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La víspera

No fue fácil para Josemaría Escrivá llevar adelante lo que Dios, durante unos días de retiro espiritual, le había pedido aquel 2 de octubre de 1928. La creación de un camino aparentemente nuevo en la Iglesia: la santidad en el mundo

Alicia Álamo Bartolomé:

El 25 de junio de 1944 -hace hoy 79 años-, Mons. Leopoldo Eijó y Garay -obispo de Madrid- ordenó a los tres primeros sacerdotes del Opus Dei: Álvaro del Portillo, José Luis Múzquiz y José María Hernández Garnica. Cuando san Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei, murió, el 26 de junio de 1975, se habían cumplido, la víspera, 31 años de esta ordenación.

No fue fácil para Josemaría Escrivá llevar adelante lo que Dios, durante unos días de retiro espiritual, le había pedido aquel 2 de octubre de 1928. La creación de un camino aparentemente nuevo en la Iglesia: la santidad en el mundo y a propósito de éste, de los laicos en su trabajo ordinario, santificándose en éste, santificándolo y santificando a las almas a través del mismo. Así había sido en los primeros tiempos del cristianismo, pero en el correr de los siglos las probabilidades de santidad se habían reducido a claustros y sacristías. Entonces, la propuesta de Escrivá de Balaguer resultó “revolucionaria” y fue muy combatida, fuera y dentro de la Iglesia.

Uno de los problemas que se le presentaron al fundador, fue la atención espiritual para los miembros de la Obra cuando ésta fue creciendo. Él, como sacerdote, no se daba a abastos y tuvo que confiar esta atención a otros sacerdotes. Todos muy buenos, pero algunos no entendían el espíritu laical del Opus Dei y más que formar podían deformar las nuevas vocaciones. Como siempre, el futuro santo acudió a la oración y el 14 de febrero de 1943, durante la santa mía que oficiaba, Dios le comunicó la creación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, dentro de la Obra.  Buscar, entre los miembros masculinos del Opus Dei, los numerarios, curtidos en su espíritu, algunos que pudieran tener vocación al sacerdocio. Un año después se ordenaron los tres primeros. Tuve la suerte de conocer a dos de ellos: Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría, que estuvo en Venezuela acompañándolo cuando nos visitó, poco antes de su muerte. Luego vi y oí a don Álvaro en Bogotá, cuando ya era el Prelado del Opus Dei, en 1983. A José María Hernández Garnica lo conocí mucho antes y me confesé con él, en París, durante la temporada que viví allí entre 1964 y 65. No tuve la misma suerte con don José Luis Múzquiz, me separaron de conocerlo una pared y una puerta cerrada. Predicaba en el oratorio de un centro femenino del Opus Dei en Nueva York. En esos momentos llegué al centro, pero a las despistadas numerarias del lugar no se les ocurrió darme el chance de verlo y oírlo. Tímida, tampoco lo pedí. Lo he lamentado siempre.

Le doy importancia a esta triple ordenación sacerdotal en la fecha que 31 años después resultó la víspera de la partida hacia la eternidad de san Josemaría Escrivá, precisamente por esa coincidencia, es como si Dios hubiera querido resaltar el cambio de testigo. Nuestro Padre partía a la eternidad, pero dejaba en los sacerdotes de su fundación, la responsabilidad de la formación espiritual de sus hijos; en 31  años de  su iniciación, se habían multiplicado y  fortalecido. La víspera de su muerte, san Josemaría debió celebrar con íntimo regocijo esa fecha.

Por supuesto, no es sólo responsabilidad de los sacerdotes de la Obra la formación espiritual de sus fieles. Es una responsabilidad compartida. Cada miembro es autor de su propia formación y de la de los demás. En cada uno, como en todo cristiano auténtico, hay un apóstol y un alma sacerdotal. Los ordenados para un ministerio sacerdotal -los menos en el Opus Dei- lo son, sobre todo, para la asistencia sacramental que no pueden asumir los laicos.

La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz no es sólo para los numerarios del Opus Dei con vocación al sacerdocio, recibe también en su seno a sacerdotes  diocesano que buscan profunda formación espiritual y el carisma del Opus Dei, sin apartarse de su diócesis y bajo la jurisdicción del obispo correspondiente. La Sociedad se ha enriquecido con ellos. Hoy, cuando se celebran 79 años de la ordenación de aquellos tres primero sacerdotes que la fundaron, se recoge el fruto: sus miembros son ya millares.-

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