Opinión

La Verdad, la única medicina eficiente contra todas las dudas

Últimamente, se ha destapado una campaña de "Fake News", haciéndole entender a la población y al resto del mundo que, económicamente, el país  se está "recuperando"

Egildo Luján Nava:

Es imposible oponerse a los avances de la tecnología, y muy especialmente con los no menos exigentes que tienen que ver con los que, por su parte, también se relacionan con la velocidad y modernización que se ha venido produciendo alrededor de las comunicaciones.

La estructuración de los múltiples conceptos que tienen que ver con la denominada cuarta revolución industrial, entre otros, están allí, entre otros lugares, en lo que traduce el alcance de la mano con un celular. También  con una computadora que hace posible su uso como vía funcional continua con el mundo entero, y enterar a la ciudadanía en el momento real de las opciones funcionales durante las 24 horas de cada día. Además de desarrollar  creatividad productiva y permitir trabajar todo el tiempo, además de  hacerlo desde cualquier parte, llámese oficinas, hogar o calle.

Pero como ese avance se corresponde también con las opciones de la evolución y del retroceso, a la vez que la crítica a la creatividad se atreve a relacionarlo con el progreso como con los fracasos humanos, se ha hecho inevitable la apertura de incontenibles alternativas  necesarias y funcionales para abrir una especie de gran puerta por donde ingresan y egresan la mentira, la calumnia y hasta la perversión.

Lo cierto es que en la actualidad, mientras un segmento productivo desarrolla un exigente combate en  el que se siente el dominio de quienes  acceden al control tecnológico, y los que no dejan de producir «contenidos» en respuesta de una «sociedad distinta», se  hacen presentes otros actores. Se trata de  los pensadores y creativos que se ocupan de definir cuáles pasarán a ser los que determinen, desde luego, las metodologías de la comercialización de los también «nuevos bienes».

Pero ¿y cuáles son precisamente tales «nuevos bienes», cuando la justificación del cambio  y  de los cambios insisten en atar sus aportes a la convicción de que, inevitablemente, ya no es posible plantearse un necesario avance social, cuando se insiste en mantener «vivo» el ya «obsoleto» e histórico concepto de familia, con sus respectivos fundamentos rectores que incluyen «oxidados principios y valores que, día a día, pierden razón de ser?.

Es increíble el grado de perversión pornográfica que circula por las redes sociales, sin que se pueda evitar que los actuales hijos de todas las edades puedan tener acceso a tales «modalidades informativas», como a  «sugerentes y gráficas informaciones» de supuesta utilidad multigeneracional.

Da lo mismo, pero, en «el juego de la nueva creatividad colectiva», ya poco importa  que se logren confundir  criterios de niños, jóvenes o mayores, cuando, al fin y al cabo, lo importante es que, entre lo bueno, lo malo  y hasta  lo perverso, tengan cabida los cambios, los cambiantes y los destinatarios.

Diariamente, las redes están inundadas de lo que hoy llaman «Fake News», respondiendo a un anglicismo, es decir, a noticias falsas. Pero en poco útil y valioso se traduce semejante recurso de defensa familiar o particular, cuando el calumniador, el  mentiroso, impunemente, siempre logra el propósito que se plantea desde el mismo momento cuando diseña y produce el mensaje. Es decir,  engaña, difama y confunde sobre las realidades o situaciones del diario acontecer, mientras construye la estrategia de la que será la nueva cacería ¿o fechoría?.

Abordar este tema relacionado con la triste, precaria y difícil situación que se vive en Venezuela, es sólo una ligera descripción que surge de todo aquello que, repentinamente, se hizo presente cuando la pandemia «sembró condiciones» para que se «renovaran» nuevas realidades sociales.

Es decir, no había bastado lo que había venido sucediendo en el país, en tanto que las apreciaciones relacionadas con lo que se había dado durante los últimos 23 años se proyectaban como consecuencias inevitables de desatenciones, descuidos o complicidades. Había que construir los «otros canales» que, al final, terminaron siendo el reflejo de «un nuevo rostro de país». Sólo que el citado período describía realmente lo que beneficia a unos pocos, y castiga a la gran mayoría que se negó a migrar.

