Opinión

Sólo en democracia y libertad saldremos de la pandemia «socialismo del siglo XXI»

Ningún observador internacional puede entender, cómo Venezuela, dependiendo su conducción de un régimen que es rechazado por más del 80% de la población, prácticamente es un estado en quiebra

Egildo Luján Nava:

República, democracia y libertad conforman  los tres conceptos sencillos que, juntos, integran la forma ideal para el desarrollo social de cualquier comunidad o conglomerado integrado por seres humano, llámese tribu, pueblo, ciudad o país. Y propiciando el crecimiento armonioso comunitario e individual, y  permitiéndole al individuo las posibilidades de que, para alcanzar un desarrollo armonioso, pacífico y próspero, sólo necesita del óptimo aprovechamiento de su capacidad, inteligencia y nivel de educación o preparación.

Con relación a la definición, conceptos e importancia de esas tres trascendentales palabras, es mucho lo que se ha escrito y definido. En términos muy sencillos, desde el punto de vista predominante, se hace sentir una definición de las dos primeras, por cuanto la de  «Libertad» no requiere definición al estar plenamente entendida.

En el caso de  REPUBLICA, su alcance indica que se trata de una  Palabra que proviene del vocablo latino «Res» o «Cosa Pública», perteneciente al «Populus» o «Pueblo. E indica que el poder reside en el pueblo. Tradicionalmente, se ha definido a la República como la forma de gobernar en los países donde el pueblo, por derecho, ejerce la soberanía y la expresa a través del voto libre y soberano.

En cuanto a DEMOCRACIA,  el escritor Politólogos, Giovanni Sartori, en su libro «Teoría de la Democracia, El Debate Contemporáneo», señala literalmente que «La Democracia  es el poder del pueblo que existirá mientras sus ideales y valores vivan».

En la actualidad, las democracias están basadas en el derecho a la propiedad privada, a la educación y libre escolaridad, a la fuerza del trabajo instruida, a la libertad de crecimiento financiero con economías de mercado que conllevan a la prosperidad y riqueza, tribunales  justos y honestos e independientes, menos intervenciones arbitrarias o no sujetas a la ley y acuerdos contractuales que garanticen la armonía patrono-laboral.

No hay país o pueblo en el mundo libre, desarrollado y próspero, donde el significado e importancia de esas tres características palabras no conformen la base obligatoria del comportamiento de la población. Cualquier alteración de estos simples conceptos se traduce en gobiernos dictatoriales, tiránicos y corruptos.

En  América Latina y en relación específica a Venezuela, Cuba y Nicaragua, los tres son violadores de los derechos humanos y señalados  como países en  donde se irrespetan esos conceptos. En el caso de Venezuela, cuna del «Socialismo del Siglo XXI», que no es otra cosa que un cocktail de comunismo, tiranía y corrupción, ya fue recientemente calificado por las Naciones Unidas de corrupto y de violador de los derechos humanos, agravando, aún más, su condición y situación interna e internacional.

Siendo así, ningún observador internacional puede entender, cómo Venezuela, dependiendo su conducción de un régimen que es rechazado por más del 80% de la población, prácticamente, es un estado en quiebra. Tanto que sobresale precisamente por ser hoy una modalidad gubernamental que se mantiene  enfrentando juicios en el Tribunal Internacional de La Haya,  además de rechazado por la OEA y más de 50 países democráticos, señalado como un «narco Estado»,entre otros  tantos señalamientos.

Lo que no deja de sorprender es, sin duda alguna, el hecho de que, mientras lo otro es parte del análisis internacional,  la llamada OPOSICIÓN, a su vez, o los partidos políticos opositores, lejos de integrarse en un frente monolítico único, sin divisionismo o fraccionamientos, no ofrecen manifestaciones y demostraciones de unidad. Para tal manifestación opositora, en representación y aprobación de la gran mayoría defensora de los fundamentos de la Democracia, sencillamente, dejaron de ser ejemplo y referencia de la expresión  histórica, con fuerza y capacidad para inspirar confianza y solidaridad interna y externa. Por el contrario, su desempeño histórico es su incapacidad para no ser víctima de su triste fuerza para descalificarse entre ellos con hechos, acciones y palabras. Para el liderazgo opositor, su peor incapacidad actual es la de no saber y poder unirse  en un frente único, y poniendo de manifiesto que sí puede  comprometerse con un Programa de Gobierno de obligatorio  cumplimiento, y capaz de garantizar voluntad, dedicación y trabajo p’ara hacer posible que su dedicación se convierta  en paz, confianza, desarrollo y prosperidad.

