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Identidades, nacionalismos e internacionalismos: su uso inadecuado necesita aclaración urgente

"Malentendidos, tergiversaciones e intereses políticos partidistas que embarran el debate público"

«Pienso que es necesario y urgente clarificar las cuestiones de identidad, de nacionalismos y de patriotismos en el debate político de nuestro país»

 

«La razón es que se utilizan de manera inadecuada y aparecen multitud de malentendidos, tergiversaciones e intereses políticos partidistas que embarran el debate público, en lugar de clarificarlo»

 

«Por mi parte yo no creo que sea incompatible potenciar simultáneamente una conciencia nacional y una conciencia inter-nacional. Creo que las dos van perfectamente unidas y son un correctivo la una de la otra»

 

«Para articular una identidad colectiva no hay que referirse únicamente a la propia tradición e historia: el patriotismo constitucional tiene fuerza formadora de identidad, basada en criterios universalistas»

 

««Si yo conociera algo que me fuera útil y fuera perjudicial para mi familia, yo lo rechazaría de mi espíritu. Si yo conociera algo que fuera útil para mi familia y que no lo fuera para mi patria, yo intentaría olvidarlo. Si yo supiera de algo que fuera útil a mi patria, pero que fuera perjudicial para Europa y para el género humano, yo lo miraría como un crimen». Montesquieu

«Me gustaría poder amar a mi país sin dejar de amar la justicia. No deseo para él cualquier tipo de grandeza y menos todavía la de la sangre y la mentira. Quiero que la justicia viva en él y le dé vida» Albert Camus

Pienso que es necesario y urgente clarificar las cuestiones de identidad, de nacionalismos y de patriotismosen el debate político de nuestro país. La razón es que se utilizan de manera inadecuada y aparecen multitud de malentendidos, tergiversaciones e intereses políticos partidistas que embarran el debate público, en lugar de clarificarlo. Por esta razón, creo que para mantener y mejorar la vida de las personas y de las naciones del mundo es tan importante desarrollar los valores universales como mantener las riquezas polimórficas de las diferencias culturales. Y esto no supone de ninguna manera reivindicar un relativismo radical ideológico, sino, por el contrario, fundamentar un universalismo aglutinador y articulador de las diferencias, un universalismo multicultural y multinacional.

Diversidad

 

«Creo que para mantener y mejorar la vida de las personas y de las naciones del mundo es tan importante desarrollar los valores universales como mantener las riquezas polimórficas de las diferencias culturales»

Porque primeramente hay que darse cuenta de que el nacionalismo (como otros muchos fenómenos culturales y/o políticos) es fundamentalmente multiforme, lo que significa que hay nacionalismos de diverso tipo y la comprensión de esta multiplicidad y pluralidad necesita contextualizarse siempre para no caer en el simplismo barato o en la banalidad intelectual. Y estos planteamientos son desgraciadamente más habituales de lo que sería deseable. No es lo mismo un nacionalismo agresivo e imperialista con otros pueblos que un nacionalismo de resistencia al rodillo uniformizador de un Estado. No es lo mismo un nacionalismo esencialista y reaccionario que un nacionalismo democrático y cívico-político. Y en el debate político de la actualidad se identifica con mucha frecuencia (¿no será una posición muy «interesada» y manipuladora?) nacionalismo con etnicismo, con antimodernidad, hasta con terrorismo.

«En el debate político de la actualidad se identifica con mucha frecuencia (¿no será una posición muy «interesada» y manipuladora?) nacionalismo con etnicismo, con antimodernidad, hasta con terrorismo»

Existen fuerzas políticas e intelectuales que afirman pomposa y dogmáticamente con toda rotundidad: «Toda posición nacionalista es chauvinista, etnicista, limitadora, antiuniversalista, …», pero de matute aceptan como natural que su nacionalismo no lo es. Curiosamente parece que esta definición sólo se aplica a los nacionalismos pequeños, débiles, a los nacionalismos sin Estado. ¿Es que acaso los grandes nacionalismos (español, francés, inglés, alemán, estadounidense, ruso, etc.) no han existido nunca y han desaparecido finalmente de la faz de la tierra y los habitantes de esos Estados se han convertido desde hace tiempo en «ciudadanos del universo», en «internacionalistas de pro»? ¿Cómo puede haber intelectuales tan ciegos para detectar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio?

