Mientras las clases políticas de mentalidad aldeana persistan en el poder, América Latina continuará rezagada
La nueva realidad geoestratégica-geoeconómica
Miguel Molero:
Ante el desafiante y complejo contexto geopolítico internacional de estos tiempos que Imprimen al mundo una profunda y vertiginosa trasformación que va desde el Sahel (Zona ecoclimática y biogeográfica del norte del continente africano), hasta el Cuerno de África territorio conformado por Somalia, Etiopía, Kenia, Sudán y Eritrea y Sudán del Sur, pasando por el Medio Oriente hasta el Cáucaso, lo que ha creado en estos tiempos variados conflictos en Europa del Este entre los cuales, las migraciones es uno de los más relevantes conjuntamente con los problemas económicos, en especial aquellos que se vinculan directamente con la indetenible inflación actual producto de la pandemia y el problema de las cadenas de suministros entre otros.
El conflicto de las inmigraciones continúa siendo el mayor reto de Europa, en tanto que la histeria ha crecido dentro de un contexto en el cual los movimientos populistas, conjuntamente con el creciente número de gobiernos más tradicionales los cuales se alimentan a su vez de los sentimientos antinmigrantes, mientras que la inseguridad energética y la volatilidad económica acentúan la gravedad del inseguro contexto internacional. A lo que había que agregar que los instrumentos legales los cuales son necesarios para proporcionar un entorno estable y seguro, evidencian cada vez más su inutilidad para afrontar los complejos desafíos mundiales producto del cambiante e impredecible conflicto geopolítico internacional.
Dentro del contexto anteriormente descrito, la guerra de Ucrania y la disputa entre China y los Estados Unidos que algunos analista califican como una “transición hegemónica”, es decir, que la disputa (EEUU-China) se pudiera calificar como un duelo clásico entre una potencia en ascenso y otra en declive, por lo cual para estos analistas sería un error caracterizar la actual situación entre China y los Estados Unidos como una nueva guerra fría, pues para ellos la situación es muy diferente, no solo porque se trata de cuestiones idilogicas y de sistemas, sino porque lo que actualmente ocurre (la transición hegemónica) nunca se había visto durante los 45 años de enfrentamiento entre EEUU y la URSS. Hoy el nivel de interdependencia en materia productiva, comercial, financiera, otras, entre los EEUU y China es superior al que existía entre EEUU y la URSS, a lo que habría que agregar, las cantidad de empresas transnacionales estadounidenses que se han instalado en China.
Hoy estas empresas transnacionales tienen una actuación muy relevante en la lucha por Un Nuevo Orden Mundial (NOM), por cuanto tienen una escala que no tienen los estados nacionales, y un momento de gran debilidad de los organismos multilaterales y de la gobernanza global, esta empresas transnacionales logran realizar cosas que los estados nacionales no pueden realizar, además estas transnacionales tienen un tamaño mucho más grande que algunos países lo que les das una importantísima influencia, cuestión esta que fue demostrada durante la pandemia y la guerra. Esto demuestra que hay problemas actualmente de orden mundial que los estados nacionales no tienen capacidad requerida para abordarlos. (Álvaro Padrón: director del Proyecto de la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Uruguay, secretario general del Instituto del Tercer Mundo (ITEM) e integrante de la Fundación Líber Seregni y del Instituto Lula). Son estos los problemas que hoy están en discusión, no un problema de carácter ideológico como apuntan algunos “comunistas sin comunismo”, eso no fue así durante la guerra fría.
En la lucha del poder por un NOM, lo que está en discusión es la distribución del poder, y desde esta perspectiva habría que discutir qué papel debe jugar América Latina (AL) en esta una nueva distribución del poder dentro de un orden multilateral tomando como referencia que durante los años de la guerra fría América Latina le fue muy mal. En esta dirección AL tiene dos ventajas importantes, la primera es que actualmente AL es una región de Paz, y si Petro logra materializar en Colombia su tesis de “La Paz Total por la Vida”, la Paz sería un elemento que se fortalecería por cuanto es una condición importante para la producción y la inversión en un clima de guerra como el actual, es por esto que mostrar una AL sin conflicto militar es ventaja importantísima.
