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Psicodata: restablecer la confianza, el gran desafío de los venezolanos

Como la realidad es paradójica, junto a este alto nivel de desconfianza existe un gran deseo de participación y compromiso de trabajar con otros para construir alternativas

 Alfredo Infante, S.J.:

PsicoData es un hito histórico y científico en la investigación psicosocial en Venezuela. Se trata de un proyecto liderado por la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) que «mide un conjunto de aspectos psicosociales de la población venezolana actual, asociados al constructo psicológico de ‘vulnerabilidad psicosocial’, es decir, esos factores individuales y relacionales que modulan las conductas de las personas ante entornos especialmente hostiles o difíciles y que “afectan o influyen en la probabilidad de sufrir problemas de salud física o psicológica”1.

El estudio, de carácter nacional, fue levantado entre diciembre de 2022 y enero de 2023, a partir de entrevistas a una muestra representativa de 1.500 adultos que participaron en la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), de todos los estratos sociodemográficos y todos los estados del país.

Es conocido que la UCAB, a través de la ENCOVI, ha venido monitoreando las condiciones de vida de la población venezolana, en medio de esta emergencia humanitaria sistémica y multidimensional que atraviesa el país. En este contexto de profundo deterioro socioeconómico, ahora PsicoData pone el foco en cómo está impactando esta situación sobre la persona y la convivencia social, identificando, también, los puntos de apoyo en los cuales se puede asir cualquier intervención social que busque desatar posibilidades de superación y desarrollo humano.

Con la publicación de esta encuesta, la UCAB presenta una tríada de propuestas al servicio del país. Por una parte, ENCOVI hace una radiografía de las condiciones de vida; en segundo lugar, el proyecto VÉNESIS2 (plataforma educativa web con ponencias de expertos sobre temas urgentes para introducir a Venezuela en la agenda de cambios globales) nos levanta la mirada y convoca a elevar el debate público para que vayamos construyendo consensos que marquen la ruta de nuestro futuro y nos permitan estar a la altura de los tiempos; y, ahora, PsicoData pone la lupa en la persona, afectada por las condiciones de vida y llamada a superarlas.

PsicoData abordó 14 áreas: satisfacción personal subjetiva, duelo, dificultad para identificar y expresar emociones, malestar psicológico y físico, confianza en el otro, inadecuación social, sentido de control personal, fuentes de estrés, dificultades en habilidades cognitivas, apoyo social percibido, deseo de participación, afrontamiento religioso, afecto negativo (preocupación, tristeza y rabia) hacia el país y bienestar subjetivo.

Aunque los hallazgos evidencian dramáticamente -y con datos crudos y duros- el daño infligido por parte del poder a la persona humana, por la vía del deterioro de las condiciones de la psique y las relaciones con el entorno, la encuesta también nos revela una serie de dinámicas positivas que representan, en medio del gran malestar socioemocional de la población, un anhelo profundo de movilización y participación para la transformación.

No cabe la menor duda de que la crisis económica, política y social; la crisis demográfica por la migración; la crisis cultural; la crisis ética, entre otras muchas, son «estresores» estructurales que están haciendo mucho daño y han ido provocando una gran vulnerabilidad psicosocial y espiritual. Entre otros datos, el informe revela que 90 % de la población siente preocupación ante la situación nacional y para seis de cada 10 personas (64 %) la principal fuente de estrés son los problemas económicos. Pero uno de los aspectos más preocupantes es la «crisis de confianza» que afecta a la población. Y es que 81 % de los venezolanos siente que no puede confiar en el otro, y bien sabemos que la confianza es el músculo principal que una sociedad necesita para emprender un camino de transformación y superación personal, comunitaria y social hacia una mayor humanización de las condiciones de vida y de la convivencia.

Aun así, y como la realidad es paradójica, junto a este alto nivel de desconfianza existe un gran deseo de participación y compromiso de trabajar con otros para construir alternativas. El estudio señala que 59 % quiere participar en iniciativas sociales o comunitarias, una cifra que sube a 77 % entre los más pobres. Por otra parte, la familia se revela como el punto de apoyo para un 57 % de los encuestados, así como rezar es la dimensión y vehículo más resiliente, personal y socialmente, para un 80 % de la población.

Rezar es un acto personal, es decir, está desmarcado de las instituciones religiosas, es un ejercicio de carácter familiar y privado. Como Iglesia, este hecho nos debe llevar a repensar nuestra pastoral porque, si la enfermedad psico-espiritual-social a superar es la «desconfianza», si la familia es el refugio y soporte en medio de la adversidad, si rezar y comunicarse con la trascendencia es la fuente más importante para afrontar los momentos difíciles y si, en medio de tanta desconfianza, existe un deseo de participar para promover el cambio, como la institución social más confiable nos toca escuchar este clamor que invita a atender espiritualmente a la persona concreta y a las familias, de modo que ese acompañamiento vaya sanando los hilos que somos cada uno y contribuya a crear espacios de confianza que posibiliten e impulsen los anhelos de participación y transformación, muchas veces reprimidos por el recelo y el miedo que ha inducido el modo de ejercer el poder.

Hoy, a través de PsicoData , la sociedad venezolana nos dice a la Iglesia, como en el Deuteronomio le dijo Dios a Israel: «Escucha Israel». Ojalá tengamos la actitud de escucha de Isaías: «El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás» (Isaías 50, 5).-

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