Opinión

La negación como problema

Mucha gente se ha acostumbrado a “no ver” lo que pasa, lo que nos rodea. Viven en “el cómo sí” no estuviera pasando nada. Eso estimulado desde la propaganda

 

Gloria Cuenca:

 

Negar la realidad es uno de los problemas a los que el humano, sin saberlo, enfrenta y puede ser una patología grave. Sin darse cuenta se convierte en una enfermedad mental terrible: la esquizofrenia. Se empieza por negar la realidad y en oportunidades se termina inventando una realidad paralela, que no existe sino en la imaginación del enfermo.

Otro problema, con relación a la cuestión de la negación es cuando no se sabe decir que no. Se producen dificultades y en oportunidades la situación se complica para quien no sabe decir que no y también para quien no se imagina, que se le ha dicho de manera forzada, sí.  Al hablar de la negación, recurrí  a la sabiduría del diccionario y encontré la siguiente definición: “la negación es cuando algo verdadero se invierte, como si fuera falso”. (Lo falso se presenta como verdadero) Nada más preciso, que la definición, encontrada. Se niega la realidad, la verdad, y se pretende convencer a los demás de qué, ve algo falso. En estos tiempos complejos hay una sobreabundancia de información, desinformación, fakes y demás cuestiones; eso complica conseguir la verdad. Esto a pesar de que, en oportunidades está abiertamente expuesta por los hechos; al salir a la calle observamos: el deterioro de la ciudad, los ancianos hambrientos y abandonados, buscas un médico y el sistema de salud no funciona, o debes pagar los insumos. La gente gana poco dinero, el transporte, caro y malo, no hablemos de la educación, es cuestión aparte. Ir al mercado, terrible, no alcanzan los reales. Siempre con la disyuntiva: ¿compras víveres o medicinas?

Frente a gente famélica, niños raquíticos, adultos en el “rebusque”, en oportunidades sano, en otras inmoral, los ancianos desesperados; ¿qué pensar? ¿podemos ocultar la realidad y negarlo? No puedo hacer esto. Lo siento. He trabajado para ser y estar comprometida con la verdad, a través del periodismo, con ética profesional, personal y social. Mucha gente se ha acostumbrado a “no ver” lo que pasa, lo que nos rodea. Viven en “el cómo sí” no estuviera pasando nada. Eso estimulado desde la propaganda: “país potencia”, “ ganaremos  la guerra, contra quien sea”, “no existe tráfico de drogas”, entre cuestiones que repiten, pensando aquello de qué, “una mentira dicha 1000 veces, se transforma en verdad”. El nacionalsocialismo, el estalinismo, el maoísmo, el castrismo, demostraron que no es cierto, no ocurre así. La realidad, al fin, se impone por encima de la mentira, con hechos: todo está muy bien, expresan en los medios; lo que pagan no alcanza para comprar los alimentos, menos las medicinas. Entonces, ¿cuál es   verdad? Para negar la realidad que aparece ante nuestros ojos, claramente, hay que “hacerse el loco” en criollo. Negar lo que vemos, es un riesgo,   se puede terminar, en enfermo mental. La infernal propaganda comunista, puesta en práctica en pobres países que cayeron desde una dictadura al comunismo, le resultaron creíbles a los pueblos ingenuos e ignorantes; lograron un sometimiento casi absoluto. En nuestro país no funcionó. Hubo engaño al comienzo, y algunos creyeron, al saber que se trataba de implantar el socialismo del siglo XXI, o comunismo, la gente reaccionó. Frente a la realidad, se convenció de que,   el sistema, ni funciona, ni sirve. Hasta Fidel Castro lo reconoció en sus años finales.

Hubo 40 años de democracia representativa, con defectos y virtudes, se conoció la verdad, la libertad, la democracia y la justicia, antes de llegar  a la falta de libertad de expresión e información, la destrucción de la industria de la comunicación y de todos los medios masivos de comunicación, producto de la revolución “y que bonita”.  Quienes conocimos la otra Venezuela, no podemos aceptar este destino infame que quieren nos quieren imponer. Este es un pueblo amante de la libertad y la democracia.

Frente al despliegue norteamericano en las Costas de nuestro Mar Caribe, el régimen se comporta como si se trata de un juego. Aparentemente, las consecuencias que pueden ocurrir con una intervención armada en el país, no interesan. También, puede ser, que no les importa lo que pase a los venezolanos. No soy experta en cuestiones militares, (líbreme Dios) soy sensata, pienso con lógica; me resulta imposible creer que ese despliegue es solo para asustar. Creo que les están demostrando lo que hay, lo que puede suceder a ver si se entregan o se van. ¿Cómo es esto posible? Bueno es que se ha llegado a extremos insostenibles, y con el empeño de negarlo, desconocen, una vez más la realidad.

La vida nos lleva por un cauce. Somos dueños de nuestro destino hasta cierto punto y hacemos, decidimos y también soportamos, en determinadas circunstancias. En otras, somos juguetes de la voluntad ajena. Cuando se trata de gente de bien, decente, con normas y principios éticos, creyente en Dios Todopoderoso, con sinceridad, es posible el entendimiento y seguramente habrá humanidad en el más completo sentido de la palabra, para lograr acuerdos y salidas, aun cuando se piense distinto. Sin embargo, con gente hipócrita, que nunca dice la verdad, siempre mentiras y falsas promesas, es prácticamente imposible convivir, llegar a algo en conjunto y alcanzar la paz con democracia. Creo en los ciclos históricos. Pienso que estamos al final de uno de los más complejos que nos ha tocado vivir. Confiemos en que triunfe la inteligencia, la cordura, la sensatez. Estamos, una vez más, en manos de nuestro Dios y de la Virgen del Valle, en esta semana de su aniversario, también, el de la Virgen de Coromoto. ¡Confiemos en su Divina voluntad!.-

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