Está bien que se advierta de los peligros posibles o reales derivados de posiciones nacionalistas, pero que no los «esencialicen», como si fueran todos ellos inherentes a cualquier planteamiento nacionalista menos al suyo y sobre todo que no se eximan de que esos problemas puedan existir también en sus concepciones. No basta proclamarse de manera retórica internacionalista, para serlo en serio y con rigor, cuando por la puerta de atrás se cuelan de hecho patriotismos de vía estrecha. En este punto resultan muy reveladoras estas reflexiones de un filósofo amigo, Javier Sádaba:«En cualquier caso, y contra una opinión excesivamente extendida en nuestros días, los peligros no vienen tanto de los nacionalismos como de la rigidez supernacionalista de los Estados. Más aún, peor que el nacionalismo radical es la indiferencia de esos ciudadanos que no se enteran de las miserias ajenas si no es desde su tranquila silla estatal. Como más de un filósofo moral ha enseñado, la mejor manera de acceder a lo universal no es dando un salto de gigante sino ascendiendo peldaño a peldaño. Y el primer peldaño está junto a los más próximos».

«No basta proclamarse de manera retórica internacionalista, para serlo en serio y con rigor, cuando por la puerta de atrás se cuelan de hecho patriotismos de vía estrecha»

Por mi parte yo no creo que sea incompatible potenciar simultáneamente una conciencia nacional y una conciencia inter-nacional. Creo que las dos van perfectamente unidas y son un correctivo la una de la otra. Se podría decir que van dialécticamente unidas y deben ir así para funcionar de manera adecuada. Para fundamentar esto es preciso realizar ciertas aclaraciones de conceptos. Lo primero que hay que observar en este punto es que el concepto de nación es diferente del concepto de Estado. Una nación es una colectividad humana articulada por una cultura propia, por una historia común, por una lengua propia, por una organización social y política específica, por un territorio común, etc…, por lo que se denominan elementos objetivos. Pero también está articulada por elementos subjetivos: una conciencia nacional y una voluntad de vida en común.

«Por mi parte yo no creo que sea incompatible potenciar simultáneamente una conciencia nacional y una conciencia inter-nacional. Creo que las dos van perfectamente unidas y son un correctivo la una de la otra»

Se tiene conciencia de ser un pueblo diferenciado y se tiene la voluntad y la decisión de serlo. Por eso no hay que confundir este concepto con el concepto de Estado. El Estado es una organización político-social que puede agrupar o no a diferentes naciones. Aunque con frecuencia se han asimilado los términos nación y Estado, sobre todo a partir de la historia moderna de los Estados europeos que se constituyen como Estados-Nación, las dos realidades son diferentes. Tenemos abundantes ejemplos históricos de Estados plurinacionales. España, sin ir más lejos es uno de ellos, por mucho que reaccionarios y ciertos intelectuales «progres» se empeñen en negarlo.

Por eso la comprensión del término inter-nacionalismo tiene mucho que ver con el guión que marco en dicho concepto. Inter-nacionalismo es hermandad entre naciones, no entre Estados, y quiere decir relación libre y fraternal y no dominio flagrante o solapado de unas naciones sobre otras. Por tanto el inter-nacionalismo en principio no se opone al desarrollo de los valores de cada nación o de cada cultura, sino al chauvinismo de pensar que mi cultura es superior a las otras, al aislacionismo de impedir que mi cultura se vea «corrompida» por aportaciones extrañas o al imperialismo de imponer una cultura determinada sobre otras culturas. La filósofa moral Victoria Camps señala que los nacionalismos expresan la aspiración de los pueblos a tener una esfera propia y diferenciada perfectamente legítima y a resistir a un proyecto común elaborado sin ellos. Incluso responden a uno de los últimos derechos universalmente reconocidos y que cada vez tendrá más operatividad en la vida internacional futura: el derecho a la autodeterminación, el derecho de cada nación a decidir libremente sobre su estructuración política presente y futura, más allá de los marcos políticos existentes en la actualidad.

«Inter-nacionalismo es hermandad entre naciones, no entre Estados, y quiere decir relación libre y fraternal»

Una conciencia lúcida debe potenciar todos los rasgos culturales diferenciadores positivos como parte integrante de cualquier proyecto emancipador. Debe potenciar las lenguas que se hallan en situación de minorización evidente. Debe hacer valorar y conocer la historia de nuestros pueblos y la cultura popular. Y debe contribuir eficazmente a la mejora de la situación social y política.

