Entrevistas

En Cuba hay muchos «Pilatos modernos»

Entrevista con el sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa que se solidarizó con los manifestantes de Nuevitas

 

Con Juan Carballosa Cordoví, sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa en Holguín, hay mucho de qué hablar. Sorprende que una tradición espiritual tan remota y hasta cierto punto exótica como la eslava tenga una comunidad de 32 creyentes en el oriente cubano. Según el cura, su fe y la de los suyos se alimenta de un linaje de mártires, viajeros y hombres comprometidos con la verdad.

Ese mismo legado le impidió guardar silencio hace casi dos semanas, cuando los habitantes de Nuevitas, en Camagüey, se lanzaron a las calles pidiendo justicia y libertad. Mientras la Policía golpeaba a los manifestantes, el sacerdote denunciaba las «largas noches sin sueño, con calor y picaduras de insectos, sumado a la inflación, carencia de alimentos y medicinas que soporta nuestro noble pueblo», y exigía «mesura y empatía» al Gobierno.

Varios días después, Carballosa conversa con 14ymedio sobre los temas que más lo inquietan como pastor y como cubano. Además de su posición hacia la violencia y la represión gubernamental, habla del conflicto en Ucrania, la Iglesia ortodoxa rusa en Cuba y su propia historia como sacerdote.

Nacido en Holguín hace 48 años, Carballosa dirige una misión de la Iglesia ortodoxa rusa en el Extranjero (Rocor, por sus siglas en inglés). A diferencia de los curas católicos, los ortodoxos tienen permitido el matrimonio, de ahí que Carballosa esté casado desde hace 25 años y tenga dos hijos.

 

«Al hablar como ciudadano que, al mismo tiempo, es sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa en Holguín, lo hice a título personal y no como vocero oficial de mi Iglesia, y lo haría de nuevo en el futuro si fuera necesario»

Es sacerdote desde hace 15 años, la mayoría como parte de la Iglesia ortodoxa griega –la otra gran rama del cristianismo ortodoxo– y, desde mayo de 2021, sirve al Patriarcado de Moscú.

La pequeña comunidad de holguineros ortodoxos está bajo la jurisdicción del patriarca ruso Kiril, líder religioso cercano al régimen cubano, y cuenta además con la aceptación del metropolita Hilarión, jerarca de Rocor en Estados Unidos, que falleció recientemente.

«Por eso es lógico que muy pocas personas fuera del ámbito ortodoxo cubano tengan conocimiento de la existencia de nuestra joven comunidad», admite.

Sus palabras de solidaridad con los manifestantes de Nuevitas, que se unieron a las de otros sacerdotes, religiosas y miembros de distintos credos, lo evidenciaron como una voz crítica hacia la violencia creciente de las autoridades nacionales.

«Responden a mi sentir como sacerdote y como cubano», aclara Carballosa. «Al hablar como ciudadano que, al mismo tiempo, es sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa en Holguín, lo hice a título personal y no como vocero oficial de mi Iglesia, y lo haría de nuevo en el futuro si fuera necesario».

El religioso asegura que nadie puede expresarse en nombre de la totalidad de la institución a la que representa a nivel local. Por eso su mensaje, ante todo, fue el reclamo de un cubano. «Este escrito, que aboga por la paz, la empatía y el respeto irrestricto por los derechos humanos, fue algo espontáneo. Es algo inherente al discipulado de Cristo y mi deber como cubano».

En Cuba, dice, hay muchos «Pilatos modernos», que atribuyen su inacción a la prudencia y piensan que «‘lavarse las manos’ los exime de su responsabilidad con la historia y con los que sufren». «Olvidan que la tibieza es la manera menos honesta de enfrentar la vida», concluye.

 

«Me gusta definirme como un hombre de paz, defensor de la libertad pero por la vía pacífica, que para nada está reñida con la lucha irenista (pacífica) por obtener todos los derechos legítimos del ser humano»

Carballosa dirige su mensaje a «todos aquellos cubanos que en cualquier rincón de la Isla alzan su voz y sus corazones contra los agravios de los que son víctimas, pero que, al mismo tiempo, lo hacen de forma estrictamente pacífica». La violencia no es una opción, ni siquiera la verbal o la psicológica.

