Lecturas recomendadas

Verdad Transfigurada

Michael Pakaluk, estudioso de Aristóteles y ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino:

Quiero llamar su atención acerca de ciertos detalles en el relato de Lucas respecto de la Transfiguración, que revelan mucho sobre nuestra fe.

No será inútil considerar, todavía una vez más, la Transfiguración. El Evangelio del domingo está destinado a ser meditado durante toda la semana, de todas maneras. Sabemos que este misterio particular fue planeado por el Señor para preparar a sus tres discípulos más cercanos, para la Pasión: parece que haríamos bien en seguir meditando sobre él, conforme se acerca la Semana Santa.

Y es probable que debamos prestarle especial atención, precisamente, porque es un misterio que estamos tentados a pasar por alto, por su extrañeza. Para aclararnos el asunto, San Juan Pablo II lo colocó entre los Misterios Luminosos, bastante a la par con la Eucaristía.

Confieso que casi no he dejado de pensar en este misterio, desde una peregrinación a Tierra Santa, anterior a la COVID, que incluyó, para mí, un ascenso de 1600 pies hasta el solitario monadnock que es el Monte Tabor.

Es mejor llamar “evento” a la Transfiguración, en lugar de llamarla “visión”; porque así es como los evangelistas se esmeran en presentarla. Considere a Lucas: ¡Para él, está claro que Jesús se transfigura mientras los discípulos duermen! Esta no es, por lo tanto, una apariencia subjetiva. (Por qué se durmieron a la mitad del día, quizás se explique por el rigor del ascenso en un cálido día de primavera).

Luego, observe usted la notable moderación de Lucas: “Mientras oraba, su rostro cambió de apariencia”. Literalmente, en griego: su rostro “era diferente”. ¿Cuán diferente era, exactamente? Lucas no lo dice. Nos dice, ciertamente, que la vestidura de Nuestro Señor se volvió “de un blanco deslumbrante”. Pero deja que nosotros infiramos, correctamente, que Su ropa era deslumbrante porque Él era deslumbrante (como, explícitamente, lo dice Mateo). Sin embargo, para Lucas, aparentemente no es importante enfatizar esto. Es decir, en su lenguaje no hay nada dirigido a asombrar, o jactancioso. Todo lo contrario: es discreto, y [dice lo que dice] como de paso.

En cuanto a Pedro, Santiago y Juan, ellos vinieron a percibir la apariencia transfigurada del Señor, y Su conversación con Moisés y Elías, solo cuando comenzaron a despertarse. Contraste este hecho, con un tema común fuera del cristianismo: que las percepciones más profundas tienen lugar durante  el sueño o, incluso, durante las alucinaciones inducidas por drogas.

William James, en su estudio de las experiencias religiosas (que él llama “convulsiones de piedad”), por ejemplo, llega a hacer del alcohol un ayudante para la intuición mística. “[L]a influencia del alcohol sobre la humanidad se debe incuestionablemente a su poder para estimular las facultades místicas de la naturaleza humana, generalmente aplastadas por los fríos hechos y las secas críticas de la hora sobria. La sobriedad disminuye, discrimina y dice que no; la embriaguez expande, une y dice que sí. De hecho, es el gran excitador de la función Sí en el hombre. Trae a su devoto, de la fría periferia de las cosas, al radiante centro”.

Lectura útil para la Cuaresma —porque es lo opuesto al punto de vista cristiano que se encuentra en Lucas.

Pedro murmura, al despertar, algunas cosas carentes de sentido acerca de montar tiendas, sobre lo cual informan los tres evangelistas, casi palabra por palabra. Tal vez haya tenido usted algún “sonámbulo” en su familia, que decía cosas  mientras dormía o simplemente al despertar. Mi hermano, cuando niño, se sentó una vez en la cama, sobresaltado, y exclamó: «¿Cuándo llegan las diligencias?». Usted puede apostar que lo recordamos, y que nunca dejamos de burlarnos de él al respecto.

