Dictadores y trepas
Los déspotas y tiranos siguen su cabalgata lenta de sangre mientras nuestro Gobierno les trata de héroes políticos
Esta resurrección de José Antonio como un Cristo pálido, como un joven eterno, es el guión de una campaña surrealista. Digamos que se respiran aires de demócrata justiciero, con la rima y la música del antifascismo, mientras que el Gobierno socialista baila al son de dictaduras como Cuba, Venezuela o Marruecos. Pregunto inocentemente: ¿no es mas vergonzante el blanqueamiento de dictadores vivos que la nostalgia de cuatro joseantonianos con ideas obsoletas? José Antonio está volviendo de su muerte pero su ideología no tiene cabida ni en el surrealismo más daliniano. Oponerse a lo que ya no existe es empresa de cínicos. Mientras tanto, nuestro rojerío es indiferente a la realidad de Cuba, Venezuela o Marruecos. Estos izquierdistas de pandereta, que definieron el régimen franquista como un régimen abyecto, dictatorial, ahora no aceptan la realidad de una dictadura cubana que emplea los mismos métodos y procesos de enjuiciamiento, detenciones y violencia. Creen que la revolución cubana es un hecho objetivo, y la denuncia de la represión una cuestión de opinión política. Que se repartan los papeles para hacer más llevadera su indiferencia ante hechos bien documentados.
José Antonio Primo de Rivera
Ese ganchillo intelectual, calcetando muertos, no termina en Cuba. Zapatero alcanzó las más altas cimas surrealistas cuando elogió la democracia marroquí y ahora Sánchez sigue la misma senda del héroe sentimental sin gabardina. Pero hasta Yolanda, o sea, lo ha entendido: Marruecos es una dictadura, tiene ambiciones territoriales e intenta modificar el ‘statu quo’ en ciudades españolas como Ceuta y Melilla. Luego va y lo deniega la portavoz, que es muy machorra. Poner sordina a las provocaciones del rey moro, como hace el ‘sánchezgabinete’, ayuda a diluir la responsabilidad gubernamental en el tratamiento de asuntos políticos de primer orden. Por otro lado, la concesión vergonzante de Sánchez con respecto al Sahara afecta a la imagen internacional de España. Asusta pensar cuál es el modelo de democracia que tiene esta izquierda en mente. Los déspotas y tiranos siguen su cabalgata lenta de sangre mientras nuestro Gobierno les trata de héroes políticos.
¿Y adónde va el presidente Sánchez tras la estela de Lula da Silva? Estos dos pretenden intercambiar puntos de vista sobre la paz en Ucrania, pero la defensa del plan de Lula tiene que contar con el visto bueno de Ucrania para que PS pueda venderla. Atreverse con el estilo de negociación de Zapatero, sin mencionar que el problema a enfrentar es una agresión contra un país soberano y europeo, no es muy aconsejable. Escuchemos a Lula da Silva, sí, pero parece que hay amistades peligrosas incluso para los más trepillas, que estamos en periodo electoral y no es plan de ir suerteando. Con estas cosas y otras llegamos al café, y Lula le ha preguntado en los postres qué tal va la lucha antifranquista desde que José Antonio volvió a la vida.-
Imagen referencial: ABC de Madrid