Un gran filósofo alemán, Karl Otto Apel, muerto hace algunos años, lo señaló con gran claridad:«El esfuerzo, que debe renovarse una y otra vez, por establecer un orden cosmopolita del derecho y de la paz, es, como ha señalado Kant, un deber moral de los hombres. La necesidad de un orden internacional del derecho y de la paz políticamente eficaz y apoyado en razones morales, implica también que se reconozca como inevitable y como normativamente necesario, al menos en el nivel de un ordenamiento jurídico cosmopolita, la convivencia regulada de diferentes culturas, es decir, de diferentes naciones y /o de diferentes tradiciones religiosas y estilos de vida en una sociedad multicultural». Se trata de defender una multiculturalidad real y creativa que se regula con criterios democráticos y universalistas. Es válido aquello que puede ser válido para todos.

«No puede haber auténtico inter-nacionalismo donde no exista un reconocimiento y una valoración real de las naciones, de sus ciudadanos y de su poder democrático soberano»

Hay que seguir trabajando por la transformación de nuestros pueblos hacia un futuro de mayor justicia, de paz y de libertad. Y esto no está reñido de ninguna manera con el inter-nacionalismo y la hermandad entre las naciones. Porque no puede haber auténtico inter-nacionalismo donde no exista un reconocimiento y una valoración real de las naciones, de sus ciudadanos y de su poder democrático soberano.

El filósofo alemán Ernst Tugendhat lo tiene muy claro:«No creo que haya una alternativa al nacionalismo. Si deseamos crear un Estado mundial será por otras razones que la supresión del nacionalismo. Además, sabemos por el problema de los nacionalismos dentro de los Estados que así no se puede combatir el nacionalismo. Y finalmente los nacionalismos de los Estados y dentro de los Estados son, siempre que sean benignos, algo que debemos fomentar no sólo porque incrementan las posibilidades de la responsabilidad moral, sino porque son opuestos a la uniformidad. Sería un total malentendido del sentido de igualitarismo pensar que implica el uniformismo. El igualitarismo es una concepción normativa de derechos iguales para individuos y grupos desiguales».

El filósofo canadiense Will Kymlicka defiende un planteamiento semejante: «En la era moderna el cosmopolitismo se ha definido casi siempre por oposición al nacionalismo. Creo que esto es poco acertado, pues los nacionalistas no deben mostrarse necesariamente, ya que con frecuencia no lo están, en desacuerdo con los valores cosmopolitas fundamentales de los derechos humanos, la tolerancia, el intercambio cultural, y la paz y la cooperación internacionales. En vez de eso, el cosmopolitismo debería definirse por oposición a sus enemigos reales: la xenofobia, la intolerancia, la injusticia, la patriotería, el militarismo, el colonialismo, etc.»

Por esto, el planteamiento de un patriotismo constitucional, defendido vehemente por Jürgen Habermas, no se opone a lo que estoy manteniendo hasta ahora, sino que representa, a mi juicio, un complemento crítico y emancipador. La sola perspectiva de un patriotismo constitucional no explica de ninguna manera la pervivencia de naciones diferenciadas en razón de su lengua, de su cultura, de su historia…

Este planteamiento es excesivamente abstracto, si el patriotismo constitucional aparece como el único componente fundamental de las identidades nacionales, que en definitiva desaparecerían de hecho en aras de un uniformizador y «universalista» núcleo de valores constitucionales de las naciones. Las naciones desaparecerían, si su poder configurador sólo fueran los valores constitucionales y no el conjunto de factores objetivos y subjetivos que, según he señalado, configuran una nación. Otra cosa es que la historia, la cultura, la lengua, las ideologías han llevado al paroxismo de las identidades monolíticas, opresivas e incluso expansivas y agresivas en nombre de los valores de la patria. Pero esto lo han realizado y lo realizan en la historia las naciones poderosas en todos los aspectos, no los pueblos pequeños y marginados.

Por eso mantengo que el patriotismo constitucional es un complemento necesario, a la hora de articular, no una concepción histórico-científica de la nación, sino un concepto normativo de nación. Porque da contenido normativo a lo que debería ser una nación adecuadamente estructurada según valores políticos universalistas y democráticos. Este patriotismo está basado en la lealtad a la universalidad de los principios políticos de libertad y democracia plasmados en una Constitución de hechura democrática.

