Opinión

Valía del hombre de campo

(Atropellos y expoliaciones estatales)

 

Roberto Fermín Bertossi:

Ante los recurrentes maltratos e ingratitudes estatales, gremiales, crediticias e impositivas para con el hombre de campo, es hora de recatar y resaltar su valía tan personal y personalizada, no solo por su esforzado arraigo y poblamiento rural secular, sino por su singular laboreo sin límites, por sus aportes y financiamiento al bienestar general, al crecimiento nacional, a la balanza de pagos, al erario público, pero, fundamentalmente, como productores centrales de riqueza real, como fuentes de trabajo, como cuidadores innatos de la ´casa común´ y artífices del desarrollo e infraestructura rural.

Son múltiples los factores que tipifican y ponen de relieve dicha “valía”, de modo que podríamos tratar de explicarla, mínimamente, en grupos o subgrupos vg., humanos, económicos, sociales, éticos, y/o ecológicos de los que más la caracterizan.

  1. En el aspecto económico, caracterizan al productor agropecuario, básicamente, las siguientes notas prevalentes:

 

  1. El hombre de campo “fabrica vida”, (no problemas ni piquetes)
  2. Vida celular y microbiana de las tierras, vida vegetal de los cultivos, vida animal del ganado y finalmente, vida humana de agricultores y colaboradores; vidas que se sostienen unas a otras.
  3. El trabajo en el campo es bien distinto de cualquier otro. Por ello, desde el gobierno nacional no deben continuar ignorando, discriminando negativamente o subestimando la participación que el agricultor tuvo y tiene (¿con este mañoseo populista ¿tendrá?) en el sostenimiento de la sociedad. Todo destrato oficial impulsando y sosteniendo un reparto desigual e inequitativo de la carga tributaria y tarifaria debería cesar y revertirse de inmediato dado que, “los rendimientos del sector agrícola se forman más lenta y riesgosamente que en los otros sectores de la economía”
  4. En el campo, el principal capital que hace fructificar el agricultor es la tierra. El buen agricultor propietario o arrendatario de la tierra que cultiva, brega por mejorarla continua y sustentablemente. El que no es tal o meramente especula con tierras, degrada hasta agotar su lozanía y fecundidad natural.

 

  1. Consecuentemente, el vínculo propiedad-trabajo es más notable y comprometido en el sector denominado “Primario” que en cualquier otro, dado que el pensamiento del hombre de campo para cultivar la parcela de tierra que arduamente posee bajo su responsabilidad, aumenta su ardor, aplicación y expectativas hasta el punto de ir configurando el propio sentido de su vida, personal, familiar y comunitaria.

 

  1. Respecto a los aspectos sociales, las peculiaridades del hombre de campo, son:

 

  1. Vigencia intergeneracional del emprendimiento familiar rural que no impide, de ninguna manera, desarrollos tan amplios como puedan ser, en virtud del principio de autonomía de la voluntad, de la libertad y de la propiedad privada del hombre de campo, sin perjuicio de la constitución complementaria de empresas cooperativas, asociativismos e integraciones vecinales/comunales, y hasta de eventuales consorcios de exportación (Ley 23.101), tanto como fueran posibles, viables, verosímiles, necesarios y socialmente útiles.
  2. Social, politica y antropológicamente, a la estabilidad de la economía agrícola siempre se corresponde y le acompaña una estabilidad en su vida en cuanto hombre de campo y sus circunstancias.
  3. La agricultura es vivero de hombres de coraje, de creación, innovación, reconversión y transformación.

 

  1. Las características éticas y fraternas distintivas del hombre de campo, son notorias.

 

  1. El auténtico agricultor no es apto ni para la masificación, ni para el proletariado. El hombre de campo es especialmente libre, no obstante, y a pesar de que una y otra vez se le quiera manipular, atropellar y expoliar con caprichosas e inequitativas restricciones estatales de índole tributario, arancelario, etc.
  2. Las cualidades éticas del hombre de campo y su estilo de vida, en principio favorecerían y facilitarían más cultura de la satisfacción, más solidaridad y más integridad de la vida que los otros modos de existencia o de trabajo.

Finalmente, el desarrollo en general, consiste en el logro progresivo de todas las personas, cosas y fuerzas de la naturaleza, humanizándolo al servicio del hombre, de la comunidad y del medio ambiente. El desarrollo agrícola no es otra cosa si no el logro gradual y paulatino de la tierra, de la empresa agrícola y de la agricultura, puesto al servicio no solamente de los hombres de campo y sus familias, sino en franca armonía con los intereses de toda la comunidad nacional.

 

Roberto Fermín Bertossi

Experto CoNEAU/Cooperativismo

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