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Redimiendo el tiempo en la forma cristiana

“Redimir el tiempo” es una frase extraña, que San Pablo en realidad usa dos veces

Michael Pakaluk, erudito de Aristóteles y Ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino, es profesor en la Busch School of Business de la Universidad Católica de América:

Ud. está sentado en su automóvil, frente a lo que sabe que es una luz roja larga. Considere dos escenarios.

(1) «Es un tiempo muerto», se dice Ud., «bien podría aprovecharlo de la mejor manera». Y entonces, toma Ud. su teléfono, y revisa el correo electrónico, las noticias o las respuestas a su última publicación en las redes sociales.

(2) Se dice a sí mismo: “Quiero revisar mi teléfono. Esa es una distracción bastante inofensiva. Pero no lo haré, sino que ofreceré ese pequeño sacrificio a Dios”. No es que Ud. aproveche el tiempo para rezar, que sería aún mejor; es solo que se niega a si mismo alguna pequeña cosa que usted desea.

La principal diferencia es que en el primer escenario, el conductor realmente mejora su situación, aunque sea un poco. Él no “desperdicia el tiempo” sino que “mejora el valor marginal” de su tiempo. En el segundo escenario, él renuncia deliberadamente a algo pequeño, para dárselo a Dios.

¿En qué escenario “redimió el tiempo” el conductor?

En la misma categoría del primer escenario están cosas como las «multitareas». En la misma categoría del segundo, están las “mortificaciones” en general.

Ud. podría insistir en que, en el primer escenario, el conductor claramente  “redime su tiempo”; al menos, hasta cierto punto; ya que el segundo no tiene nada que ver con redimir el tiempo. En diciendo esto, sin embargo (y mi objetivo aquí es convencerle a Ud.), usted se mostraría presa de una interpretación protestantizante de la frase.

“Redimir el tiempo” es una frase extraña, que San Pablo en realidad usa dos veces. En Efesios 5, comienza relatando la inmoralidad sexual del mundo, exhortando a los cristianos a vivir castamente. ¡Cuidado con los falsos maestros que intentan racionalizar o minimizar estos pecados, advierte! Compórtense sabiamente, “redimiendo el tiempo, porque los días son malvados”. (Ef. 5:16). El otro lugar es Colosenses 4:5, nuevamente en el contexto de la instrucción sobre la castidad; y, nuevamente, les dice a los cristianos que se comporten sabiamente con «los de afuera», «redimiendo el tiempo».

Con solo mirar estos contextos, deberíamos dudar mucho que «redimir el tiempo» signifique «no desperdicies tiempo». Y, aún así, ¿por qué se ha generalizado tanto esa interpretación? ¿Cuál es su origen? Principalmente, creo, de sermones protestantes sobre traducciones desorientadoras.

Un paradigma de tales sermonizaciones sería el notable The Preciousness of Time and the Importance of Redeeming It [La preciosidad del tiempo y la importancia de redimirlo] de Jonathan Edwards. Ahora bien, no me malinterpreten. El tiempo es ciertamente un tesoro. Edwards tiene toda la razón al insistir en que el tiempo en la tierra es escaso en relación con la eternidad en la que cosechamos, o no, sus beneficios; que, a causa del pecado original, estamos siempre en peligro de “perder” tiempo; y que, una vez perdido, el tiempo nunca se puede recuperar. Por consiguiente, cualquier tiempo restante necesita ser “ahorrado”, haciendo el bien diligente y laboriosamente.

Edwards arguye todas estas cosas muy bien. Y, no obstante, cualquier persona reflexiva está consciente de todas estas cosas; por cuya razón, todos asignamos fácil y naturalmente, a la expresión de San Pablo, el sentido de: «no desperdicies tiempo». Esa es, sin embargo, una interpretación secularizante, como lo demuestra el “multitasking” de hoy.

La otra razón para la prevalescensia  de esta interpretación es la traducción desorientadora. El término bíblico para el tiempo, como “cosa” en la cual eventos y acciones ocurren en serie, es chronos. El Mesías nació de una mujer en “la plenitud de” tal tiempo (chronos, Gálatas 4:4), dice San Pablo. Estamos expuestos a desperdiciar el tiempo, ciertamente, en este sentido de chronos, de la manera en que desperdiciamos agua o electricidad.

Pero la palabra que él usa para «redimir el tiempo» es el muy diferente término, kairos. Esta es una palabra sutil, pero usted no puede equivocarse mucho, si piensa en ella como «oportunidad». Kairos, digamos, es tiempo que presenta una oportunidad.

Del mismo modo, nuestra palabra, «redimir», después del surgimiento de la sociedad comercial, simplemente ha tendido a significar una recompra. Puede usarse, incluso, para ambos lados de una transacción: una parte redime sus certificados, de un emisor original que los redime.

Pero en los días de San Pablo, redimir significaba hacer un pequeño sacrificio agradable a Dios; especialmente, para recuperar como propio, algo sobre lo cual Dios tenía un derecho previo, como en la práctica judía de redimir a un hijo primogénito (Levítico 12, Éxodo 13:12–15). El punto principal es que renunciamos a algo que es «lícitamente» nuestro, para estar en una relación correcta con Dios.

Muy diferente de Edwards, es Aquino en su comentario. Él parafrasea primero la exhortación de San Pablo: “Cuídense de los hombres que frustran la castidad. . . . La totalidad del tiempo es ahora un tiempo de engaño, por lo cual ustedes deberían estar redimiendo el tiempo, porque los días son malvados”.

Aquino explica, a continuación, por qué es necesario redimir el tiempo: “En el momento en que Adán pecó, y desde entonces, siempre han sido tendidas trampas para empujar a los hombres al pecado. Ello no era así en el estado de inocencia, cuando no era necesario que el hombre se abstuviera de nada lícito, ya que no había nada en su voluntad que lo empujara a pecar. Pero ahora. . .debemos evitar la depravación de los días. . .debemos renunciar incluso a ciertas cosas que son legales. Esta es la forma en que se dice que una persona redime un agravio que causó, porque permite que le sea quitado algo que le pertenece”.

Entonces, según la interpretación de Aquino, vivir con la necesaria circunspección, en un mundo caído, requiere pequeñas mortificaciones regulares y, podría uno añadir (resaltando el aspecto del kairos), que solo a través de tales  mortificaciones se abrirá una ventana para que la gracia y el entendimiento encuentren oportunidades para difundir la Buena Nueva.

El Oxford English Dictionary da este ejemplo, desde 1962: «En el tren a Londres, él monopoliza el baño durante horas, redimiendo el tiempo, al arrancar y tirar al inodoro nombres y direcciones de personas en Londres, que podrían serle útiles».

Bueno, así es como lo hacen “los de afuera”. Nosotros los cristianos redimimos el tiempo de otra manera.

Michael Pakaluk
MIÉRCOLES, 8 DE JUNIO DE 2022

Tomado/traducido por Jorge Pardo Febres-Cordero, de: https://www.thecatholicthing.org/2022/06/08/redeeming-the-time-the-christian-way/

Sobre el Autor

Michael Pakaluk, un erudito de Aristóteles y Ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino, es profesor en la Busch School of Business de la Universidad Católica de América. Vive en Hyattsville, MD con su esposa Catherine, también profesora de la Busch School, y sus ocho hijos. Su aclamado libro sobre el Evangelio de Marcos es  The Memoirs of St Peter [Las memorias de San Pedro]. Su nuevo libro, Mary’s Voice in the Gospel of John: A New Translation with Commentary, [La voz de María en el Evangelio de Juan: Una nueva traducción con Comentarios], ya está disponible.

 

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