Rafael Caldera: más de 100 años
Francisco Acevedo:
En un periódico vespertino de amplia circulación en Caracas, vi la fotografía de Rafael Caldera, de cuerpo entero. Estaba con una pose de dolorosa soledad, fuera de la clínica, en el pasillo, al lado de la puerta de habitación de la paciente. Caldera tenía su mirada puesta hacia arriba, como buscando el rostro de Dios para pedir resignación ante la inminente partida de su muy amada madre: MARIA EVA RODRIGUEZ RIVERO DE LISCANO. Había una orden médica de prohibición de visitas a la paciente. Pero había una contraorden dada por la misma paciente con respecto a sus familiares: “Déjenlos pasar a verme, que ellos hacen un esfuerzo muy grande para venir a visitarme y yo me voy a morir de todas formas”. ¡Qué temple de mujer! Así, el solitario hombre pudo entrar y ver el reposado rostro de su anciana madre de 92 años. Verla fue un bálsamo de tranquilidad para él. Madre e hijo vivieron toda una vida de perfecta comunión, un hijo no engendrado en su matriz sino en su corazón. “Como si lo hubiera parido”, solía decir Doña María Eva al referirse a su hijo adoptivo RAFAEL ANTONIO CALDERA RODRIGUEZ, dos veces presidente de Venezuela y quien estaría cumpliendo el 24 de enero del 2022, 106 años de su natalicio en San Felipe, Estado Yaracuy (1916).
Su madre biológica, Rosa Sofía Rodríguez Rivero de Caldera, falleció cuando él tenía dos años y medio y su tía María Eva, apenas un año menor que su mamá, asumió su crianza, junto a su esposo Tomás Agustín de Jesús Liscano Giménez, abogado, natural de Quíbor, Estado Lara, Venezuela. El Doctor Tomás Liscano Fue político, académico y escritor, tío y padre adoptivo del Dr. Rafael Caldera. Don Tomás y Doña María Eva educaron a Rafael Antonio en los principios y valores cristianos siguiendo, ciertamente, el consejo del Sabio Rey Salomón: “Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbio 22: 6). Gran principio de la pedagogía judeo-cristiana.
Estoy seguro que Rafael Antonio en sus etapas de niño, adolescente, joven y de soltero, lo primero que hacía al levantarse era tender su cama. Por ahí empieza la disciplina, enseñada por su madre. El niño Rafael inició su escuela primaria en San Felipe, Estado Yaracuy, para luego seguir sus estudios secundarios en Caracas, bajo la orientación de los Padres Jesuitas en el Colegio San Ignacio. A los 23 años se graduó de Abogado y Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Esta graduación recoge el primer fruto de la semilla sembrada por sus padres en la mente de este arbolito que siguió creciendo ciertamente bajo la inspiración, la orientación y el modelo de su padre. Caldera, igual que su padre Tomás, fue abogado, político, académico, profesor y escritor, además destacado como gran orador.
El ejemplo de conducta moral, profesional, matrimonial y familiar de su padre, era como una lámpara que iba iluminando su camino. La ética fue un tema de preocupación profesional del Dr. Tomás Liscano, lo cual podemos leer en su escrito “La Moral del Abogado y de la Abogacía” (1934), allí desarrolla el tema de la ética jurídica y profesional, cimentada en sus principios cristianos. Esta fue una influencia notada en su carrera política, académica y profesional, alimentada por su formación intelectual en su carrera. Caldera también alimentó su alma y su pensamiento con las ideas de la filosofía cristiana-personalista (J. Maritain, E. Mounier, R. Guardini, E. Gilson, G. Marcel, las ideas de Santo Tomás de Aquino influyeron en su pensamiento socio político y juridico.), con el Evangelio (las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” -Mt. 5: 9-).
Caldera fue un pacificador que trajo al país la paz política con su política de pacificación nacional e internacional en su primer gobierno, con el apoyo de su Ministro de Relaciones Interiores Lorenzo Fernández y su Canciller Arístides Calvani. El Evangelio, La doctrina social de la Iglesia, los derechos humanos, la defensa de la dignidad de la persona humana, la moral personal y la justicia social internacional formaron una plataforma de acción personal y socio-política del Dr. Caldera que lo llevó a ser una referencia humana en el juego social y político nacional e internacional y sobre todo una referencia moral. “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es afrenta de las naciones” (Prov. 12: 34). Esta palabra del sabio rey Salomón está vigente, más vigente que nunca, y aplica para cualquier tiempo y para cualquier nación. Es un principio ético, un referente moral para la conducta socio-política de los gobernantes y los ciudadanos.
Simón Bolívar en su discurso de Angostura en 1819, dijo: “Moral y luces son los polos de una república, moral y luces son nuestras primeras necesidades”. También dijo Bolívar: “El talento sin probidad es un azote” (Carta al general Francisco Carabaño, Bogotá 8 de octubre de 1828). Para gobernar, según Bolívar, se requiere moral (probidad: honestidad y rectitud). Como creyente cristiano y militante social cristiano, Caldera, en su momento, supo advertir a los cristianos sobre el crecimiento del ateísmo y su expansión a través del marxismo-comunismo y los exhortó a promover la verdad del evangelio frente al ateísmo-marxismo creciente en China y Rusia (Léase “La Hora de Emaús” -1956-).
Me llama la atención que los tres hijos varones del Dr. Rafael Caldera son abogados, como él. Dos, además, ejercieron altos cargos políticos (Juan José y Andrés Antonio) y uno es profesor universitario (USB), escritor y miembro de la Academia Nacional de la Lengua (Rafael Tomás). Su hija Mireya Alicia, socióloga e industrióloga (UCAB) y Doctora en Ciencias Sociales (UCV), es profesora universitaria (USB) y actual Presidenta del Museo de Los Niños; su hija Cecilia es socióloga y su otra hija, Alicia Helena, ya falleció.
Su nieto Andrés Rafael Pietri Caldera, hijo de Mireya Alicia, también abogado y profesor universitario, dirige actualmente el Escritorio Liscano. El Dr. Caldera, dos veces presidente de Venezuela (1969-1974 y 1994-1999), cuando salió de ambos gobiernos, tenía la misma mujer, la misma familia, la misma casa, la misma pensión y volvió a su trabajo de siempre en el Escritorio Liscano en la Avenida Urdaneta de Caracas.
¿Y Doña Alicia Pietri de Caldera? Su desempeño fue apoyar y acompañar siempre a su esposo, en el hogar y en la vida pública. Ella creó el Museo de los Niños concebido desde su corazón, con gran pasión, dedicación, afecto de mujer, sensibilidad social y amor por los niños venezolanos.
Miren ¡como creció el arbolito sembrado por Doña María Eva y Don Tomás y los muchos frutos que dio Rafael Antonio! a quien recordamos con mucho afecto en los 106 años de su nacimiento.
“Por el fruto se conoce el árbol”. Lo dijo Jesús (Mateo 12: 33).
Francisco ACEVEDO. Atlanta, USA. Enero 2022.