Iglesia Venezolana

Mons Mariano Parra Sandoval: El Adviento nos advierte que la Navidad no es una celebración sino el reencuentro con Dios

Este 30 de noviembre es el primero de los cuatro domingos de adviento, que son preparativos para celebrar el nacimiento de Jesús y mediante la oración, la penitencia y la reflexión nos indica que la Navidad no es una celebración mundana sino el más feliz reencuentro con Dios.

Así lo manifiesta a El Impulso, monseñor Mariano José Parra Sandoval, obispo emérito de la Arquidiócesis de Coro y antes obispo de San Fernando de Apure y de Ciudad Guayana, quien entre otras responsabilidades fue director del Departamento para las Vocaciones y los Misterios, así como subsecretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana.

La palabra adviento lo dice todo para la Iglesia, viene del latín venida, y es el tiempo de cuatro semanas para la celebración de la primera venida de Nuestro Señor Jesucristo en un portal de Belén, explica. En ese entonces sucedió el misterio más grande: el misterio del Dios Todopoderoso, que lo puede todo y lo sabe todo, se hace pequeño, humilde, se encarna en el vientre de la virgen María, para lograr así la salvación del género humano. Y, por tanto, para comprender ese misterio, la Iglesia ha decidido prepararse, meditando, reflexionando y orando, para que nosotros podamos comprender la grandeza de lo que debemos celebrar en Navidad.

La Navidad no es una celebración mundana con personajes y objetos distintos al misterio, sino que el adviento es un tiempo muy especial, el cual nos propone celebrar la venida del Señor, agrega seguidamente. El centro de la Navidad es Jesús que se encarna en el seno de María santísima, se hace pobre, se hace humilde, se hace sencillo, para precisamente lograr la reconciliación de la humanidad con Dios, a través de su encarnación, muerte y resurrección.

En este sentido, el adviento nos pide que en estas cuatro semanas hagamos un alto para llevar a cabo jornadas de reflexión, meditación y de oración sobre el misterio que vamos a celebrar en Navidad, para que no sea ésta una celebración mundana, sino religiosa en la cual nos llenemos de alegría por el nacimiento de Jesús.

La preparación que se nos pide en estas cuatro semanas tiene cada una de ellas un personaje distinto y un tema específico, prosigue. El primer personaje es Juan Bautista; el segundo, es San José; el tercero, la Virgen María; y el cuarto, por supuesto, Jesús. Y el temario lo constituyen la esperanza, la paz, la alegría y el amor.

La esperanza está en el Salvador y de que el Salvador volverá, tendrá una segunda venida. La paz es precisamente poder convivir en un clima de justicia y de amor, porque quien es justo aprende amar, y la humanidad a través de la encarnación de Cristo aprenda a convivir, sabiendo que cada uno de nosotros es distinto, pero somos hijos de Dios y tenemos la misma dignidad. Debemos, por lo tanto, respetarnos y alejar  las asperezas que puedan existir, por supuesto, poniendo todos nuestra parte para convivir con justicia. El tercer domingo la Iglesia nos llama a la alegría, invitación para que viviendo en la esperanza, la justicia y la paz, nos anime en una plena alegría interna. Y el amor, que es el tema del último domingo, engloba todo lo anterior porque Dios nos creó a su imagen y semejanza. Y si Dios es amor, como dice San Juan, hemos sido creados para amar y ser amados.

De todo lo expuesto podemos decir que tanto la esperanza como la paz, la justicia y la alegría se resume en amor, porque cuando uno ama tiene la esperanza que Dios está con nosotros y no nos deja nunca, contamos con la justicia porque Dios nos va a inspirar todo lo necesario para convivir con nuestros hermanos, tenemos la paz porque sabemos que podemos vivir tranquilamente y, desde luego, tendremos alegría porque estamos impregnados del amor que nos proporciona Dios.

Cuando se le pregunta el motivo por el cual se utiliza el morado en adviento, monseñor Parra Sandoval responde que su significado es de reflexión y penitencia, ya que se nos exige prepararnos para recibir a Dios naciente a través de la reencarnación de Jesús en un portal de Belén.

Monseñor Parra Sandoval lamenta que la sociedad, en el curso de los últimos años, está tratando de sacar a Dios de nuestras convicciones espirituales y, alegremente, suplantarlo por objetos y personajes que, realmente, tienen origen de tipo comercial, como por ejemplos el árbol navideño, San Nicolás y el espíritu de la Navidad.

El árbol de la Navidad tiene, hasta cierto punto, un sentido cristiano porque implica el árbol de la vida; pero, nunca podrá reemplazar lo que San Francisco de Asís logró a través del pesebre, porque éste nos recuerda de manera gráfica el misterio del nacimiento de Jesús.

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El criterio comercial y publicitario ha introducido otros aspectos que nada tienen que ver con la Navidad, desde nuestro punto de vista de la fe y contradicen el significado del misterio, aclara. San Nicolás es la imagen publicitaria de una bebida ahora consumida en todo el mundo y el personaje en cuestión es un sujeto de avanzada edad, contrario al niño del pesebre, que ostenta tener mucho dinero y proporcionar regalos a diestra y siniestra en todas partes. Y el otro personaje. que lamentablemente muchos católicos lo han adoptado sin tomar en cuenta lo que significa, que es el llamado Espíritu de la Navidad, que también es un sujeto viejo, rico, todo lo contrario a lo que celebramos nosotros, que es un niño humilde y pobre,  en el que se ha encarnado la segunda persona de la Trinidad.

Y por último, monseñor Parra Sandoval también deplora que ya estén desapareciendo tradiciones navideñas como el patinaje de los muchachos y los cantos de los villancicos venezolanos, que, según su opinión, eran cantos muy lindos, surgidos del sentimiento nacional y llenos de alabanzas al niño Jesús.

¡Dios quiera que este adviento nos mueva a pensar en su significado, en la necesidad que tenemos de reflexionar profundamente, de orar y de sentirnos alegres por el nacimiento de quien vino a redimir la humanidad!, concluye sus declaraciones a El Impulso.-

-El Impulso

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