Entrevistas

Frédéric Guillaud, filósofo que hace apologética pese al relativismo que hay «incluso en la Iglesia»

Frédéric Guillaud lamenta que el relativismo haya envenenado el concepto de verdad incluso en el interior de la Iglesia, y con ello el deseo natural de argumentarla y defenderla

Frédéric Guillaud, licenciado por la Escuela Normal Superior y profesor de filosofía, acaba de publicar su tercer libro de apologética. Primero fue Dios existe. Argumentos filosóficos, le siguió Catholix reloaded. Ensayo sobre la verdad del cristianismo, ambos en Les Éditions du Cerf, y ahora llega ¿Y si fuese verdad? La fe cristiana, bajo la lupa (MDN, Marie de Nazareth).

Christophe Geffroy le ha entrevistado en el último número de La Nef (nº 358, 2023) sobre la importancia de esta disciplina teológica.

-Después de «Dios existe» y «Catholix reloaded», usted publica un nuevo libro de apologética: ¿por qué un tercer libro de apologética?

-La primera fue una obra de teología natural, dedicada exclusivamente a los argumentos filosóficos en favor de la existencia de Dios. Era un ajuste de cuentas con Kant y una recuperación de la metafísica. De hecho, el libro no era confesional, se podía adaptar a cualquier monoteísta. ¡Incluso lo tradujo al árabe una editorial saudí!

»El segundo era una obra de apologética católica propiamente dicha, que intentaba reavivar un enfoque olvidado desde los años 60, y que consistía en mostrar la credibilidad de la Revelación cristiana.

»Este tercer libro es diferente en dos aspectos: en primer lugar, en su forma, porque está compuesto en su totalidad por capítulos muy breves, cada uno de los cuales responde a una pregunta precisa (se trata esencialmente de crónicas publicadas en France catholique en los últimos cuatro años); en segundo lugar, en su contenido, porque abarca más terreno que un libro clásico de apologética: no solo trata de la fiabilidad de las Escrituras, la divinidad de Jesús y la Resurrección, sino también de un sinfín de cuestiones morales, políticas o de civilización. Ciertamente, permanezco en la misma línea, pero variando la forma y los ángulos.

Frédéric Guillaud, 'Et si c'etait vrai?'

-La apologética tiene bastante mala prensa en la Iglesia actual: ¿cómo explica usted esto? Y, por la experiencia de sus dos primeros libros, ¿»funciona»? ¿Sabe a quién llega?

-Puede explicarse debido al relativismo general que prevalece en materia religiosa. La gente, incluso dentro de la Iglesia, ha abandonado totalmente la idea de que una religión pueda ser verdadera; me refiero a verdadera para todos, no solo verdadera «para mí».

»La combinación de varios factores es la causa de este resultado: la pérdida de confianza en el poder de la razón en cuestiones metafísicas; el abandono del tomismo en los seminarios desde la década de 1960; el miedo a parecer «intolerante» en la escena pública. Lo divertido  (si puede llamarse así) es que se oye a los arzobispos explicar que «evidentemente no hay ninguna prueba racional de la existencia de Dios», ¡mientras que el Catecismo de la Iglesia Católica sigue afirmando exactamente lo contrario (n. 30)! Y si el Catecismo dice lo contrario, es porque se limita a repetir lo que la Escritura, la Tradición y los Papas han dicho siempre.

»Dicho esto, aunque el relativismo siga dominando la época, observo que las nuevas generaciones están mucho más abiertas a la apologética que sus mayores. La razón es sencilla: la transmisión se detuvo, o casi, en los años 70, y hay que volver a empezar de cero. Ya no podemos contar con un baño cultural, con un cristianismo difuso. Ya no queda nada. Por consiguiente, nos encontramos lógicamente en la situación de los primeros cristianos. ¿Y qué hicieron estos primeros cristianos? Obedecieron el mandato de San Pedro: «Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3,15).

Una entrevista a Frédéric Guillaud en Radio Notre Dame sobre su último libro.

»Para ello, hay que apoyarse en elementos que se puedan comunicar, es decir, en razones. No digo que esto funcione siempre, ni que sea el único método, pero algunas mentes se «desatascan» literalmente con la apologética. El perfil típico es el de personas cuyos corazones están bien dispuestos pero cuyas cabezas se resisten debido a que el cristianismo sería algo irracional, contrario a la ciencia, o demasiado bueno para ser verdad. La apologética les quita esta idea.

-Está bien mostrar que la religión católica es racionalmente aceptable y, por tanto, creíble, pero ¿acaso no se produce la conversión más a través del corazón que de la mente? ¿Cómo podemos llegar al corazón de la gente?

-Con el ejemplo, con la vida, con la alegría, con los frutos del cristianismo en acción. Por lo demás, el Espíritu sopla donde quiere. La misión de la apologética es garantizar que el Espíritu caiga sobre almas que se han liberado, en la medida de lo posible, de sus prejuicios contra la Revelación cristiana.

»En términos más generales, es importante volver a acreditar el carácter racionalmente sólido de la visión cristiana del mundo. Si en una sociedad determinada todo el mundo piensa que el cristianismo está a la altura de los locos del «Hare Krishna» o de los ñoños raelianos, tenemos un problema.

»Tenemos que abandonar el sentimentalismo y los colorines del papel pinocho para mostrar a todos los filósofos de los platós televisivos que la filosofía cristiana tiene maravillas que no son Michel Onfray y André Comte-Sponville [filósofos materialistas]. Recuperemos a San AnselmoSanto Tomás de Aquino y Duns Escoto, traduzcamos a los grandes metafísicos estadounidenses contemporáneos y tomemos el relevo. ¡Hay trabajo para varias generaciones!.-

Traducción de Helena Faccia Serrano.

ReL

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