Opinión

Luis Augusto 

Su familia es muy importante por todo el bien que le dado a Venezuela. Como pocas

Fernando Luis Egaña:
Como un mazazo me llegó la noticia de la muerte inesperada de Luis Augusto Marturet. Su primo y amigo de toda la vida, Gustavo Henrique Machado, me comunicó que un infarto fulminante se lo llevó al Cielo.
Cuesta asimilar el hecho, porque si bien tenía muchos años sin verlo, el tiempo de la adolescencia y temprana juventud, siempre han estado en mi memoria y gratitud.
Luis Augusto era un  hombre bueno y generoso y jovial. Su familia es muy importante por todo el bien que le dado a Venezuela. Como pocas.
En su casa de El Paraíso, su madre, Antonieta Machado de Marturet, gran dama por su inteligencia y sencillez, me acogió con afecto en medio de su numerosa familia, y de una gran señora, Ramira, abnegada trabajadora de los Marturet Machado.
Llegué a ella por mi amistad con Gustavo –Gusi, ahijado querido de Antonieta, y cómo olvidar los fines de semana en San Antonio, y la fraternidad de una gran familia, no exenta de situaciones difíciles, como todas las familias.
Luis Augusto era más bien tranquilo, pero no reservado; tenía una picardía muy caraqueña, y un deseo de vivir y compartir. Su gente lo quería mucho, al igual que sus amistades. Buenmozo, con ojos de inocencia y siempre sonreido.
Era culto pero no se  ufanaba de ello, como de casi nada. No recuerdo haberlo visto de mal humor, en aquellos años inolvidables.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Gracias a  Gusi sabía de su vida. Como ahora también de su muerte.
Pero sigues vivo en mi recuerdo. Y sé que ya intercedes  por todos los tuyos, entre los cuales me permito estar. Le doy gracias a Dios porque eres mi amigo y porque disfruto de tu alegría de vivir.-

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