¿Dónde conocer la Verdad?
¿Sería suficiente una lectura individual de la Biblia? No.
Rafael María de Balbín:
Conocer la verdad es una aspiración humana de todos los tiempos y de todo ser humano. Pero encontramos dificultades y limitaciones.
Sin embargo tenemos la gran ayuda para alcanzarla. “”Decimos que la Sagrada Escritura enseña la verdad porque Dios mismo es su autor: por eso afirmamos que está inspirada y enseña sin error las verdades necesarias para nuestra salvación. El Espíritu Santo ha inspirado, en efecto, a los autores humanos de la Sagrada Escritura, los cuales han escrito lo que el Espíritu ha querido enseñarnos. La fe cristiana, sin embargo, no es una «religión del libro», sino de la Palabra de Dios, que no es «una palabra escrita y muda, sino el Verbo encarnado y vivo» (SAN BERNARDO DE CLARAVAL)”. (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 18).
¿Sería suficiente una lectura individual de la Biblia? No. Porque no fue entregada a cada uno sino al conjunto de los cristianos, que es la Iglesia. Para que la lectura y la meditación bíblica sean provechosas se requiere que sean hechas en un contexto de fe. “La Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, según tres criterios: 1) atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura; 2) lectura de la Escritura en la Tradición viva de la Iglesia; 3) respeto de la analogía de la fe, es decir, de la cohesión entre las verdades de la fe”. (Idem, n. 19).
¿Cuáles libros integran la Biblia? Aquellos que nos ha transmitido la Tradición: el llamado canon o lista de sus libros. “El canon de las Escrituras es el elenco completo de todos los escritos que la Tradición Apostólica ha hecho discernir a la Iglesia como sagrados. Tal canon comprende cuarenta y seis escritos del Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo”. (Idem, n. 20).
La primera parte es el llamado Antiguo Testamento. “Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios: todos sus libros están divinamente inspirados y conservan un valor permanente, dan testimonio de la pedagogía divina del amor salvífico de Dios, y han sido escritos sobre todo para preparar la venida de Cristo Salvador del mundo”. (Idem, n. 21).
La Revelación divina culmina en el Nuevo Testamento. “El Nuevo Testamento, cuyo centro es Jesucristo, nos transmite la verdad definitiva de la Revelación divina. En él, los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, siendo el principal testimonio de la vida y doctrina de Jesús, constituyen el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto único en la Iglesia”. (Idem, n. 22).
Entre ambas partes de la Biblia hay una completa coherencia. “La Escritura es una porque es única la Palabra de Dios, único el proyecto salvífico de Dios y única la inspiración divina de ambos Testamentos. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo, mientras que éste da cumplimiento al Antiguo: ambos se iluminan recíprocamente”. (Idem, n. 23).
La Sagrada Escritura tiene una importancia primordial en la vida de la Iglesia y de cada uno de los cristianos. “La Sagrada Escritura proporciona apoyo y vigor a la vida de la Iglesia. Para sus hijos, es firmeza de la fe, alimento y manantial de vida espiritual. Es el alma de la teología y de la predicación pastoral. Dice el Salmista: «lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 119, 105). Por esto la Iglesia exhorta a la lectura frecuente de la Sagrada Escritura, pues «desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» (SAN JERÓNIMO)”. (Idem, n. 24).-
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