El Mundo

El adiós a un hombre de diálogo

Crónica del funeral en Cuneo, Italia, de monseñor Aldo Giordano, exnuncio apostólico en Venezuela

 

Michele Merenda:

Es como si se hubiera cerrado un círculo: la alegría se ha convertido en tristeza, las sonrisas han dado paso al llanto y al dolor y hoy estamos todos un poco más solos. El jueves 9 de diciembre de 2021 en la catedral de Santa Maria del Bosco en Cuneo, en el noroeste de Italia, se celebró el funeral de monseñor Aldo Giordano, quien nació en esta ciudad hace sesenta y siete años. «Los caminos del Señor son verdaderamente misteriosos», comenzó en la homilía Mons. Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, quien presidió la ceremonia. “Precisamente en estos días hace ocho años, el 14 de diciembre, en esta misma ciudad Mons. Aldo recibió la ordenación episcopal, tras su nombramiento como arzobispo de Tamada (Argelia) y nuncio apostólico en Venezuela”. En esa ocasión, Aldo Giordano fue ordenado por el propio Parolin, su antecesor en Venezuela y en ese entonces designado a la Secretaría de Estado por el Papa Francisco, lo que había hecho de ese traspaso una celebración. “Éramos muchos aquí” – prosigue el cardenal- “llenos de alegría, abrazándolo con nuestro afecto y nuestros deseos de oración. Hoy estamos aquí de nuevo, pero con sentimientos muy distintos, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón hinchado de tristeza. Su muerte nos afectó y entristeció profundamente ”.

Monseñor Parolin habla en nombre de todos: de la Iglesia local, en la que se había formado Monseñor Giordano y a la que seguía estrechamente vinculado, de la Iglesia romana que lo había elegido para ocupar sus importantes cargos y de la Iglesia venezolana que lo había acogido como un hermano. Pero el secretario de Estado también habla en nombre de los miles de fieles que lo han conocido a lo largo de los años en las diferentes partes del mundo y en especial de su ciudad, Cuneo, que en una jornada de luto reunió a su familia y seres queridos. Más de un centenar de personas se dieron cita en la catedral: instituciones, obispos, religiosos. Pero aún más eran los ciudadanos que no podían entrar a la iglesia, que esperaban en la calle en silencio. Para la ocasión, la administración municipal instaló una gran pantalla bajo el ala del mercado cubierto, donde más de doscientas personas se dieron cita para seguir la conmemoración. Esta importante y sentida manifestación de afecto popular no es extraña. El arzobispo Aldo Giordano era de hecho un buen hombre, que tenía el «culto de la amistad», como testificó el cardenal Parolin, y lazos con todos. Pero también fue un hombre de diálogo, definido por Mons. Celestino Migliore, otro originario de Cuneo y nuncio apostólico en Francia, un «filósofo de formación, dialógico de carácter, montañista de pasión».

Las cualidades dialógicas de Mons. Giordano fueron elogiadas durante mucho tiempo en la homilía y en las oraciones de los obispos, en particular en relación a Venezuela, de la que tanto se habló en el largo servicio religioso. Al referirse a este gran país, Mons. Piero Delbosco, obispo de Cuneo y Fossano, mientras leía la nota biográfica de Mons. Giordano habló de un «discreto tejedor del diálogo por la paz y la justicia en un esfuerzo por superar las polarizaciones que se oponen a las personas para fomentar el entendimiento y colaboración posible con misericordia por el bien de todo el pueblo ”. En su intervención, el obispo de Cuneo leyó también una carta del cardenal Baltazar Porras Cardozo -obispo metropolita de Mérida y administrador apostólico de Caracas- en la que, recordando los numerosos mensajes de condolencia de las autoridades, instituciones públicas y privadas y las numerosas manifestaciones de la «gente sencilla de todos los rincones del País», declaró sumarse a «la celebración fúnebre del querido Nuncio Aldo Giordano, que dejó un rastro de sencillez en toda Venezuela».

Para monseñor Porras, el fallecido fue «un hombre de fe y esperanza» que «con su sonrisa perenne se acercó a todos sin distinción» y que «cumplió con gran dignidad su misión de sacerdote y obispo además de sus obligaciones diplomáticas». Según el cardenal Parolin, la misión de Aldo Giordano en Venezuela, «que coincidió con años particularmente difíciles para la querida Nación», se basó en el principio de «una diplomacia de paz, de encuentro, de diálogo, de apertura de procesos como el Papa Francisco nos enseña”. Para el difunto nuncio, el servicio más importante en Venezuela fue “el de la confianza y la esperanza que proviene de la fe en el Evangelio de Jesucristo; la sensación de abandono, cansancio y desesperación son males arrasadores y muy peligrosos”. El secretario de Estado aprovechó también para recordar la importante función desempeñada por Monseñor Aldo Giordano, quien había celebrado, como delegado del Papa, el proceso de beatificación de José Gregorio Hernández Cisneros, a quien el propio obispo había señalado como patrón de los «tiempos difíciles de la reciente pandemia de Covid-19».

Y fue precisamente esta enfermedad la que lo trajo de regreso a la Casa del Padre. El obispo Aldo Giordano falleció en Lovaina el pasado 2 de diciembre. Gran experto en temas europeos, el 8 de mayo de 2021 fue nombrado Nuncio apostólico en la Unión Europea. Antes de partir hacia la nueva sede apostólica, saludando a los fieles en el Santuario de Sant’Anna di Vinadio (el santuario más alto de Europa, en la provincia de Cuneo), declaró, pensando en su futura misión: «Con amistad en mi corazón, me voy a Bruselas. Mi fe me dice que Cristo resucitado me precede y me espera en Bruselas y cuento con eso”. Palabras que evocan el Evangelio de San Lucas, muy querido por Mons. Giordano, e insertadas en su escudo episcopal: «Praecedit vos in Galileam«, «a la luz de la cual trató de vivir su vocación», según afirma el cardenal Parolin. Palabras que ahora adquieren un significado más profundo, incluso profético.

Postrándonos deferentemente ante la Santa Voluntad del Señor nuestro Padre con un acto de fe y amor a pesar del sufrimiento, como declaró en su homilía el secretario de Estado, «no podemos evitar sentir alegría frente a la vida de Don Aldo y repetir las palabras: quizás un poco abusadas, pero siempre ciertas de san Agustín: «No te preguntamos por qué nos lo quitaste, pero te agradecemos que nos lo hayas dado»”. Recemos por la memoria de Monseñor Aldo Giordano, para que pueda disfrutar de la luz eterna y descansar en paz.

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