Bufones, ni locos ni payasos: el privilegio de decirle la verdad al poder
Los bufones no solo daban cabriolas y hacían reír, algunos fueron astutos consejeros. Solo ellos tenían el privilegio de decir la verdad a los reyes y han inspirado a pintores, músicos y escritores

Danga era un pigmeo que vivió en el siglo XXIV a. C. y trabajó para el faraón Djedkarê Isési. Es el primer bufón de corte del que se tienen noticias. Lo habían apresado porque a los antiguos egipcios les hacía gracia la pequeñez de los pigmeos.

Bufones ha habido muchos desde entonces: su misión era divertir, pero algunos han ejercido de astutos consejeros y otros lograron un ascenso social por saber contentar a los poderosos. Este oficio, que se prolongó hasta el Renacimiento, ha inspirado exposiciones en el Louvre de París y en el Museo del Prado, que dedicó una muestra a los que trabajaron en la Corte de los Austrias. Y fueron muchos. José Moreno Vila contabiliza 123 solo con los Austrias en su libro Locos, enanos, negros y niños palaciegos. Gente de placer que tuvieron los Austrias en la Corte española desde 1563 a 1700.

«Costumbre antigua de príncipes tener cerca de sí locos […] para que, si los cuerdos no les dijeran las verdades, se las digan los locos», dijo Francisco de Quevedo sobre los bufones. Ellos podían decir las verdades a los reyes, tenían esa venia: ‘el privilegio del bufón’ se llama. También podían cambiar su estatus social si atinaban en su trato con sus dueños. Roland el Pedorro, por ejemplo, divirtió tanto a Enrique II de Inglaterra sincronizando brincos, silbidos y pedos que el rey lo compensó con una casa solariega y cien acres de tierra. William Sommers, que entretuvo a Enrique VIII, se ha colado en cuadros y obras de teatro; el polaco Stańcyk fue tan hábil y astuto consejero de Estado que contaron con sus servicios tres reyes.

Archibald Armstrong, sin embargo, se pasó de la raya con sus chistes y Jacobo I de Inglaterra lo envió al destierro. Triboulet, un ingenioso payaso palaciego que trabajó para Luis XII y Francisco I de Francia, inspiró a Victor Hugo su obra El rey se divierte, en la que Verdi se basó para su ópera Rigoletto.
Normalmente iban vestidos de rojo —símbolo tanto de poder como de pecado—, lo que subrayaba esa doble condición del bufón: un personaje cómico y estridente en la apariencia, pero inquietante por lo que se atrevía a decir.-
Viernes, 10 de Octubre 2025




