El hombre que sabía lo que iba a hacer Putin…y lo pagó con su vida
Informe Nemtsov (I)
Una investigación, el Informe Nemtsov, ya advirtió de lo que preparaba el Kremlin. A su promotor, el político ruso Borís Nemtsov, le costó la vida su denuncia. No pudo terminar el trabajo, fue asesinado a tiros cerca de la Plaza Roja en 2015. Los especialistas consideran ese documento la profecía de la deriva totalitaria de Putin. Hablamos con uno de sus colaboradores, el exviceministro ruso de Economía Sergey Aleksashenko.
Once millones de rusos tienen familiares ucranianos. Misha Katsurin –un hostelero de Kiev– se preguntaba poco después del comienzo de la invasión por qué su padre, que vive en la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, no lo llamaba para preocuparse por su situación. Así que cogió el teléfono y le contó que Ucrania estaba siendo atacada por Rusia. «Estoy tratando de evacuar a mis hijos y a mi esposa». La respuesta de su progenitor le dejó estupefacto. «No, no, no… Para». Y comenzó a relatarle la versión oficial del Kremlin: «Es una misión de desnazificación y desmilitarización». Lo cuenta The New York Times, pero los ejemplos abundan. La BBC recoge el testimonio de Oleksandra, una chica de 25 años de Járkov que se escondía en el sótano con sus perros cada vez que escuchaba las explosiones. Su madre vive en Moscú y no se creía que la ciudad estuviera siendo bombardeada. «Le dije que estaban muriendo civiles y niños. Le mandé vídeos». Se encontró con una respuesta surrealista. Eran los ucranianos matando a su propia gente para dar pena. «Citaba a la televisión rusa», recuerda Oleksandra.
Estas escenas son la punta del iceberg de la brutal maquinaria de desinformación que ha creado Rusia. Una investigación, el informe Nemtsov, ya advirtió de lo que preparaba el Kremlin hace ocho años. A su promotor, el político ruso Borís Nemtsov, le costó la vida su denuncia. No pudo terminar el trabajo, fue asesinado a tiros en un puente cercano a la Plaza Roja el 27 de febrero de 2015. Se encargó de recopilar el material y los testimonios que había recabado (de políticos, soldados, mercenarios…) la directora de su partido, Olga Shorina, y otros siete colaboradores; entre ellos, el economista ruso Sergey Aleksashenko, hoy en el exilio. Así que la publicación fue póstuma. De la edición española se encargó la revista digital FronteraD, que dirige el periodista Alfonso Armada. El informe Nemtsov son once capítulos donde se explica por qué Putin se anexionó Crimea en 2014 (pasó de su peor índice de popularidad a máximos históricos) y revela su apoyo político, económico y militar a los separatistas del Dombás, que por entonces el propio Putin negaba, aunque más tarde lo admitió. La politóloga italiana Mara Morini considera que el informe «es una profecía de la deriva autoritaria de Putin».
El más capaz de los opositores
¿Pero quién era Borís Nemtsov? «Fue el más capaz y valiente de los opositores a Vladímir Putin», recuerda el campeón del mundo de ajedrez Garri Kaspárov. Fueron amigos durante veinte años y ambos estuvieron en la cárcel por sus ideas demócratas, aunque militaban en partidos distintos. Nemtsov lideraba a los liberales. Había sido vice primer ministro con Borís Yeltsin y era partidario de un acercamiento a Occidente. Nemtsov confesó poco antes de morir que tenía miedo, pero nunca se calló. Putin no le perdonaba muchas cosas; entre ellas, que lo llamase «enfermo mental» y se burlase de cómo llegó al poder: «Se está extendiendo un mito sobre cómo, en los años noventa, los demócratas éramos amigos de los oligarcas mientras Putin los combatía. Fue justo al revés. No dejamos que Berezovsky se hiciera con Gazprom. Sin embargo, Putin solía ir a sus fiestas de cumpleaños y le llevaba flores a su mujer. Fue Berezovsky quien presionó para que Putin se convirtiera en presidente y luego financió su campaña», contó.
El informe Nemtsov son once capítulos donde se explica cómo funciona la maquinaria propagandística de Putin
El informe también incide en ese oportunismo. «Cualquiera que se decida a describir la carrera política de Putin se topará con un dilema irresoluble: el presidente ruso carece de carrera política. Su trayectoria es televisiva; todas las fases, empezando con los episodios chechenos de ‘perseguir a los terroristas hasta el retrete’, no son más que secuencias de programas de la televisión». Putin es una estrella televisiva que cuenta chistes, caza tigres y se baña en aguas gélidas. La gran apuesta de Putin para afianzar su mandato fue «construir una sociedad telecéntrica» y asegurarse el control total sobre lo que emiten las televisiones. «Este es un país de gente mayor y empobrecida –explica el sociólogo ruso Lev Gudkov a The New Yorker–. Hay más rusos mayores de 45 años que de entre 15 y 44. Incluso aquellos que obtienen las noticias por Internet no suelen encontrar una narrativa diferente a la que ofrece la televisión. El Estado presiona a los pocos medios independientes que sobreviven, bloqueando el acceso a sus sitios web o cerrándolos. Lo que la gran mayoría de los rusos ven son mentiras y odio a una escala colosal».
Es un universo paralelo donde la realidad objetiva no tiene cabida. La narrativa oficial dice que los rusos han ido a Ucrania a liberar a la población y son recibidos con flores y aplausos. No hay bombardeos, sino ataques de precisión. Y los heridos y muertos son una invención de Occidente. El presidente ucraniano, que es de origen judío y perdió a familiares en el Holocausto, «es un nazi y un drogadicto».
