Testimonios

El deber sagrado frente al deber incumplido

Como católico, reconozco totalmente, entusiastamente, la rápida respuesta de la Iglesia merideña

Bernardo Moncada Cárdenas:

Como ciudadano merideño quiero en primer lugar solidarizarme con los habitantes de una de las más bellas y productivas zonas de nuestra región, hoy agobiada por la furia de los elementos. Rezo porque la lluvia que cae en estas noches no empeore las cosas para los damnificados del Valle del Mocotíes y los Pueblos del Sur. Como venezolano, sigo dispuesto a ayudar en lo que me sea posible a mis hermanos en desgracia por los efectos catastróficos de las precipitaciones en esas zonas, y doy gracias a Dios y al corazón de amigos de todas partes del mundo, quienes se han volcado a socorrer a tantos merideños que pierden sus hogares; muchos, a sus seres queridos.

Como católico, reconozco totalmente, entusiastamente, la rápida respuesta de la Iglesia merideña, liderada por su Arzobispo Cardenal Baltazar Porras Cardozo, y conducida a través de una de las sedes de Cáritas más eficaces y sensibles de Venezuela.

Pero también lamento con profunda indignación que venezolanos, cuya orden superior parecer ser “¡Háganse detestar de todos sus coterráneos!”, se dediquen a entorpecer el acceso de la ayuda que con tanta urgencia necesitan los pueblos de Tovar, Santa Cruz de Mora, y los pequeños asentamientos vecinos, cuando han sido golpeados y desposeídos hasta la miseria, y para ellos es cuestión de supervivencia. Las que originalmente fueron llamadas Fuerzas Armadas de Cooperación se han convertido en “Fuerzas Armadas de Obstrucción”, alias GNB.

Actualmente presido la directiva del Consejo Diocesano de Laicos de Mérida y, seguro de representar el sentir del extenso y fervoroso laicado emeritense, en especial me manifiesto consternado con la actitud de los integrantes de la GNB ante la presencia ejemplar de nuestro Obispo Auxiliar, Luis Enrique Rojas Ruiz, el querido Monseñor Kike, quien para irritar a esa equívoca “autoridad” no ha hecho más que trasladarse a acompañar a su grey allí donde más está sufriendo, apoyando denodadamente la llegada y distribución de la ayuda humanitaria y recibiendo del pueblo merecidas muestras de afecto y gratitud. Cumpliendo su sagrado deber.

¡Qué meridiano contraste hemos presenciado entre la firmeza y gallarda valentía de Monseñor Kike defendiendo el deber de la Iglesia y esos funcionarios que, por su actitud, son más detestados que temidos en su propia nación, cuando bien podrían haber estado colaborando codo a codo en las labores de rescate y recuperación de infraestructura!

Desde el Consejo Diocesano de Laicos, y el Consejo Nacional de Laicos, respaldamos la persona y la autoridad de nuestro Obispo Auxiliar, exigiendo respeto a quien nos representa como mayoría creyente en Mérida y Venezuela. Exhortamos a un cambio radical de actitud en los funcionarios a quienes nos referimos, y en sus superiores, pidiendo al Espíritu Santo que les revele la gravedad de sus actos, que recuperen su humanidad contaminada, dedicándose a cumplir su verdadero deber. La Iglesia no desmayará, como nunca lo ha hecho; en su afán de proteger y ayudar a los más pobres y necesitados, según el mandato de nuestro Señor.

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