La segunda ventaja es el tema de la democracia la cual está bajo amenaza en el mundo, es así como los EEUU no es el único país que hoy se enfrenta a graves presiones contra sus reglas e instituciones democráticas, pues al parecer otros países están muy cerca de la autocracia. Instituciones como el Varieties of Democracy (V-Dem) con sede en Suecia que tiene un enfoque único para conceptualizar y medir la democracia y proporciona un conjunto de datos multidimensionales y desagregados que reflejan la complejidad del concepto de democracia como un sistema de gobierno que va más allá de la simple presencia de elecciones. Reporta datos que demuestran que esta tendencia tiene más una década y va en aumento afectando tanto las democracias bien establecidas como a las endebles. Estas disputas de modelos y concepciones democráticas son disputas que nunca va a representar Oriente, y es allí donde AL tiene algo que decir, por lo menos sería un socio del “carajo” de los europeos que cada vez se ven más solos en el planeta.
Además de todo lo anterior hay que tener presente que AL viene de un proceso aceleradísimo de intrascendencia, es decir, AL ha estado perdiendo en todos los indicadores, en el comercio, producción e inversión, patentes, peso político, otros, por lo que habría que revertir cuanto antes este proceso, pues cada vez somos menos importante para el planeta. A la América Latina prácticamente la mata el final de la guerra fría. Anteriormente éramos el patio trasero de los EEUU dentro de un conflicto global, pero ahora la crisis del multilateralismo ante la incapacidad de las estructuras globales de la posguerra para generar propuestas consensuadas para enfrentar los desafíos de la humanidad en el siglo XXI, ha exacerbado la disputa geopolítica y la geostrategia entre China y los Estados Unidos, puesto que en la medida que los EEUU perciba una amenaza de China en AL, apelara de inmediato a nuevos compromisos y alianzas con socios tradicionales y potencias regionales emergentes para intentar frenar a China, pues el hecho histórico de la integración de Eurasia amenaza la primacía de Estados Unidos y de las élites atlánticas. Esta amenaza es la que impulsa el peligroso intento de Estados Unidos de utilizar cualquier medio para “debilitar” tanto a Rusia como a China. Los viejos hábitos siguen dominando en Washington, que hace mucho que busca la primacía nuclear para negar la teoría del détente (distensión). Sin embargo, hay quienes opinan que mientras la disputa se mantenga en lo económico, comercial, financiero, etc., los EEUU no se preocuparían, pues mientras el conflicto se mantenga en estas áreas y no incursione en el aspecto militar, esto calmaría un poco las tensiones de los EEUU.
Pero quienes así opinan, se les escapa que es imposible separar la geopolítica y la geostrategia, y en esta dirección hay que tener presente que el balance de poder resultante estará en lo fundamental asociado a las inclinaciones estratégicas que finalmente adopten la India y Rusia. Aunque la emergencia de China como un poder global y su peso como socio comercial y financiero para la región plantean un panorama de diversificación de las relaciones regionales, cuestión que teóricamente favorecería mayores grados de autonomía. Pero el carácter asimétrico de la relación y la ausencia de una estrategia regional de relacionamiento con las potencias globales, advierten de los riesgos que la relación con China pudiera reproducir desde el punto de vista de los patrones de dependencia, y que siendo los Estados Unidos el principal actor de las relaciones internacionales dentro de la región, podría resistirse aceptar la presencia de una potencia extra-hemisférica en lo que considera su zona exclusiva de influencia.
Como vemos pues, esta disputa (EEUU-China) no tiene un carácter ideológica, cuestión esta que los políticos de mentalidad aldeana y anti comunistas sin comunismo, no han entendido, porque ellos se quedaron anclado en la década de 1960, cuando en los últimos años del New Deal a los economistas institucionales y los keynesianos fueron acusados de ser blandos con el comunismo, al igual que hoy acusan a Bernie Sanders de comunista, y es que los políticos de mentalidad aldeana no han entendido los cambios abruptos y tal vez también dramáticos que plantea la nueva realidad geoestratégica-geoeconómica en su objetivo de subvertir el viejo reparto económico y territorial del mundo para intentar frenar el avance de China.-