La desnazificación de Ucrania
Desnazificar Ucrania, señala el informe, es una cantinela que se viene repitiendo desde hace años. La guerra empezó para el Kremlin en la plaza del Maidan de Kiev en 2013, con las protestas que derrocaron al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. «Tal como los presentaban los medios oficiales rusos, los opositores ucranianos allí reunidos parecían los sucesores de los colaboracionistas nazis en 1938, y unos nacionalistas radicales dispuestos poco menos que a perpetrar una limpieza étnica a cambio de la integración en Europa». Y a pesar de que el partido ultra es una fuerza marginal que nunca ha superado el 3 por ciento de los votos.
La cruel ironía fue que el asesinato de Nemtsov se usó como propaganda. Los medios oficiales insinuaron que su amante ucraniana había pagado a unos sicarios
«Cabe recalcar que, durante muchos años, la propaganda rusa ha prestado una gran atención a la Gran Guerra Patria (la Segunda Guerra Mundial), y Putin ha convertido esta cuestión en pieza clave en el propio sistema de coordenadas ideológicas. Por eso, el Gobierno ucraniano ha pasado a ser, según la propaganda del Kremlin, ‘banderista’ (seguidores de Stepán Bandera, líder nacionalista ucraniano que colaboró con Hitler) y nazi. De modo que ahora Rusia tiene la misión de dedicarse a lo mismo que en 1941-1945: combatir el fascismo». El informe recoge que un informativo ruso llegó a emitir la noticia de la crucifixión de un niño a manos de soldados ucranianos en el Dombás. Resultó ser un bulo y el canal tuvo que retractarse. Pero los psicólogos han demostrado que una información que de inicio se da por válida, aunque se demuestre su falsedad, puede seguir moldeando la memoria de la gente e influir en su comportamiento.
Una brutal factoría de bulos y adoctrinamiento escolar
La televisión no solo se utiliza para adoctrinar a la audiencia doméstica, sino a la de otros países. El informe señala que, en 2011, Margarita Simonyán –directora del canal estatal Russia Today, medio dirigido al público occidental– explicaba sin tapujos las razones por las que se creó: «Cuando no hay guerra, no parece necesario. Pero… ¡qué demonios! Cuando la hay, nuestra importancia es crítica». El Kremlin ha impulsado toda una constelación de canales dirigidos al exterior que tergiversan la realidad. Un ejemplo fue el derribo del avión de Malaysia Airlines. Los telediarios rusos echaron la culpa a Ucrania e insinuaron que había sido un intento fallido de derribar el avión de Putin, pero que se equivocaron de aparato. La investigación internacional llegó a la conclusión de que el misil fue disparado desde territorio controlado por los separatistas y que tanto el cohete como el lanzacohetes pertenecían a la 53.ª Brigada Antiaérea del Ejército ruso.
El control de las redes también es esencial. La propaganda rusa es multicanal e incluso dispone de un ejército de trolls a sueldo que escriben una cuota diaria de 135 mensajes en turnos de doce horas, muchos de ellos rebotados por simpatizantes espontáneos, sin contar los bots y cuentas creadas por hackers, tanto de grupos semiautónomos como de la inteligencia militar, estos últimos adscritos al Directorio 12.º bis del GRU (Alto Estado Mayor), que tiene como misión «la guerra de la información».
El documento recoge que un informativo ruso llegó a emitir la noticia falsa de la crucifixión de un niño a manos de soldados ucranianos
El miedo nuclear es otro recurso, heredado de tiempos soviéticos. Se proyecta hacia fuera, cuando Putin avisa de que tiene en estado alerta a sus fuerzas en los silos de misiles o cuando ataca las centrales nucleares ucranianas. Pero también hacia dentro. Un manual enseña a los niños en los colegios que las potencias occidentales son «rusófobas» y por eso quieren que Ucrania pertenezca a la OTAN, cuando es Ucrania la que ha pedido entrar. «Rusia se enfrentaría a una guerra de exterminio y esclavización» y «al uso de armas atómicas», según el texto escolar. Sin embargo, fue Ucrania –que tenía el tercer mayor arsenal atómico– la que se desarmó, convencida por el expresidente norteamericano Clinton. El informe recuerda que el director de una cadena de televisión, Dmitri Kiselyóv, declaró que Rusia estaba dispuesta a convertir a Estados Unidos «en polvo radiactivo» si se entrometía.
La versión oficial siempre está preparada. Y es la única que se permite. El pasado 26 de febrero, la agencia estatal RIA Novosti publicó un artículo ‘precocinado’ en el que se celebraba la victoria rusa, la cual daba origen «a un nuevo orden mundial». Luego lo retiró. El lapsus indica que el Kremlin pensaba que sería una guerra relámpago.
La cruel ironía es que el propio Nemtsov vio cómo su asesinato servía para alimentar a la propaganda. Cinco pistoleros chechenos fueron condenados, pero nunca se esclareció quién les pagó. Los medios oficiales insinuaron una venganza de su amante ucraniana, la modelo Anna Duritskaya, por haberla obligado a abortar. O que alguno de sus colaboradores en la oposición quería convertirlo en un mártir. Es una vieja táctica del KGB. No se trata de convencer de una mentira, sino de socavar la idea de que hay verdades en las que se puede confiar. Al funeral asistieron miles de personas. Kaspárov, exiliado, no pudo, pero confesó: «Ese día lloré amargamente».-
Carlos Manuel Sánchez/ABC de Madrid