Mons Biord Castillo: “JGH se graduó de santo en el aula magna de la UCV”
Una misa en el Aula Magna de la UCV , celebrada por el Arzobispo de Caracas

Una misa en el Aula Magna de la UCV
“JGH se graduó de santo en el aula magna de la UCV”
Mons. Raúl Biord Castillo, SDB,
arzobispo metropolitano de Caracas
Venezuela ya no solo es “tierra de gracia”, sino que a partir de ahora y para siempre es “tierra de santos”
El viernes 4 de abril tuvo lugar un maravilloso acontecimiento en la Universidad Central de Venezuela: se celebró la aprobación de la canonización del primer santo venezolano, preclaro alumno de la escuela de medicina e insigne profesor del claustro universitario.
A las nueve de la mañana, la siempre sorprendente aula magna abrió sus puertas para una concurrida audiencia que, poco a poco, casi sin que uno se diera cuenta, fue llenando el significativo recinto académico, que se vistió de una atmósfera de luz y sacralidad. El cuerpo rectoral, decanos, profesores, estudiantes, trabajadores, exalumnos, representantes de la academia y de la iglesia, así como mucha gente acudió a la convocatoria para conocer mejor al primer santo venezolano y rendirle homenaje en la que fue su casa de formación y de desarrollo profesional.
La apertura del acto estuvo a cargo de la vicerrectora académica, Dra. María Fátima Garcés, quien entre otras muchas cosas resaltó a José Gregorio como ucevista y nos dio la bienvenida para tan magno evento.
Siguieron luego cuatro magníficas conferencias, la primera con el título: “José Gregorio Hernández: un alma alimentada por mujeres”. La Dra. María Isabel Giacopini nos ilustró sobre la importancia de la mamá, la tía, la cuidadora y la esposa del director del Colegio Villegas. Mujeres de gran sensibilidad que nutrieron el alma del niño y adolescente, etapas claves para la formación de la personalidad como lo demuestran la psicología y la neurociencia.
El Dr. Daniel Sánchez nos deleitó con la conferencia: “El profesor José Gregorio Hernández”. Esta faceta ilustra los secretos del éxito docente de tan importante misión: los maestros y profesores. Seriedad, amor al trabajo, respeto, entrega y dedicación a los estudiantes, en pocas palabras: la docencia es una auténtica vocación y como tal debe ser reconocida y promovida en nuestro país.
La tercera conferencia estuvo a cargo del Dr. Enrique López Loyo: “José Gregorio Hernández: la epopeya de su laboratorio”. Una actualización de su investigación con motivo del centenario del fallecimiento del nuevo santo. Nos regaló un análisis histórico y descriptivo del primer laboratorio científico venezolano. Resaltando el estado actual de abandono de ese lugar tan importante para los venezolanos y de la necesidad de su recuperación.
El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo nos ilustró sobre “José Gregorio, el santo.” Con gran maestría, nos habló sobre en qué consiste la santidad, desde la propuesta del Papa Francisco “Alégrense y Regocíjense”. De modo particular, insistió en ver la santidad cotidiana, “los santos de la puerta de al lado” y propuso a José Gregorio como modelo para nuestra propia santidad en la Venezuela de hoy.
El Rector de la Universidad, Dr. Víctor Raga, concluyó la parte académica resaltando la importancia de un acto para rendir homenaje a un hombre, profesor, médico y santo, que supo dar testimonio de su fe en diálogo con la ciencia, sin claudicar de sus valores y en el respeto y tolerancia típico de una universidad, más aún en tiempo donde reinaba el primer positivismo cuyos postulados parecían ser incompatibles con la fe. La universidad, como toda la sociedad, debe ser y permanecer abierta a todo tipo de pensamiento y creencia.
El acto concluyó con una emotiva eucaristía, presidida por el arzobispo de Caracas, Mons. Raúl Biord Castillo, SDB, y concelebrada por el P. Javier Fuenmayor, SJ, párroco de la parroquia universitaria; el P. Reinaldo Gámez, vicerrector del seminario y licenciado en odontología en la UCV; el P. Gerardino Barrachini, vicepostulador de la causa de canonización, y el P. Jonathan Urquiola, párroco de La Milagrosa en Prado de María.
Al inicio de la misa, un nutrido grupo de estudiantes de medicina encabezaron la procesión de entrada, formando un conmovedor pasillo de honor para que la Cruz del Año Santo hiciera ingreso al aula magna llevada por varios jóvenes estudiantes de la pastoral universitaria.
El arzobispo de Caracas, en su homilía, expresó que se trataba de un acontecimiento histórico pues usualmente el aula magna es para realizar actos de grado de pregrado y posgrado, pero en esta ocasión asistimos a un acto inédito: “la graduación de santo de un alumno de la universidad”. El último, más difícil e importante grado al que puede aspirar una persona.
Recalcó el esfuerzo de una síntesis entre fe, razón y ciencia. José Gregorio fue profundo creyente, escritor de filosofía y reconocido científico. Se adelantó a síntesis que poco a poco fueron realizándose dentro de la iglesia, no sin dificultades, para superar posiciones dogmáticas que no están reñidas con la ciencia, pero que la iglesia poco a poco fue asumiendo.
Citó al P. Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo, filósofo y creyente, que propuso una maravillosa síntesis que permitió superar el aparente conflicto entre creación y evolución. La creación progresa sucesivamente desde la total dispersión donde la materia no es nada hasta etapas superiores. “Crear es unir”, le gustaba repetir al jesuita francés. La biogénesis, la zoogénesis, la psicogénesis, la antropogénesis hasta legar a la cristogénesis, donde Cristo aparece como el Punto Alfa y Omega, recapitulando toda la creación y la evolución. Todo un proceso de espiritualización donde Dios, desde la materia inicial, crea y recrea el espíritu con gran energía. La ley de la creación, de la evolución y de la personalización es “ser siempre más”.
El arzobispo subrayó los dos pilares que permitieron llegar al nuevo santo adonde llegó: la familia y la educación. Concluyó agradeciendo a la Universidad Central de Venezuela, heredera de la Real y Pontificia Universidad de Caracas, por este homenaje a José Gregorio Hernández que, ahora más que nunca, se presenta como un símbolo de unión para todos los venezolanos, pues atraviesa toda las fronteras sociales, económicas, políticas y religiosas, y nos convoca a poner a Venezuela, el bien del pueblo especialmente de los más pobres, por encima de intereses y parcialidades.
Mons. Raúl Biord concluyó diciendo que Venezuela ya no solo es “tierra de gracia”, sino que a partir de ahora y para siempre es “tierra de santos”.-