Testimonios

Misionero en el Ártico: «Que sobreviva la Iglesia en Noruega depende de quitar la nieve cada mañana»

El párroco polaco Rafał Ochojski vive en la ciudad de Hammerfest, tierra de auroras boreales

Hammerfest se encuentra a 600 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico. Es una de las ciudades más septentrionales del mundo, tierra de auroras boreales y el hogar de un misionero. El portal Misyjne, de los misioneros oblatos, acaba de recoger su testimonio en primera persona.

«Son las 6:00 de la mañana. La luz de los números del despertador y los sonidos del piano me devuelven a la realidad. Me levanto, me siento en el borde de la cama y me santiguo. Lo primero que me viene a la mente es cuánta nieve cayó durante la noche. Miro por la ventana: la nieve ha cubierto el segundo peldaño de la escalera de la iglesia. Qué lástima, tengo que buscar una pala», relata el sacerdote y misionero polaco Rafał Ochojski.

Visitas semanales para dar la Comunión a los enfermos.
Rafał Ochojski

«Primero, un expreso, corto y fuerte. El característico sonido del molinillo rompe el silencio matutino. Luego, a la iglesia. Me arrodillo un momento ante el sagrario y enciendo una vela en la capilla de Nuestra Señora. Un ritual breve. Es un expreso espiritual, rápido, pero fortalecedor.»

Dos horas de quitar nieve

«Una chaqueta reflectante, zapatos, guantes y un gorro. Una pala y dos horas de lucha contra la nieve. Hay que limpiar los aparcamientos y la plaza que hay frente a la iglesia. La parroquia alquila plazas de aparcamiento; es una fuente de ingresos. ¿La condición? Quitar la nieve con regularidad».

«Siempre empiezo temprano, antes de que lleguen los conductores. Mientras limpio la nieve, medito, porque mi mente está más más fresca y mis pensamientos son más sinceros. Aunque, normalmente, no son pensamientos piadosos».

Vista de Hammerfest desde la colina de Salen.Rafał Ochojski

«A veces, sobre todo cuando nieva mucho, y quitar la nieve parece inútil, le digo al Señor: «Lo siento, pero ahora mismo no puedo orar con palabras, y digo ‘hielo y nieve, bendecid al Señor’. Creo que de eso se trata la oración: no de palabras bonitas, sino de sinceridad. Él sabe lo que hay en mi corazón».

«Tras limpiar la nieve de las escaleras y de la plaza frente a la iglesia, regreso a casa. Una vez pensé que una de las condiciones para que sobreviva la Iglesia Católica en Noruega es… un camino despejado hasta la iglesia. Y no es para menos. Las iglesias protestantes suelen estar solo abiertas los domingos, mientras que aquí la vida se mantiene a diario».

La soledad en la noche polar

«Después de limpiar la nieve, un baño caliente para no enfermar. Luego el breviario, meditación y desayuno. Después del desayuno, según lo que tenga planeado, trabajo. A veces físico, porque hay que limpiar o arreglar algo, a veces trabajo de oficina. El horario diario es clave, sobre todo cuando estás solo. No se trata de seguir un horario, sino de seguir un ritmo, sobre todo durante la noche polar, cuando el cuerpo y la mente pueden desmoronarse».

Con las hermanas isabelinas, que llevan 145 años en Noruega.
Rafał Ochojski

«La vida en Hammerfest no es ni aburrida ni monótona. Se centra, sobre todo, en la pastoral. Es un poco diferente a la de Polonia, ya que hay menos gente y la diversidad cultural le da un matiz distinto. Mi parroquia cuenta con 520 personas de más de 40 países«.

«Además de celebrar los sacramentos, viajo a otros tres lugares: al mencionado Honningsvåg (20 km antes del Cabo Norte, o Nordkapp), Havøysund (a unos 180 km) y a Kjøllefjord (a 370 km de Hammerfest; donde hay unas 4 o 5 personas en misa). Doy las misas tras acordarlo con la gente previamente. Llegar es una cosa. Volver es otra historia. A veces, debido a las condiciones meteorológicas (nieve, avalanchas, inundaciones), llegar al lugar es imposible«.

«Por eso, en invierno, siempre llevo un termo, algo para comer, una pala y un saco de dormir calentito en el coche. También llevo medicamentos, pasta de dientes, un cepillo y un cargador de móvil. Nunca se sabe dónde tendré que pasar la noche«.

Lavar y cocinar

«Además del cuidado pastoral, está la vida cotidiana: limpiar, lavar, cocinar, cuidar la iglesia. Aquí no hay ni ama de llaves ni sacristán. Me gusta esta vida. Me ayuda a integrarme con la realidad de las personas a quienes predico el Evangelio«.

Santa Misa en las montañas de Noruega.
Rafał Ochojski 

«Cuando estaba en Narvik (mi anterior parroquia), alguien se me acercaba mientras quitaba la nieve, me hablaba y me preguntaba si era el párroco. Nos elogiaban por quitar la nieve con tanto esmero. Solo Dios sabe si esos fríos montones de nieve recién quitada no reconfortan a algún corazón humano«.

«Es imposible no mencionar la belleza de Noruega. Puede que no lleve aquí mucho tiempo (cinco años), pero me fascina el paisaje. Agreste, exigente, a menudo áspero e inaccesible. Quizá por eso es tan emocionante: como el mismísimo Creador. Exigente, a menudo inaccesible, y, al mismo, tiempo infunde paz y sencilla alegría en el corazón».

«El invierno dura oficialmente del 13 de noviembre al 10 de abril, aunque suele extenderse más. Es época de luchar contra la nieve, afrontar la oscuridad y las dificultades en las carreteras. Pero cuando el sol asoma por el horizonte, la vida despierta de repente. Es increíble cómo reacciona el cuerpo a la luz, tras meses de oscuridad. Los ojos tienen que acostumbrarse de nuevo a la luz solar«.

«Noruega cautiva por su crudeza. Puede ser exigente, pero deleita. Aquí todo es extremo: heladas, viento, sol y noche. Quizás por eso es tan fácil ver las huellas de Dios. A veces en el poder de las montañas, a veces en el susurro de la aurora boreal. Pero, con mayor frecuencia, en los corazones humanos».-

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