Francisco José de Jaca

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
No he podido conseguir hasta ahora la obra del Corpus Hispanorum de Pace, publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, Madrid 2002, sobre Francisco José de Jaca. Prácticamente un desconocido para los venezolanos, quien misionó varios años en nuestra tierra, un capuchino de primera hora, del siglo XVII, pionero de la lucha contra la esclavitud de los negros en América,.
Como ha sido costumbre hasta hace poco, los miembros de las órdenes mendicantes una vez que hacían votos tomaban como apellido el del lugar de nacimiento. Francisco José nació en Jaca en 1645, pueblo aragonés en la cordillera pirenaica, famosa en tiempos modernos por las pistas de patinaje sobre hielo. Entró en 1665, a los viente años, en el convento de Tarazona. Recibió la ordenación sacerdotal en 1672.
Si bien las órdenes religiosas que vinieron a América tuvieron importantes conventos, centros de formación e investigación, en los que la nueva realidad promovió en la inquietud de aquellos intrépidos hombres, en la reflexión para asumir la explicación de la naturaleza exótica y atrayente del nuevo mundo, pero sobre todo, el valorar las culturas de los pueblos originarios desentrañando sus aspectos positivos y negativos en comparación de la cultura europea, y más allá, en el cariño hacia sus habitantes para no permitir el abuso por parte de los avaros buscadores de riquezas y honores en quienes la vida humana valía poco ante el afán de obtener prebendas personales.
Franciscanos, dominicos y jesuitas, junto a algunos clérigos diocesanos de la mano de prelados de gran talla, publicaron obras escritas en latín, castellano y lenguas originarias, sobre las costumbres y la manera de adecuarlas a la imposición de la cultura hispana que se presentaba como el mejor espejo de la dignidad humana. Contrastaba aquello con el comportamiento esclavista, entre otros, en los que hubo en general una valoración más positiva de los indígenas no siendo así respecto del tráfico de negros venidos de África que los vendían como mercancía igual al ganado.
En 1677, Francisco José de Jaca fue enviado al convento capuchino de Caracas para misionar en los llanos centrales de la provincia de Venezuela. En 1681 se le trasladó al Darién en la zona cenagosa, famosa hoy por ser el camino transitado por numerosos grupos humanos que buscaban en el norte mejor vida. Pero le anularon este destino para enviarlo a La Habana tomando el barco en Cartagena de Indias, centro importante de la trata de esclavos, donde había vivido el jesuita San Pedro Claver, defensor de los negros esclavos.
Impactado por lo vivido en tierra caribeña escribió en La Habana, su obra: Resolución sobre la libertad de los negros y sus originarios, en estado de paganos y después ya cristianos. Fue acusado de generar disturbios por sus prédicas que ordenaban la liberación de los esclavos afirmando que «poseer esclavos es contrario al derecho», se retiró a la ermita de San Cristo fuera de la ciudad. Se sumó a su causa otro capuchino nativo de Borgoña, provincia francesa, Epifanio de Moirans, quienes se negaban a dar la absolución a los dueños de esclavos. Poco tiempo duraron en la isla, pues el 4 de octubre de 1682 llegaron a Cádiz para ser sometidos a proceso ante el Consejo de Indias
Los dos fueron devueltos a España y llegaron a Cádiz el 4 de octubre de 1682 donde fueron sometidos a proceso ante el Consejo de Indias y ante el Consejo de Estado. El capuchino francés fue destinado a Sevilla y el aragonés a Valladolid, pero ambos recurrieron a Roma para defender la libertad de los negros, pero el Santo Oficio desestimó el caso. Ambos fueron liberados en mayo de 1685 y Francisco José regresó a Venezuela donde murió en 1690. Nos toca averiguar la existencia de alguna reseña de su fallecimiento y el lugar de su sepultura. Ambos frailes fueron considerados pioneros de los abolicionistas, lo cual pone muy en alto la igualdad de la dignidad humana sin distinción de color o proveniencia.
La temprana conciencia de la defensa de los negros esclavos provenientes de África tuvo en varios frailes de diversas órdenes, sus mejores aliados. Habrá que esperar hasta el siglo XIX para que empiece a reconocerse su dignidad y la abolición de tan nefasto negocio en los diversos países europeos y americanos. Rindamos homenaje a este fraile de Jaca que hizo de la tierra americana y de nuestro terruño venezolano parte de su vida.-
18-5-25