Libertad, igualdad y propiedad (1)
A menudo las revoluciones culminan como las procesiones religiosas; salen, transitan y luego dan la vuelta y regresan a su punto de partida, a su origen

Nelson Chitty La Roche:
“La libertad. La igualdad y la propiedad están aseguradas y, por ende, la revolución terminó”
Napoleón Bonaparte
A menudo las revoluciones culminan como las procesiones religiosas; salen, transitan y luego dan la vuelta y regresan a su punto de partida, a su origen. Mi dilecto profesor German Carrera Damas reflexionaba en una ocasión de esa manera. En el caso de la revolución francesa fue patente esta aseveración, se dejó atrás la monarquía y se llegó al imperio y a la monarquía dinástica nuevamente.
Claro que hay una impronta, una huella, un significado incrustado en la cultura de esos cambios políticos, económicos, sociales que constituyen un legado, una herencia, y algunos de ellos prevalecerán a la postre. La República como construcción pública desde la ética ciudadana es, entre otras, pero siempre formando parte del sistema republicano mismo, un paradigma tan legítimo como para modelarse en todos esos forjamientos que definieron el nuevo orden.
Nadie niega cuánto han influido en el mundo la emoción, el discurso, pero sobre todo los valores, ideas, principios y conceptos de ese movimiento francés, un auténtico hito, un genuino punto de inflexión en la perspectiva, en la concientización del homo occidental.
No solo la francesa, por cierto, la revolución americana, la inglesa y la holandesa constituyeron un potente salto histórico que inficionó de sus hallazgos, elaboraciones y consagraciones, el pensamiento del mundo en todos sus órdenes.
Alguna doctrina encuentra que en las revoluciones atlánticas y allí, se incluyen las de la américa hispánica -la haitiana también- se establecerá lo común de un fuerte impulso transformador política e institucionalmente.
Pienso no obstante que son el fruto de la modernidad como tiempo histórico, culminación de la secularización, constitutiva la susodicha de un compulsión espiritual, intelectual y moral para reivindicar al homo como entidad central, como referente, como parámetro y desde el renacimiento y la ilustración, abonaron hasta lograr que la semilla germinara.
Fue necesario una envión conceptual, por llamar de alguna forma ese giro ontológico y antropológico, que produjo lo que pudiéramos atrevernos a denominar la evolución hacia el hombre como persona caracterizada por su intrínseca dignidad fundada básicamente en su libertad.
Cabe revisar el trabajo de Reinhard Koselleck y especialmente, el constructo del Sattelzeit, periodo de 1750 a 1850, en el que el alumno destacado de Gadamer y seguidor de Heidegger ubica el producto y acabado conceptual del progresivo devenir de la modernidad hacia su comprensión y asunción.
Sin embargo, procede distinguir esa búsqueda, esa meditación y sus hallazgos, su armadura, sus definiciones en los procesos revolucionarios que se cumplen en esa temporalidad y la obra de Hannah Arendt sobre las revoluciones nos asiste y dispone para entender y diferenciar los procesos y su deambular existencial entre Francia y los Estados Unidos de América.
Mientras los norteamericanos colocaron como “Reason Why” la libertad, los franceses apuntaron mas complejo, la libertad fundada en la igualdad y en el derecho a tener, a ser propietario, y la secuencia invitó lo que significo el contencioso de los rencores añadidos a la denuncia de los privilegios y a no ser nada siendo el tercer estado, como escribió y lo parafraseo, Sieyès.
Las revoluciones del siglo XX introdujeron un peligroso mutante; las ideologías que vuelven sin embargo a concentrar el poder mientras viven el vértigo de las aprensiones y melindres simulados de la libertad para luego, conculcarlo todo, partiendo de un caleidoscopio que confundirá precisamente los derechos y al hombre mismo y despojarlo de su libertad, de la igualdad y de la propiedad.
Empero, el proceso de una revolución supone la sustitución del orden anterior por ese que ha legitimado el liderazgo, con la masa o sin ella como compañera. Es un replanteo que se pretende justo, racional o simplemente conveniente. La norma y las instituciones son arietes de esa dinámica y entre ellas, como energía que las mueve, la ideología se muestra impúdica. Ideología como cosmovisión, como deontología, como posicionamiento rector y fuente de pensamiento y acción. Ideología como régimen, como verdad.
Este asunto académicamente nos haría pensar en una tesis de doctorado porque emergen todas las incertidumbres propias de su problematización, pero no estamos acá para eso sino para esbozar una línea de pensamiento que permita emprender una reflexión sobre la llamada revolución chavomaduristamilitaristacastristaideologista y policial o también a denominar, la revolución de todos los fracasos y la abordaremos, una vez más, la semana próxima si Dios quiere.-
Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@hotmail.com, @nchittylaroche