Es inútil ver una conexión real entre las palabras de Pedro y la fiesta de los Sukkot. Lucas incluye la declaración, en parte, seguramente, para establecer un contraste entre la verdadera sobriedad —que supone ver a Jesús, Moisés y Elías— y la confusión soñolienta de Pedro.

Pero Pedro habló, dice Lucas, porque se dio cuenta de que Moisés y Elías estaban a punto de partir. ¿Cómo sintió él esto? ¿Se dieron vuelta y empezaron a alejarse? Eso es dudable: presumiblemente, fue lo que dijeron; algún equivalente hebreo de à bientôt [hasta la vista] (en lugar de au revoir [adiós] ).

Y luego, está la nube. “Mientras él aún hablaba, vino una nube y arrojó una sombra sobre ellos”. La Nueva Biblia Americana traduce esto defectuosamente. No es que una sombra viniera a cubrirles: es que quedaron en tinieblas, porque la nube oscureció el sol. Este es un hecho revelador e importante. El sol representa a Dios (también para los primeros cristianos, el Hijo, en su gloria en el cielo). Sin embargo, la nube oscurece esta luz, al tiempo que otra luz permanece.

Entonces, imagíneselo: una vez que la nube bloqueó el sol, los discípulos verían todo, en cambio, según iluminado por la luz de Jesús. Imagínese dentro de una caverna oscura, y que alguien que está cerca sostiene una antorcha de magnesio, excepto que en este caso Él es la antorcha de magnesio.

No es de extrañar que estuvieran asustados. No era, por estar en una nube. La niebla les era familiar —después de todo, eran pescadores. Lucas dice: “Ellos se asustaron cuando entraron en la nube”. Si hubiera sido una nube densa, ellos no podrían ver más a Jesús; pero la luz continuó iluminando el aire alrededor de ellos [Jesús, Moisés y Elías], y de ellos mismos; como si todo lo demás hubiera sido tragado por la luz.

Considere lo que sucede si, por error, usted enciende las luces altas mientras conduce en la niebla. Es en esta condición, en el mismo centro de nube, como si –sin el Sol y el Hijo todavía disfrutando de iluminación– cuando ellos escuchan: “Este es mi Hijo elegido; Escúchenlo a él.»

No es posible argüir, a partir del solo texto de las Escrituras, la verdad de lo que se informa: se necesita fe. Y, sin embargo, todo en el relato de Lucas habla de veracidad y de verdad: la moderación, la burla a Pedro, el espacio dejado para la inferencia.

Pedro, Santiago y Juan tomaron lo que ellos vieron y, quizás, continuaron viéndolo escondido en la Pasión.  Tenemos esta ventaja sobre ellos: A partir de la reflexión repetida sobre la Resurrección, si nos despertamos, más fácilmente percibimos, con María, que es Dios quien es traicionado, arrestado, abandonado, escarnecido, injustamente sentenciado, escupido, golpeado, azotado, abusado y crucificado.

Tomado/traducido, por Jorge Pardo Febres-Cordero, de:

https://www.thecatholicthing.org/2022/03/16/transfiguredtruth/?utm_source=The+Catholic+Thing+Daily&utm_campaign=6ed281437bEMAIL_CAMPAIGN_2018_12_07_01_02_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_769a14e1604a-6ed2-2-703

 
Acerca del Autor

Michael Pakaluk, estudioso de Aristóteles y ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino, es profesor en la Busch School of Business de la Universidad Católica de América. Vive en Hyattsville, MD con su esposa Catherine, también profesora en la Escuela Busch, y sus ocho hijos. Su aclamado libro sobre el Evangelio de Marcos es  The Memoirs of St Peter [Las Memorias de San Pedro]. Su nuevo libro,  Mary’s Voice in the Gospel of John: A New Translation with Commentary [ La voz de María en el Evangelio de Juan: una nueva traducción con comentario], ya está disponible.

MIÉRCOLES, 16 DE MARZO DE 2022

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