ya que de no ser así, los “pensamientos intrusivos” de emigrar podrían volver y esta vez de forma definitiva.-