El que controla el ego, controla el miedo
Hay legiones de hombres y mujeres que, en la historia milenaria de la humanidad han aprendido a vencer el miedo. Y han podido derrotar el miedo a fuerza de bien

Dagoberto Valdés Hernández:
A ver quién llega al final de esta columna… sin miedo.
El miedo campea en Cuba. Miedo a las enfermedades y a la muerte. Miedo al hambre y a la miseria. Miedo a los ciclones y al desamparo. Miedo a la violencia. Miedo a la represión y a la cárcel. Miedo a la mentira y a la difamación. Miedo al régimen y a la corrupción. Miedo a la incertidumbre del presente y al qué pasará en el futuro.
La lista de nuestros miedos crece en la misma medida que el inmovilismo y la cerrazón al cambio en paz crecen y “estiran la liga”… hasta la desesperación. Cuba vive en la más terrible situación crítica terminal jamás experimentada antes en ninguno de los años y siglos anteriores. Y eso nos hace vivir en el miedo.
El miedo es un mecanismo de defensa que nos alerta de los peligros y dispara nuestras reacciones para preservar nuestra vida, alejarnos del peligro, huir de todo lo malo. El miedo bien administrado puede ser un escudo protector, una señal de alarma. El miedo puede servir para precaver, para cuidarnos, para protegernos de las acechanzas del sistema del mal que nos aplasta. En estas circunstancias tener miedo es lo normal. Es lo natural. Es lo humano.
Lo que no es normal es que al miedo a los peligros producidos por fenómenos naturales se sumen el miedo inducido por el poder, por los medios de comunicación, por los delatores y los órganos represivos.
Lo que no es normal es el hambre y no se puede normalizar, es inaceptable. Los apagones no son normales y no se pueden normalizar, son inaceptables. La falta de medicamentos, la mala atención médica y el descalabro del sistema de salud, no son normales, no pueden normalizarse, son inaceptables. La mentira, el fusilamiento moral, la difamación, la satanización de la discrepancia y el terror mediático, no son normales, no deben normalizarse. Son inaceptables.
Lo que no es natural, ni humano, es que se nos imponga un sistema de vida y un régimen político, un modelo económico y una violencia social que van contra nuestra propia naturaleza y contra la dignidad humana. No es normal, ni es moral, ni es justo ni se puede justificar con ningún argumento. Es inaceptable. Es un crimen de lesa humanidad.
¿Cómo vencer el miedo?
Decir que todo lo anterior no provoca miedo es mentir. Se hace precisamente para producir miedo. Se hace para controlar y oprimir por el miedo.
Sin embargo, hay una buena noticia: el miedo se puede controlar, se puede gestionar y se puede vencer. Sí, podemos vencer al miedo. Se puede derrotar al miedo.
Hay legiones de hombres y mujeres que, en la historia milenaria de la humanidad han aprendido a vencer el miedo. Y han podido derrotar el miedo a fuerza de bien, con las armas de la paz, con la potencia de la virtud, con el amor que todo lo puede, todo lo soporta, todo lo aguanta (I Corintios 13, 4-8).
La buena noticia para todos los cubanos, en la Isla y en la Diáspora, es: que se puede “vencer al mal a fuerza de bien” (Romanos 12, 21).
Esto lo demostraron los que lo dijeron entregando su vida. Nadie tiene mayor amor. Nadie tiene mayor prueba de que es posible vencer al miedo. Lo proclaman los mártires religiosos por defender su fe. Lo proclaman los mártires civiles defendiendo los derechos humanos. Lo proclaman los hombres y mujeres sencillos, desconocidos, comunes, venciendo cotidianamente sobre el miedo defendiendo lo que es justo; venciendo cotidianamente sobre la mentira sistemática, diciendo sencilla y llanamente la verdad que nos hace libres; lo proclaman cotidianamente los héroes comunes e ignorados que no se dejan domesticar por el mal ni se resignan a la calamidad.
Todos estos nos demuestran, cada día, a nivel de calle, de vecindario, de trabajo, de Iglesia, entre amigos, que el miedo puede ser controlado y vencido. Miremos a nuestro lado, miremos a nuestra historia, miremos a nuestro presente, esas personas que han aprendido a gestionar, a controlar y a vencer al miedo, caminan y conviven con nosotros, no llevan armas, no son violentos, no tienen el poder del terror, son personas sencillas pero firmes. Son personas comunes pero perseverantes. Son personas normales pero heroicas en su batalla interior y silenciosa contra el miedo. Y lo han vencido.
