¿Relativo o relacional?
Son aquí oportunas las palabras del poeta: “¿Tu verdad? No la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”

Rafael María de Balbín:
Las relaciones constituyen una parte muy abundante e importante de la realidad que nos circunda y de la que formamos parte. En efecto, junto a las realidades sustanciales (aquella que tienen consistencia y peculiaridad en sí mismas) hay un cúmulo de realidades relacionales. Las relaciones son mucho más numerosas que las sustancias, puesto que cada realidad sustancial sustenta múltiples nexos relacionales con cada una de las otras realidades sustanciales.
Ya desde la filosofía aristotélica se ha venido señalando que una relación no existe separadamente, sino que se apoya siempre en una sustancia. Y viene constituida por un sujeto, un término y un fundamento. El sujeto es una sustancia, que se refiere a otra mediante la relación. El término es aquella otra hacia la que se dirige la relación. El fundamento es el aspecto de la realidad sustancial que apunta hacia otra. La relación es una tendencia, orientación o referencia entre realidades sustanciales, no una sustancia más.
Que algo es relacional significa un nexo real entre realidades sustanciales, que se refieren de algún modo unas a otras. El padre es el sujeto de la relación de paternidad, el hijo es el término de ella, y el fundamento es el hecho la activa generación por parte del padre. En cambio en la relación de filiación el hijo es el sujeto, el término es el padre y el fundamento la generación pasiva.
Una relación es real cuando lo son su sujeto, su término y su fundamento. Si alguno de ellos es solamente pensado o imaginado la relación es sólo de razón, es decir ficticia o irreal. Si afirmo que Don Quijote es más valiente que Sancho Panza, la relación entre esas dos valentías es ficticia, ya que los sujetos no son personas reales. Nuestra mente es capaz de relacionar entre sí múltiples aspectos de las personas y de las cosas, pero si falta realidad a algunos de esos aspectos, la relación no es real sino de razón o ficticia. La gran capacidad relacionante de la mente humana no debe llevar a confundir lo que en la realidad está relacionado con lo que es sólo un fruto de mi mente o de mi imaginación.
Retornando al ejemplo anterior: en el padre existe la relación de paternidad hacia el hijo. Esa relación es real. El padre no lo es relativamente con respecto al hijo: o es padre o no lo es. No es lo mismo relacional que relativo. En el uso más generalizado el adjetivo relativo implica relativismo, falta de realidad, mera especulación de la mente.
Cuando alguien alega frente a una afirmación de realidad que “eso es relativo” habría que preguntarle: ¿Relativo a qué? ¿Sólo a tu propia opinión subjetiva? El relativismo aparece como una aseveración gratuita contra el conocimiento de la realidad objetiva. En el fondo es una confusión entre la relación real y la relación de razón o ficticia.
El relativismo no es sino una resurrección del antiguo escepticismo, cerrazón gratuita ante la realidad: “El hombre (mi opinión subjetiva) es la medida de todas las cosas”. El subjetivismo parece postular que mi mente es el arquitecto de la realidad, que la realidad se pliega a mis deseos, o que más bien soy yo su creador. La realidad es relacional, pero no relativista.
Son aquí oportunas las palabras del poeta: “¿Tu verdad? No la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”
Buena parte de la realidad viene formada por un nexo de relaciones entre personas y cosas, cuyo descubrimiento constituye una perspicaz comprensión de la realidad. No son simplemente nexos subjetivos sino parte del conocimiento humano de la verdad, y como la capacidad humana de conocimiento es limitada, yo debo respetar lo que otras personas van captando de la realidad, que es compleja y relacional. Pero conocer y valorar las múltiples relaciones que la integran no implica relativismo.-