Cardenal Porras: «La pobreza y la desigualdad se han convertido en el signo del pecado estructural de esta sociedad»
Exhortación Pastoral sobre la situación social actual en Venezuela
A LOS OBISPOS AUXILIARES, SACERDOTES, RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS, DIÁCONOS Y A
TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES COMPROMETIDOS CON LA EVANGELIZACIÓN DE LA
ARQUIDIÓCESIS DE CARACAS
¡SALUD Y PAZ EN EL SEÑOR!
Los arzobispos y obispos de Venezuela, reunidos en la CXVII Asamblea Ordinaria Plenaria, como
pastores y compañeros de camino, hicimos llegar a nuestras comunidades un mensaje de amor y
esperanza al comienzo de este nuevo año 2022. Hoy me dirijo a ustedes para invitarlos a asumir
responsable y sinodalmente las orientaciones de la exhortación pastoral que propusimos en esa
ocasión.
Partimos de la llamada que hemos recibido del Papa Francisco para constituirnos como una Iglesia
sinodal, llamada a caminar juntos: siendo una Iglesia de la escucha en la cual cada uno tiene algo
que aprender
“Una Iglesia que se centra en la misión, en el compromiso desde la fe para
humanizar la vida del pueblo y hacer más visible la presencia de Dios en la historia
.
La Conferencia Episcopal nos animó en el marco de este llamado a comprometernos en el
acompañamiento del pueblo venezolano: “en el resguardo de su dignidad y en la construcción del
bien común, participando en procesos de reflexión sobre la nueva sociedad que queremos
construir o refundar con la participación de todos, principalmente del laicado organizado,
diseñando procesos de formación desde la dimensión social de la evangelización, la Doctrina Social
de la Iglesia y el magisterio social latinoamericano y venezolano integrado en planes de acción
pastoral…”
Como bien señalamos los arzobispos y obispos de Venezuela, nos encontramos como país en una
grave crisis multidimensional, que se traduce en dolor y sufrimiento para las grandes mayorías. “A
nivel económico, asistimos a una gran contradicción: mientras la economía venezolana se
encuentra aún sumida en grandes deficiencias que impiden un trabajo digno y un salario justo,
cuantiosas inversiones se están dando en el país que solo benefician a pocas personas o grupos de
inversionistas en áreas poco accesibles a la mayoría empobrecida de la población.”
La pobreza y la desigualdad se han convertido en el signo del pecado estructural de esta sociedad. El Estado de
derecho es constantemente vulnerado, impidiendo la participación ciudadana en la libre deliberación pública y en la búsqueda de soluciones. El amedrentamiento por parte de los órganos
oficiales siembra miedo y silencio. Nuestra democracia está muy debilitada.
La iglesia de Caracas cuenta con muchos cristianos comprometidos en tareas de asistencia social,
en la catequesis, en la celebración de la Palabra. Muchos religiosos y religiosas acompañan desde
centros educativos, centros de asistencia social y centros de animación pastoral, a nuestras
comunidades. Nuestras parroquias y vicarías son espacios para el encuentro, la celebración de la
fe y la animación al compromiso. Muchos movimientos laicales, comunidades de base,
catequistas, grupos juveniles, viven con entusiasmo y dinamismo su vocación cristiana.
Por ello me siento animado a llamarlos a profundizar su compromiso con la formación en el
compromiso social, acompañando a las comunidades a las que sirven para fortalecer sus luchas
por reivindicar sus derechos a vivir en democracia, a movilizarse mediante su organización para
construir mejores condiciones de vida. Los invito a desarrollar iniciativas de formación en el
conocimiento de los problemas del país y a profundizar en el derecho a vivir en democracia como
medio para responder a los grandes problemas que amenazan la vida del pueblo venezolano.
Los invito como bautizados abrazar nuestra vocación a participar en la acción Política, entendida
como la expresión de más alta caridad y solidaridad, como la búsqueda del bien más universal
para nuestros hermanos, tal y como nos los recuerda la doctrina social de la Iglesia.
Necesitamos hacer nuestra la invitación del Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti, que recojo
textualmente por su claridad y contundencia: “Reconocer a cada ser humano como un hermano o
una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la
decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles.
Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un
individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar
procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia
caridad, la caridad política. Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la
caridad social. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una
de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.
En los próximos días estaré convocando a las parroquias y vicarías que quieran asumir esta
invitación, a los catequistas, a los jóvenes, a los centros educativos que están bajo la
responsabilidad de la iglesia, entre otros agentes pastorales, para organizar programas de
reflexión, formación y acción en esta dirección, con el apoyo del Centro Mons. Arias Blanco, los
obispos auxiliares y mi equipo de apoyo.
Que el Señor Jesús, nos llene de su gracia en este nuevo año para acometer ese gran reto al que
nos invitan los obispos y arzobispos de Venezuela: “La refundación de la nación que implica la
inclusión de los pobres y necesitados como sujetos de su desarrollo; recuperar la convivencia
fraterna a través de la promoción permanente y efectiva del diálogo; realizar negociaciones claras
y justas en favor del pueblo; promover la familia y la educación… haciendo uso de los mecanismos
previstos en la Constitución Nacional y las leyes para resolver los problemas que humillan y cierran
posibilidades de vivir con calidad y en Estado de derecho.”
Con mi bendición apostólica.
+ Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo
Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas y Arzobispo de Mérida