El Papa

León XIV a los cristianos orientales: «Sois preciosos. La Iglesia os necesita»

El Papa León XIV ha mantenido hoy un encuentro con los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales. En su discurso ha mostrado su admiración por esas Iglesias, ha valorado la riqueza de su liturgia, ha asegurado que toda la Iglesia las necesita y, dado que muchas de ellas se encuentran en regiones que sufren la violencia, ha vuelto a pedir que cesen las armas

«Cristo ha resucitado. ¡Verdaderamente ha resucitado! Os saludo con las palabras que, en muchas regiones, el Oriente cristiano no se cansa de repetir en este tiempo pascual, profesando el núcleo central de la fe y la esperanza». Con esas palabras ha empezado su discurso el Papa León XIV en el aula de Pablo VI llena de fieles de las iglesias orientales:

«Y es hermoso veros aquí precisamente con ocasión del Jubileo de la esperanza, de la cual la resurrección de Jesús es el fundamento indestructible. ¡Bienvenidos a Roma! Me alegra encontrarme con vosotros y dedicar a los fieles orientales uno de los primeros encuentros de mi pontificado».

El Pontífice ha llegado al corazón de los fieles orientales

«Sois preciosos. Al contemplaros, pienso en la diversidad de vuestras procedencias, en la historia gloriosa y en los duros sufrimientos que muchas de vuestras comunidades han padecido o padecen».

Tras citar tanto a Francisco como a San Juan Pablo II y León XIII, antecesores suyos en la Cátedra de Pedro, ha valorado la riqueza litúrgica de las iglesias:

«Es significativo que algunas de vuestras liturgias —que en estos días estáis celebrando solemnemente en Roma según las distintas tradiciones— aún utilicen la lengua del Señor Jesús. Pero el Papa León XIII expresó una sentida llamada para que la «legítima variedad de liturgia y de disciplina oriental […] redunde en […] gran decoro y utilidad de la Iglesia» (Orientalium dignitas)».

La pesadilla de la guerra

Una riqueza que no deberían perder los cristianos que necesitan emigrar a Occidente:

«…porque hoy muchos hermanos y hermanas orientales, entre ellos varios de vosotros, obligados a huir de sus tierras de origen por causa de la guerra y las persecuciones, de la inestabilidad y la pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder, además de la patria, también su identidad religiosa. Y así, con el paso de las generaciones, se pierde el patrimonio inestimable de las Iglesias Orientales».

Circunscripciones orientales en la diáspora

León XIV ha insistido en lo que ya señaló el anterior Papa León, quien observó que «la conservación de los ritos orientales es más importante de lo que se cree» y para ello prescribió incluso que «cualquier misionero latino, del clero secular o regular, que con consejos o ayudas atraiga a algún oriental al rito latino» fuera «destituido y excluido de su oficio»:

«Acojamos el llamado a custodiar y promover el Oriente cristiano, sobre todo en la diáspora; aquí, además de erigir, donde sea posible y oportuno, circunscripciones orientales, es necesario sensibilizar a los latinos».

En ese sentido, el Papa ha pedido al Dicasterio para las Iglesias Orientales que le ayude a definir principios, normas y directrices mediante las cuales los pastores latinos puedan sostener concretamente a los católicos orientales en la diáspora.

León XIV ha subrayado la importancia que tienen los cristianos orientales:

«La Iglesia os necesita. ¡Qué gran aporte puede darnos hoy el Oriente cristiano! ¡Cuánto necesitamos recuperar el sentido del misterio, tan vivo en vuestras liturgias, que implican a la persona humana en su totalidad, cantan la belleza de la salvación y suscitan el asombro por la grandeza divina que abraza la pequeñez humana»!

Y ha señalado la necesidad que tiene Occidente de redescubrir la espiritualidad oriental, que debe ser preservada.

«¡Y cuán importante es redescubrir también en Occidente el sentido del primado de Dios, el valor de la mistagogía, de la intercesión incesante, de la penitencia, del ayuno, del llanto por los propios pecados y por los de toda la humanidad (penthos), tan típicos de las espiritualidades orientales! Por eso es fundamental custodiar vuestras tradiciones sin diluirlas, tal vez por comodidad o practicidad, de modo que no se corrompan con un espíritu consumista y utilitarista.»

Tras citar a San Efrén el Sirio y a San Isaac de Nínive, el Papa ha abordado la dramática situación que vive Oriente Medio:

«¿Quién, pues, más que vosotros, puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? … Y sobre todo este horror, sobre las masacres de tantas vidas jóvenes que deberían provocar indignación, porque, en nombre de la conquista militar, las víctimas son personas humanas, resuena un llamamiento: no tanto el del Papa, sino el de Cristo, que repite: «¡Paz a vosotros!» (Jn 20,19.21.26). Y precisa: «La paz os dejo, mi paz os doy. No como la da el mundo, yo os la doy» (Jn 14,27)».

El Papa ha recordado que la paz no puede ser la paz de los cementerios:

«La paz de Cristo no es el silencio sepulcral tras el conflicto, no es el resultado de la imposición, sino un don que se dirige a las personas y reactiva su vida. Oremos por esta paz, que es reconciliación, perdón, valentía para pasar página y volver a empezar».

Además, se ha comprometido a esforzarse para que se alcance la auténtica paz.

«Para que esta paz se difunda, yo emplearé todos los esfuerzos. La Santa Sede está disponible para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los pueblos se les devuelva la esperanza y la dignidad que merecen: la dignidad de la paz».

Y ha hecho un llamamiento a los gobernantes

«Los pueblos quieren la paz, y yo, con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben callar, porque no resuelven los problemas, sino que los agravan; porque pasará a la historia quien siembre paz, no quien coseche víctimas; porque los demás no son ante todo enemigos, sino seres humanos: no malvados a quienes odiar, sino personas con quienes dialogar. Rechacemos las visiones maniqueas, típicas de narrativas violentas, que dividen el mundo en buenos y malos».

Tras asegurar que «la Iglesia no se cansará de repetir: que callen las armas», ha dado las gracias a los cristianos «que, especialmente en Oriente Medio, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas».

Tras una nueva cita de un santo oriental, San Simeón el Nuevo Teólogo, el Papa ha concluido su discurso aseverando que «el esplendor del Oriente cristiano exige, hoy más que nunca, libertad de toda dependencia mundana y de toda tendencia contraria a la comunión, para ser fieles en la obediencia y en el testimonio evangélico».-

Discurso completo (traducción al español no oficial)

(InfoCatólica)

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