He estado pensando en la esperanza necesaria
¿Cómo hacer para seguir caminando en medio de la noche, sin que se nos quiebre el alma?

P. Alberto Reyes Pías, desde Cuba:
La esperanza es la savia del alma humana, porque es la única que puede mantener con vida los sueños necesarios que dan sentido a la existencia y que salvan al ser humano del camino de regreso a la animalidad.
Cuando la sociedad garantiza el respeto a la libertad, el individuo siente que puede soñar, y convertir esos sueños en una guía hacia la felicidad, el progreso y la estabilidad. Y es la esperanza la que acoge los sueños y nos da la fuerza para hacerlos posibles.
Por el contrario, cuando un pueblo vive sin libertad, maniatado y mudo, los sueños se presentan como ilusiones irreales, y la esperanza se deshace, rota en pedazos, impotente ante la triste mirada que se apaga.
Cuba, a pesar de su belleza y su potencial innegable, parece una isla maldita condenada a la noche eterna, sin cabida para la esperanza, porque…
Cuando miramos el pasado y nos damos cuenta que por más de 60 años hemos vivido de promesas vacías, y miramos el presente cada vez menos prometedor y más vacío… nos parece que no hay motivos para tener esperanza.
Cuando caemos en la cuenta que desde el mismo año 59 somos una isla en fuga, donde cada vez más personas ven la emigración como la única solución posible, y asistimos impotentes a la ausencia progresiva de aquellos con los cuales hemos crecido… sentimos que aquí no tiene cabida la esperanza.
Cuando una y otra vez escuchamos que “esto no hay quien lo cambie”… se nos rompe en el alma la esperanza.
Cuando constatamos la complicidad de aquellos que sabemos que ven la realidad, y que además sufren la precariedad y la falta (o los precios) del pan nuestro de cada día… nos preguntamos si hay motivos para tener esperanza.
Cuando sentimos a flor de piel el miedo omnipresente y el temor a decir la verdad… cuando ciertos temas nos activan el sistema de alerta y automáticamente miramos hacia los lados y se nos acelera el pulso… se nos ahogan la voz y la esperanza.
Cuando asistimos a la esquizofrenia institucionalizada de un país oficialmente feliz y próspero, aguerrido y convencido, orgulloso de sus logros y su historia… la verdad pone en crisis la esperanza.
Cuando somos testigos presenciales o autorales de las quejas hacia adentro y los aplausos hacia afuera… nos convencemos de que somos un país sin esperanza.
¿Cómo hacer para seguir caminando en medio de la noche, sin que se nos quiebre el alma? ¿Cómo hacer para romper a base de verdad la gran mentira del socialismo sostenible, feliz, prometedor y próspero?
Cuando alimentamos los sueños necesarios, cuando nos negamos a todo acto de complicidad con la mentira, cuando nos decidimos a tomar de la mano a nuestros miedos y a pesar de ellos decir lo que pensamos, cuando hacemos ver lo evidente ante los que intentan que veamos y aplaudamos lo inexistente, cuando a pesar de que nuestra mente nos diga que “esto no hay quien lo cambie” intentamos dar pasos pequeños de libertad cotidiana, cuando aunque parezca que Dios no nos escucha rezamos una y otra vez, convencidos de que Cuba está dentro del plan de Dios, y el plan de Dios no puede ser la destrucción… entonces, sólo entonces, damos vida a la esperanza, esa esperanza que acoge los sueños, y nos da la fuerza para hacerlos posibles.-