Tales opositores, definitivamente, parecieran no entender ni comprender que el régimen, aplicando la frase atribuida al emperador romano Julio César sobre  » DIVIDE Y VENCERÁS», en realidad,  su gran logro ha sido el de dividirlos, desprestigiarlos y de enemistarlos. Inclusive, que,  de optar por un proceso eleccionario realmente Democrático, como parece ser lo probable, el régimen concurrirá al mismo monolíticamente y contando con todas sus ilícitas ventajas. Pero, además, que  entre otras ventajas, lo hará utilizando los casos de supuestos ilícitos en Monómeros Colombo-Venezolano y Odebrech, inclusive, con su intrínseca fuerza suficiente para inhabilitar candidatos a discreción en el anunciado y próximo proceso electoral. Pero, además, evidenciando que no bastará su fuerza y capacidad destructiva, porque, contrariamente a lo que se esperaría, registrará sí, una fuerza cierta, pero  en contra de una oposición que, de hecho, no podrá evitar exhibirse fragmentada y con candidatos que, en su mayoría, ya se exhiben como expresiones políticas  de baja popularidad y aprecio. ¿Pueden los venezolanos que creen en la ventaja del voto vivido y sentido, para que se pueda alcanzar una victoria deseada y necesitada?. Duele afirmarlo, pero los hechos aún no materializados, sólo evidencian la posibilidad de un hecho indeseable, y es que tales posibilidades de cambio, definitivamente , sólo proyectan hoy la opción de que tal realidad no pasará de ser la manifestación de un empeño en comprometer, aún más,  el futuro venezolano.

Recordando la historia política venezolana y que, entre otros hechos,  dejó sentir el alcance del  «PACTO DE PUNTO FIJO», hoy es menester tener presente que se trató de  un Acuerdo histórico de la oposición  de una época exigente y complicada políticamente. Que se dio  – repetimos- en momentos tan complejos de la historia política venezolana, y que  logró unir toda la oposición y derrotar una dictadura que se apreciaba invencible. ¿Su gran logro?: hizo posible el nacimiento de un prolongado período de libertad, prosperidad y de democracia en una  Venezuela compleja y políticamente exigente. ¿Cuál es la lección del hecho?:  La historia señala que  la solución del triunfo político está en la UNION. Hay que olvidarse de egos y de convertir el pensamiento democrático en lo que demanda e implica pensar en las necesidades del país, en la solución de los mismos. No es cualquiera quien puede y debe ser candidato a la Presidencia de la República.

El candidato a conducir a la Nación debe contar con una trayectoria y experiencia amplia  en administración pública. Debe poseer experiencia política, ser un profesional universitario, sin subordinación partidista y de honestidad comprobada. Sería interesante analizar ¿Cuántos de las decena de  candidatos que se han autoanunciado para competir como tal, cumplen con esas 5  condiciones mínimas e indispensables anteriormente señaladas? Otra pregunta importante: ¿sin lograr la unidad necesaria puede alguno de ellos cubrir las 44.000 mil mesas de votación a nivel nacional para garantizar el voto?

Definitivamente, el destino del país está mucho más allá de las implicaciones y exigencias propias del peligro. Y eso se traduce en que debe estar por encima de toda pretensión personalista. Lo ideal es que una Comisión Multidisciplinaria de Notables  escoja al mejor y más calificado por consenso. El país no está clamando por la escogencia de un candidato(a) para participar en un concurso  de belleza. Lo que se necesita, es la  escogencia de un Presidente que sepa y pueda conducir el país con sabiduría y liderazgo.-

Foto referencial: Economipedia.com

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