No es posible dudar que durante los últimos casi cinco lustros, en Venezuela ha sucedido de todo, hasta caer en ruina como personas y como país otrora rico, próspero, pacífico y democrático. Pero tampoco se puede desestimar que, en la población, por sobre tales desafortunados hechos,  se registra la esperanza de que «pronto nos recuperaremos».

Sin embargo, no es mentira que, últimamente, se ha destapado una campaña de «Fake News», haciéndole entender a la población y al resto del mundo que, económicamente, el país  se está «recuperando». Y sería una «recuperación», cuando la verdad innegable es que se está dando donde persiste la paralización, cierre y destrucción de gran parte de  instalaciones de todos los sectores económicos del país, a saber: agro producción, industria, financiamiento y turismo, entre otros, además de vuelos aéreos limitados, mientras el comercio se mantiene a menos de media máquina con productos importados.

Pero como la «recuperación»económica  ha sido funcional para todo, a tal efecto, se han inaugurado cientos de bodegones a nivel nacional. Modalidad que consiste en la instalación de  tiendas de lujo que venden sólo productos importados, con los precios señalados en dólares. También hay otra modalidad de comercialización calificada de «Mercado Libre» de todo tipo de artículos, repuestos, ropa, artefactos eléctricos y lo que se necesite.  Obviamente, sólo se venden productos importados que se transan en dólares.

Simultáneamente, han proliferado enormes tiendas de electrodomésticos y de otros equipos que, igualmente, se comercializan en dólares. Pero ninguno de estos productos, desde luego,  son de fabricación nacional, porque el sector industrial venezolano está prácticamente paralizado o quebrado.

La pregunta que prevalece en las conversaciones populares no podía ser otra: ¿de dónde salen todos estos dólares, y quiénes son realmente los compradores?

Según las noticias internacionales pertinentes, Venezuela nunca fue una región productora de estupefacientes. Sin embargo, poco a poco, le han ido atribuyendo posiciones distintas, y  la ubican en el cuarto lugar ¿como productor?.  De igual manera, se le señala como a uno de los «países puente» para el tránsito de drogas hacia los Estados Unidos de Norteamérica y Europa. Y eso, supuestamente, hace posible que se genere una importante actividad comercial, gran parte de la cual permite el libre negocio en el que la presencia de monedas de otros países,  hace posible un desenvolvimiento comercial que, como lo califican las autoridades, permite el «blanqueo de capitales».

En cuanto al rol que desempeñaría en el país el sector minero de metales preciosos, el comportamiento de clandestinos  como de  depredadores ambientales, igualmente, generaría millones de dólares que son objeto de condiciones para ser  «blanqueables». Lo otro novedoso, y que sirve de base para presuntos análisis parecidos, es lo relacionado con la presencia de la figura de la diáspora venezolana. Presuntamente, ella genera el ingreso de dólares por la vía de las remesas que les enviarían familiares, para asistirles en la ayuda a la subsistencia. Los cálculos indican que se trataría de $ CINCO MIL MILLONES ANUALES, que se trata de dinero que luego se usa en la compra de bienes necesarios para el día a día de sus familiares que se han quedado en el país.

Sólo menos de un 10% de los venezolanos genera recursos o tienen ahorros suficientes para entrar en ese heterogéneo mercado en el que la figura del dólar tiene «utilidad, peso y capacidad» para hacerse sentir en el mercado nacional.

¿O acaso son los calificados de «alacranes o enchufados» con capacidad en su bolsillo para tener acceso a estos nuevos locales y restaurantes, como a comercios  que hacen negociaciones  en dólares?. Es posible. Aunque los llamados «cálculos de fin de mes» sí se atreven a indicar que todo esto implica que más de 2 MILLONES de venezolanos, de un total de 30 millones que conforman la población nacional del país, son los que mantienen operativa esta gran burbuja de supuesto bienestar y mejoras. Porque, de igual manera, la otra verdad describe que el resto sólo sufre y lucha para apenas poder subsistir

Esa supuesta gran mejoría activadora de la «recuperación» económica, definitivamente,  es inexistente. Es sólo espejismo e inducido. Suficientemente funcional para que, como lo describen otros tipos de analistas cuando se les exhorta a describirlo, y responden serenamente: como lo hace sentir el dicho criollo:  «NO CREAN EN PAJARITOS PREÑADOS».-

 

 

 

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