«Me gusta definirme como un hombre de paz, defensor de la libertad pero por la vía pacífica, que para nada está reñida con la lucha irenista (pacífica) por obtener todos los derechos legítimos del ser humano», añade.

En los últimos días ha sufrido incomprensiones por la publicación de su mensaje, pero «lo volvería a escribir cientos de veces más, pues vengo de un largo linaje espiritual de santos mártires y confesores rusos que no han inclinado su cabeza». Su vocación, asegura, está con los «perseguidos y maltratados por causa de la justicia».

«Un guerrero de Cristo se arriesga y se esfuerza cada minuto, especialmente si el Señor lo juzgó para vivir en tiempos de persecución», explica, citando al sacerdote eslavo Andrei Gavrilenko.

Como cualquier cura, Carballosa se debe a la jerarquía de su Iglesia. Sobre sus superiores fuera de Cuba, garantiza que «no ignoran mi posición cristiana en lo que respecta a la defensa del hombre que sufre el abuso y la violación a manos de otro hombre; ser voz de los que no tienen voz, luz para los que caminan en tinieblas y presencia que ahuyenta a las fieras del camino es algo que todo obispo debería esperar de su clero».

Añade que, a pesar de la cercanía del patriarca Kiril con el Gobierno de La Habana –ciudad en la que este líder religioso sostuvo un encuentro con el papa Francisco, máximo representante de la Iglesia católica– no existe una «postura política» de la Iglesia ortodoxa sobre Cuba.

 

«No hay una posición política de la ortodoxia rusa para el pueblo cubano, ni para ningún pueblo: no está la Iglesia llamada a transformar el mundo a través de la política sino a través de la distribución de la vida divina»

«No hay una posición política de la ortodoxia rusa para el pueblo cubano, ni para ningún pueblo del mundo: no está la Iglesia llamada a transformar el mundo a través de la política sino a través de la distribución de la vida divina», dice.

Sin embargo, sí hay una postura que podría considerarse «oficial», pero es la que se refiere a «la vida litúrgica y los sacramentos», y al «compromiso con la predicación de la fe».

En cuanto al encuentro con el papa Francisco, recordó que se abordaron temas como la «situación ecológica, la ayuda a los cristianos perseguidos en el medio Oriente y la colaboración en materia de refugio a desplazados por los conflictos bélicos, así como la defensa a la familia».

Con respecto a otro tema polémico –el conflicto en Ucrania– Carballosa afirma que es evidente que el patriarca Kiril no quiere la guerra, pero que es el líder espiritual de 90 millones de ortodoxos en Rusia y en la diáspora, de manera que la cuestión no puede abordarse sin matices ni aclaraciones.

«A él levantan los ojos los soldados que son ortodoxos y también militares, que esperan la bendición de su patriarca por si han de morir en combate», dice. «¿Qué hará? Los soldados son soldados y se deben a sus comandantes, pero al mismo tiempo son cristianos ortodoxos y quieren ser bendecidos y sentir la protección de sus sacerdotes y obispos en el combate, ¿se les negará esto?».

Citando al cardenal católico Robert Sarah, el religioso recuerda que las relaciones entre el Estado y la Iglesia rusos después de 1917 fueron «problemáticas», pero que tras la caída del comunismo la religión «ha recuperado ampliamente el papel de fundamento moral de la sociedad que tenía antes de 1917».

En esa misma línea, Carballosa califica de «provocación peligrosa y absurda» las acciones dirigidas a enfrentar a Ucrania con la Iglesia ortodoxa rusa.

Con el mensaje de este sacerdote ortodoxo, en cualquier caso, se refuerza el papel de denuncia civil que algunos líderes religiosos de la Isla han asumido en los últimos meses. Denuncias explícitas que, afincadas en la fe particular de estos hombres, ofrecen voz a una ciudadanía cada vez más reprimida por su Gobierno.-

XAVIER CARBONELL, Salamanca | Agosto 30, 2022

Publicado en 14ymedio

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