Tú también puedes vencer el miedo.
¿Cuál es su secreto?
Aquí van unas propuestas para vencer al miedo:
1.Identifica, localiza y describe bien tu miedo. No dejes que te inunde un miedo difuso, ignoto, tenebroso. Enciende tu luz interior y focalízalo, mídelo, sopésalo, acorrálalo, hasta delimitar su verdadero alcance. Si lo logras, haz ganado la mitad de la batalla contra el miedo.
2.Calcula el verdadero alcance de tu miedo. ¿Qué es, en realidad, a lo que me arriesgo? ¿ Hasta dónde pueden llegar, aquí y ahora, las consecuencias de mi actuar? ¿Hasta dónde soy capaz de aguantar, de llegar, de sostener? Y por fin, lo más decisivo: ¿hasta dónde estoy dispuesto a entregar, a entregarme? ¿Hasta dónde mi ego, es decir, mi egoísmo, mis intereses, mi inmediatez, mi comodidad, mis privilegios, mi estabilidad, mi dominio, mi miedo al qué dirán, mi necesidad de aparentar, de ser reconocido, de “quedar siempre bien”, de cambiar de color y de máscaras para adaptarme pasivamente al ambiente, ajustándome “al buen vivir” del domesticado, hasta dónde todo esto me condiciona, me reprime, me domina? Calcular bien el alcance del miedo y hasta dónde puedo entregarme, es otro gran avance en este camino.
3.El poder de mi ego es directamente proporcional al poder del miedo sobre mí, por eso dicen los psicólogos que quien controla al ego, controla al miedo. Por tanto, es estrictamente necesario para vencer al miedo, decidir, optar libremente, cuánto poder le voy a arrebatar a mi ego, a mi egoísmo, a mi comodidad, a mis instalaciones personales en mi “búnker” de seguridad a costa de mi eticidad. Para vencer el miedo hay que aprender a arriesgar prudentemente, es decir: podar el ego gradualmente, como en las repeticiones del gimnasio. Se domina al miedo subiéndole la “carga” al “músculo” que domina a mi ego. Apostando a perder las pequeñas “ganancias” de esta vida, siempre transitorias, por ganar los grandes valores superiores de la Vida (con mayúscula) que perdura, como son mi dignidad, mi libertad, mi honestidad, mi integridad, mi espíritu de servicio a las grandes causas, mi proyecto de vida espiritual, mi trascendencia, mi amor de entrega.
4.Estar dispuestos a cambiar mi adaptación pasiva a la situación en que vivimos para gestionar una adaptación activa al medio en que vivimos. Enrique Pichón-Riviere, el padre de la psicología social, reconoce que la ansiedad ante un desafío en nuestra vida enfrenta dos miedos básicos: “el miedo a la pérdida” del equilibrio alcanzado en la vida anterior… y “el miedo al ataque” en la nueva situación para la que el sujeto no se siente preparado. Por tanto, para vencer la ansiedad hay que entrenarse en superar el miedo a perder algo por una razón o causa mayor; y el miedo al ataque que podamos recibir por actuar de esa manera. Esto es, necesitamos aprender a adaptarnos pero transformándonos, poco a poco, por dentro, y transformando, poco a poco, la realidad. Esa es la adaptación activa. Algo hay que perder y algún ataque debemos aguantar. Pero si lo logramos, eso es vencer al miedo.
Aquí podemos encontrar la explicación del por qué en Cuba algunos han perdido un poco el miedo: mientras menos tengamos que perder, más fácil será ganarle al miedo. Mientras más burdos y mentirosos sean los ataques, más fácil será vencer al miedo. Mientras peor sea la actual situación más desearemos el cambio y le tendremos menos miedo a lo que vendrá porque crecen las probabilidades de que el porvenir sea mejor que esto que padecemos.
En resumen:
La vida es mejor si logramos dominar al miedo.
Podremos dominar mejor al miedo si logramos vencer a nuestro ego.
Podremos vencer a nuestro ego si logramos superar “el miedo a la pérdida” de algo por alcanzar una vida mucho más digna.
Y podremos alcanzar una vida superior, mucho más digna y plena si logramos prever y aguantar con resiliencia “el miedo a los ataques” que puedan venir de un lado y del otro por haber vencido nuestros miedos y actuar en consecuencia.
Esto no es solo teoría para vencer al miedo: es experiencia.
¡Ánimo, tú también puedes!.-
24 de noviembre de 2025




