Papa Francisco erige Diócesis de Petare y Mensaje del nuevo Obispo
Papa Francisco erige Diócesis de Petare y nombra como primer Obispo a Mons. Juan Carlos Bravo
Caracas. La Santa Sede ha anunciado que el Papa Francisco ha erigido la nueva Diócesis de Petare,
con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de Caracas, haciéndola sufragánea de la misma. Al
mismo tiempo, ha nombrado como primer Obispo al Excmo. Mons. Juan Carlos Bravo Salazar, actual
Obispo de Acarigua-Araure.
Por disposición de la Santa Sede, el Excmo. Mons. Juan Carlos Bravo quedará en el gobierno pastoral
de la Diócesis de Acarigua-Araure hasta la toma de posesión de la nueva Diócesis de Petare. Luego
el Colegio de Consultores de Acarigua-Araure elegirá al administrador diocesano, el cual guiará a
esa diócesis hasta la toma de posesión de un nuevo Obispo.
La nueva Diócesis de Petare Desmembrada de la Arquidiócesis de Caracas, la Diócesis de Petare tiene una extensión de 177 km2
,
con una población de 760.000 habitantes, coincidiendo con el territorio civil del Municipio Sucre del
estado Miranda. Pastoralmente organizada con 23 parroquias, 12 sacerdotes diocesanos, 45
sacerdotes religiosos, 129 religiosas, 5 seminaristas, 27 instituciones educativas católicas y 64
instituciones caritativas.
La Diócesis de Petare se convierte en la número 27 para un total de 42 circunscripciones eclesiásticas
en Venezuela, divididas en 9 Arquidiócesis, 27 Diócesis, 3 Vicariatos Apostólicos, 2 Exarcados y 1
Ordinariato Militar. La última Diócesis erigida por el Papa Francisco en Venezuela fue la Diócesis de
El Tigre, el 31 de mayo de 2018. La Catedral de la Diócesis de Petare será la iglesia “Dulce Nombre
de Jesús” y como Co-Catedral, Nuestra Señora del Rosario.
Biografía de Mons. Juan Carlos Bravo Salazar
Nació el 03 de enero de 1965 en Quebrada Seca del Pilar, estado Sucre. En 1970 su familia se
establece de manera definitiva en Ciudad Guayana, estado Bolívar. Realizó sus estudios del ciclo
Básico en el liceo Ramón Isidro Montes y de bachillerato en el liceo Gabriel Machado, en San Félix.
Ingresó en la Fraternidad de los Padres Operarios Diocesanos, con quien realizó sus estudios de
filosofía en el Seminario Santa Rosa de Lima en Caracas. Estudió teología en el Seminario St. Tomas
de la Arquidiócesis de St. Paul and Minneapolis, Minnesota, USA. Además en la Universidad de St.
Thomas tomó cursos de Befriender Ministry, y el en el Abbot Northwestern Hospital cursó educación
clínica pastoral. En el Instituto Ecuménico Tantur en Jerusalén tomó cursos de Sagrada Escritura.
Fue ordenado diácono el 08 de junio de 1992 y como Sacerdote el 28 de noviembre del mismo año
para la Diócesis de Ciudad Guayana. A lo largo de su ministerio sacerdotal fue párroco de la
Parroquia Inmaculada Concepción de San Félix y Nuestra Señora del Rosario en Guasipati, así como
Administrador parroquial de la Parroquia Santa Teresa de Puerto Ordaz, San Miguel Arcángel del
Palmar y Nuestra Señora de Montserrat en el Miamo. Fue también Vicario Episcopal de Pastoral y
administrador diocesano.
Trabajó en escuelas públicas como maestro de aula, profesor de educación media y universitaria.
Con el Movimiento Por un Mundo Mejor trabajó en la animación de los planes y proyectos a nivel
nacional y con la zona pastoral cinco en Ciudad Guayana. Promovió con los sacerdotes, religiosas y
laicos especialmente con los indígenas Pemones la espiritualidad del Prado, asociación que ha
mantenido cerca a lo largo de toda su vida ministerial.
