Opinión

El tren de la fortuna pasa de nuevo: ¿Lo perderemos otra vez?

Sólo queda un país en el mundo con abundantes reservas probadas de hidrocarburos y que no depende de ningún Canal para sacar su producto. Venezuela

Egildo Luján:

El delirante Hitler del Siglo XXI y versión rusa, Vladimir Putin, ha ordenado una cruenta invasión a Ucrania, con la intención posterior de cabalgar sobre Europa y del resto del  mundo democrático occidental.

Ya le ha causado sufrimiento y muerte a millones de personas en Rusia y en Ucrania. El balance, de hecho, registra: miles de muertos, heridos y enormes pérdidas materiales y destrucción al por mayor.

Pero, para su seguro desagrado, a Putin le ha llegado, y versión mundial, algo impensable. Se trata de que,  afortunadamente, el citado delirio tiránico logró despertar de su largo sueño a dos bellas durmientes: la OTAN y la Organización de las Naciones Unidas. Las mismas, al verse realmente amenazadas, cobraron conciencia del peligro e intenciones, y se unieron en defensa de Ucrania, como del rechazo del tirano de marras.

La guerra ha emulado la historia bíblica de  David contra Goliat. Y lo ha hecho demostrando que Ucrania, con todas sus desventajas ante el colosal ejército ruso, ha logrado detener y hacer retroceder al gran Oso Rojo. Asimismo, poniendo de manifiesto ante el mundo que el temible gran Oso, no es tal, porque  está plagado de vulnerabilidades.

Lamentablemente, el Oso, a su vez, es el gran suplidor  de gas y de petróleo de Europa. Y a este grupo de países, al verse amenazados por la naturaleza de la dependencia de Rusia, se les ha convertido en impostergable la búsqueda de nuevos proveedores que les sean confiables y seguros. Otros productores podrían ser productores y exportadores del Medio Oriente. Es el caso de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Irak y otros, pero son países que viven en un eterno conflicto y que sólo tienen salida para sus productos por el Canal de Suez en Egipto y el de Ormuz en el golfo Pérsico. Ambos sujetos al cierre por confrontaciones y peligros bélicos por disputas en la zona.

Sólo queda un país en el mundo con abundantes reservas probadas de hidrocarburos y que no depende de ningún Canal para sacar su producto. Además de que, en otro momento, fue considerado como el proveedor de combustible más confiable durante la Segunda Guerra Mundial y que puede volver a serlo. Ese país es VENEZUELA.

El tráfico de petróleo por los mares del mundo depende de muchos factores. Son los casos de:  disponibilidad de buques tanqueros,  entidades financiera para las transacciones y de compañías de Seguros, todos factores indispensables y de uso obligatorio para poder navegar y todo lo cual,  en su mayoría, controla el mundo democrático Occidental. Se trata, además, del hecho de ser  grandes consumidores, y que ya han anunciado sanciones a Rusia para que no le presten sus servicios ni operen con petróleo o gas ruso. De igual manera, esas empresas no estarían en disposición de ser sancionadas por desacato a las medidas ya impuestas.

Siendo así el escenario probable, se da como un hecho que todas las grandes compañías petroleras del mundo occidental, estén dispuestas a incursionar y producir en VENEZUELA. Además, ellas cuentan con el capital, la tecnología necesaria y el personal técnico para hacerlo. Adicionalmente, con los técnicos y especialistas venezolanos esparcidos por todo el mundo petrolero, y que fueron irrespetuosa, ilegal e injustamente despedidos a voz en cuello con el uso de un pito burlón, se suma otro elemento de innegable importancia para lo que pudiera plantearse.

Es verdad, hay una pregunta que plantea la necesidad de una respuesta de dimensiones y condiciones excepcionales. Y tiene que ver con ese personal. ¿Regresarían al país si se les ofrecieran ingresos económicos y garantías adecuadas satisfactorias?. De lo que se trata es de  lograr reactivar y de llegar a la producción necesaria de crudo y de gas suficiente como para cubrir, a corto y mediano plazo, el déficit mundial de producción. De igual manera, de estabilizar a niveles tolerables los precios del crudo y del combustible a nivel mundial.

Llegar hasta esa posibilidad provoca un escenario que no es descartable. Y es que eso obligaría al tren de la fortuna -y cargado de dinero- a pasar por VENEZUELA, permitiendo que el país se recupere a gran velocidad y en todo su esplendor. Adicionalmente, haría factible el retorno al país de familias y de compatriotas venezolanos esparcidos por el mundo. Pues sí, de los que  añoran su patria y que, actualmente, están pasando trabajo, viviendo maltratos y humillaciones.

¿No es acaso posible y viable, a partir de dicha posibilidad, lograr la verdadera recuperación y transformación del país?.

Desde luego, la posibilidad de las decisiones necesarias  están sujetas a otros factores. Y tiene que ver con el hecho de que, lamentablemente, ese tren no parará en la estación de Venezuela, si el país no ofrece condiciones para que eso suceda. Tales condiciones se tratan de: paz ciudadana, garantías judiciales, libertad a los presos o exilados políticos, un gobierno legítimo y confiable, respeto a las leyes y su Constitución, separación de poderes, elecciones libres y  legítimas, además de confiables y de verificables, especialmente la del Presidente (con doble vuelta) y el poder legislativo (Diputados y Senadores).

Llegar hasta allí, entonces,  se sobrentiende que  equivale a:  quienes puedan autorizar y dar garantías al capital nacional y extranjero de sus inversiones, respeto a la propiedad privada y libertad económica.

 

Hoy las naciones del mundo occidental y democráticas no pueden estar dispuestas a que ese tren llegue a Venezuela, cuando es un país que depende de un gobierno que no ha sido reconocido como tal.  Que depende de la voluntad de  un Presidente que no es reconocido , y que se desempeña con base en  el soporte funcional de varios integrantes de su Gobierno que, ante el mundo, figuran con eventuales juicios en la Corte Penal Internacional por crímenes de «Lesa Humanidad», y cuya detención depende actualmente de  la oferta de recompensas millonarias por sus capturas, como de juicios en proceso.

La cita de lo que ha expuesto Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, por violación a los mismos y acusados por la Comisión Supervisora Electoral de la Unión Europea por realizar elecciones inconsistentes y muchas otras fallas, tranquilamente, pudiera funcionar como antesala explícita de dicha realidad global, para comprender de qué se trata lo planteado.

Sin embargo, es importante que en este momento de innegable  oportunidad histórica para Venezuela, los partidos de oposición y el actual gobierno demuestren su venezolanidad y amor al país, permitiendo lo que demandan las realidades. Y tiene que ver con el hecho de que,  a muy corto plazo, hay que  acordar hacer un llamado para iniciar un proceso constituyente o unas elecciones libres, con un Consejo Nacional Electoral y un Tribunal Supremo de Justicia autónomos e imparciales, cristalinos y debidamente supervisado por la ONU, la OEA y la CE. Y, a su vez, si se decide ir primero a un proceso electoral, que los candidatos firmen un compromiso en el que el ganador se comprometa a iniciar un proceso electoral constituyente. Sería no sólo  para poder realizar la refundación profunda del país, su reconstrucción y recuperación.

NO MÁS EGO Y AMBICIONES PERSONALES, Y TAMPOCO DE  DIVISIONES. SE TRATA DE HACER POSIBLE Y LO QUE CORRESPONDE PARA SALVAR A VENEZUELA.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba