Encuentros 37
“Veritatis Splendor” es el de un mero instrumento conceptual que tiene por finalidad el recordar, explicar y legitimar el “patrimonio moral” universal de la tradición viva de la Iglesia
Nelson Martínez Rust:
III
¡Bienvenidos!
En entregas anteriores hemos tratado, teniendo en cuenta la brevedad del espacio-tiempo, de analizar los dos paradigmas éticos más comunes de nuestro tiempo. Creemos oportuno, inclusive necesario, en cuanto creyentes católicos, conocer y profundizar en el paradigma ético católico. A eso dedicaremos nuestra presente entrega.
Uno de los problemas que se le plantea al estudio de la ética es el de establecer el alcance y la profundidad que deben tener sus enseñanzas en el ámbito de la vida humana, sobre el que pretende influir: ya sea el político, el de la vida social, el jurídico o el existencial en su globalidad o el personal e íntimo. Desde este punto de vista, una de las características de la exhortación papal, “Veritatis Splendor”, es el que dicho paradigma pretende abarcar toda la orientación práctica del ser humano en su totalidad. Por consiguiente, desea abarcar tanto su vertiente socio-política – vida en sociedad – como sus dimensiones más personales – existenciales -. Al llegar a este punto, consideramos necesario aclarar el término “paradigma”.
El término en cuanto tal, tiene un origen filosófico en “La República” de Platón. Para Platón, “Paradigma” es el modelo del que participan las cosas sensibles y sobre el cual deben calcarse o edificarse. Desde este punto de vista, “Paradigma” significa “la norma” que debe ser seguida por la realidad, por toda existencia; es “el modelo” que debe ser imitado ya que las cosas buenas o malas están hechas según él. Al trasladar este significado al mundo de la ética, vemos que hablar de “paradigma moral” equivale a indicar los rasgos y criterios que sirven de inspiración, norma y guía de la vida moral, tanto a nivel personal como social. Desde este punto de vista, los paradigmas que hemos visto – existencial y analítico – no son otra cosa que diferentes “modelos” o “normas” ético-teóricos que pretenden guiar las variadas dimensiones de la vida práctica del ser humano. En este sentido – filosófico – se puede considerar a la moral cristiana católica como un “paradigma”. Sin embargo, la filosofía no agota su contenido y significación.
Otra característica de la Encíclica es el establecimiento de una relación estrecha – conexión – entre “Libertad” y “Verdad” (“Veritatis Splendor” 28-53). Es a partir de este punto de vista que la encíclica fundamenta su enseñanza y, por consiguiente, muestra tener una conciencia crítica del pensamiento ético contemporáneo. Sus juicios críticos de valor los formula partiendo de esta estrecha relación por ella establecida. Sin embargo, no está cerrada a la búsqueda de un intento por superar las limitaciones y “antinomias“ que su postura podría generar. En otras palabras, no está cerra al diálogo. En la búsqueda del diálogo con las “antinomias” planteadas se ofrece un posible y doble camino a seguir. A saber, a. El primero sería el análisis de los problemas éticos implícitos en las “antinomias” discutidas en el capítulo II de la encíclica; y b. El segundo sería el estudio y discusión de las tesis principales que autores representativos de corrientes o tendencias significativas en el actual panorama cultural han ido defendiendo durante las últimas décadas (“Veritatis Splendor” 35-41; 46-53; 54-64; 65-70; 71-83).
Una tercera característica de la “Veritatis Splendor” radica en el hecho siguiente: Lo que se desea y busca en cualquier pensamiento o sistema filosófico – no olvidemos que la encíclica lo es – es la captación, con la mayor precisión posible, de los problemas teóricos o prácticos que esa determinada escuela filosófica plantea y, al mismo tiempo, la presentación de las soluciones que dicho sistema ofrece de los mismos. Todo ello debe expresarse con un lenguaje. Ahora bien, aun cuando el uso de un determinado lenguaje puede generar más problemas que soluciones filosóficas, es necesario admitir que todo pensamiento está enmarcado en una “tradición” y “mediación lingüística” que llega a convertirse en una “señal de identidad”. Es por ello que la mayoría de las corrientes filosóficas permanecen fieles a un determinado contenido conceptual gracias al cual se les puede identificar, estudiar y delimitar. Así, hablamos de un lenguaje marxista, fenomenológico, kantiano, existencialista, tomista…etc. La enseñanza papal no escapa a esta realidad.
Al leer la encíclica, debemos tener presente este principio y el papel que desempeña el lenguaje tomista en la “Veritatis Splendor”. El papel desempeñado por el lenguaje tomista en la “Veritatis Splendor” es el de un mero instrumento conceptual que tiene por finalidad el recordar, explicar y legitimar el “patrimonio moral” universal de la tradición viva de la Iglesia. Es en este sentido como debemos entender la afirmación de la encíclica: “Ciertamente el Magisterio de la Iglesia no desea imponer a los fieles ningún sistema teológico particular y menos filosófico…” Esta afirmación nos conduce a preguntarnos por la finalidad de la encíclica. El interés de la encíclica radica, y así lo hace saber, en el deseo de dejar claro que: “La teología moral es una reflexión que concierne a la “moralidad”, o sea, el bien y el mal de los actos humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los hombres; pero es también “teológica”, en cuanto reconoce el principio y el fin del comportamiento moral en “el único que es bueno” y que, dándose al hombre en Cristo, le ofrece la bienaventuranza de la vida divina” (“Veritatis Splendor” 29 Cf. 4). La exhortación papal pretende, partiendo de la filosofía, trascender dichos principios – filosóficos – para desembocar en la realidad divina, fundamento firme de todo comportamiento moral para el creyente.
¿Cuáles son las características del paradigma de la moral cristiana católica? Trataremos de responder a esta pregunta la semana entrante.
Valencia. Septiembre 11; 2022