El 10 de agosto de 2015 el Papa Francisco lo nombró Obispo de Acarigua-Araure, recibiendo la
ordenación episcopal el 24 de octubre del mismo año, en Ciudad Guayana, de manos de Mons.
Ubaldo Santana y tomó posesión de la Diócesis el 31 de octubre de 2015. Actualmente se
desempeña como Presidente de la Comisión Episcopal de Laicos y ministerios desde el año 2018.
Prensa CEV
16 de noviembre de 2021
MONS. JUAN CARLOS BRAVO SALAZAR
A TODO EL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN LA NUEVA DIÓCESIS DE
PETARE
“EN TU NOMBRE” (Lc. 5, 5)
Queridos hermanos y hermanas:
Reciban un cordial saludo, mi afecto y oración.
El Papa Francisco ha puesto en nuestras manos y en todo nuestro ser un gran reto:
edificar juntos una nueva Diócesis en este año en el que se inicia un sínodo sobre la
sinodalidad. Edificar una Iglesia sinodal, misionera y en salida implica una autentica
conversión pastoral iluminada por el Evangelio; implica caminar juntos en la espiritualidad
de comunión y la creación de estructuras funcionales, con espíritu evangélico, para poder
llegar a ser la Iglesia que Jesús siempre ha querido. El Concilio Vaticano II ha descrito muy
bien la Iglesia en su Constitución Lumem Gentium. Nos recordó el Concilio que fue
voluntad de Dios elegir a un pueblo para que le conociera en verdad y le sirviera
santamente. Un pueblo que debe tener como condición la dignidad y la libertad de los hijos
de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. Tiene por ley el
mandamiento del amor, como el mismo Cristo nos amó, tiene por fin, como objetivo, la
dilatación del Reino de Dios, incoado por El mismo en la tierra, hasta que sea consumado
por el mismo Dios al final de los tiempos (cfr. LG. 9).
Dios y la Iglesia me envían a un mundo desconocido, por eso voy a ustedes con la
mejor disposición de conocerles y conocer su realidad para poder insertarme en ella, para
juntos avanzar en esta gran aventura que nos pide el Señor: construir la nueva Diócesis,
como el gran Pueblo de Dios que estamos llamados a ser. Que sea la Iglesia de Jesús la que
soñemos y construyamos juntos en ese camino hacia el Reino. Es un gran reto conocer al
Señor y servirle santamente, como nos lo pide el Concilio Vaticano II. Bien lo sintetizó el
Beato Antonio Chevrier, quien ha sido inspiración en mi camino cristiano, sacerdotal y
episcopal: “conocer a Jesucristo lo es todo, lo demás no es nada”
Hace unos seis años fui sorprendido por el Señor al llamarme al ministerio
episcopal; se me hizo difícil asumir y asimilar este servicio, como también fue difícil
desprenderme de mi querida tierra Guayanesa, especialmente del amado pueblo de
Guasipati. Hoy el Señor me vuelve a sorprender con este nuevo llamado. Se me hará difícil
desprenderme de este presbiterio, de esta Iglesia particular y de esta hermosa tierra llanera a
la que me he entregado en totalidad. Bendigo al Señor por haber sido mis maestros y mi
escuela en dicho servicio. Todo este desprendimiento lo asumo como un llamado de Dios a
mi libertad, obediencia y disposición; no estar atado a nada ni a nadie para poder optar sólo
y únicamente por Jesús y la causa del Evangelio.
Voy a ustedes, enviado, con la certeza que el Resucitado nos precede; voy como una
vasija de barro, movido sólo por la alegría del Evangelio. En nombre de Dios y con la
confianza plena en Él, nos ayudará a descubrir los signos del Reino incoado por él mismo,
en esa porción del Pueblo de Dios que el Señor nos llama a edificar como la Iglesia
Diocesana número cuarenta y uno de nuestra amada Patria.
En su nombre, confiando en su Palabra, avancemos juntos con el dulce nombre de
Jesús y de la mano de Nuestra Señora del Rosario para poder llegar a ser una Iglesia
sinodal, en salida, misionera y auténticamente cristiana.
Tu hermano Juan Carlos Bravo Salazar