«Mantengo que el patriotismo constitucional es un complemento necesario porque da contenido normativo a lo que debería ser una nación adecuadamente estructurada según valores políticos universalistas y democráticos»

Sociedad

Para articular una identidad colectiva no hay que referirse únicamente a la propia tradición e historia: el patriotismo constitucional tiene fuerza formadora de identidad, basada en criterios universalistas (el Estado nacional de la Revolución Francesa tuvo sentido cosmopolita en su expresión teórica, aunque no en sus realizaciones prácticas; se trataría de reavivar ese elemento y desarrollarlo en el multiculturalismo). El mismo contenido universalista (los principios del Estado de Derecho y de la democracia) será asumido en cada caso desde su propio contexto histórico.

A este primer punto se añade otro aspecto, fundamental para nuestros propósitos: la actitud crítica frente a las propias tradiciones. El patriotismo constitucional es crítico con las propias tradiciones. En este sentido propone extender la responsabilidad también hacia el pasado. Sólo una sensibilización frente a las injusticias del pasado puede generar una distancia reflexiva respecto a nuestra propia tradición. Por ello, nuestra identidad no es sólo algo que hemos encontrado, sino que también es nuestro proyecto. La tradición debe ser selectiva y debe pasar por el filtro de la crítica, por el filtro de la “conciencia de pecado”.

«Sólo la sensibilidad frente a los inocentes torturados de cuya herencia vivimos es capaz también de generar una distancia reflexiva respecto a nuestra propia tradición, una sensibilidad frente a la terrorífica ambivalencia de las tradiciones que han configurado nuestra propia identidad. Pero nuestra identidad no es solamente algo con que nos hayamos encontrado ahí, sino algo que es también y a la vez nuestro propio proyecto. Es cierto que no podemos buscarnos nuestras propias tradiciones, pero sí que debemos saber que está en nuestra mano el decidir cómo podemos proseguirlas… Pues toda prosecución de la tradición es selectiva, y es precisamente esta selectividad la que ha de pasar hoy a través del filtro de la crítica, de una apropiación consciente de la propia historia o, si usted quiere, por el filtro de la “conciencia de pecado”»De manera indirecta Habermas está reconociendo que el patriotismo constitucional no puede ser el único elemento configurador de la nación. No podemos buscarnos nuestras propias tradiciones, aunque sí podemos configurar en el futuro el sentido de nuestras tradiciones con perspectiva crítica.

«Otro complemento importante que puede relativizar y moderar el sentimiento patriótico lo encuentro en lo que podríamos denominarel patriotismo de la compasión, defendido abiertamente por Simone Weil en plena Segunda Guerra Mundial, un planteamiento que rompe con los patrioterismos exacerbados por las élites oligárquicas de todo tipo y utilizados con frecuencia contra las mayorías populares, sus intereses y sus derechos»

Otro complemento importante que puede relativizar y moderar el sentimiento patriótico lo encuentro en lo que podríamos denominar el patriotismo de la compasióndefendido abiertamente por Simone Weil en plena Segunda Guerra Mundial, un planteamiento que rompe con los patrioterismos exacerbados por las élites oligárquicas de todo tipo y utilizados con frecuencia contra las mayorías populares, sus intereses y sus derechos. El texto me parece muy clarividente en toda situación social y política.

«La compasión por la patria es el único sentimiento que no suena a falso en estos momentos (…) Mientras que el orgullo por la grandeza nacional es por naturaleza exclusivo y no puede trasponerse, la compasión es esencialmente universal, sólo que es más virtual para las cosas lejanas y extranjeras, más real, más carnal, más cargada de sangre, lágrimas y energía eficaz para las cosas próximas (…) Un patriotismo inspirado en la compasión da a la parte más pobre del pueblo una situación moral privilegiada. La grandeza nacional no es un estímulo en las capas sociales más bajas sino en los momentos en que cada uno puede esperar, al mismo tiempo que la gloria del país, una parte personal en esta gloria».

El patriotismo de la compasión no es un patriotismo que exhibe y airea las batallas ganadas, las conquistas logradas, las colonias conquistadas, los paises dominados, lo que podríamos denominar las glorias imperiales. Es un patriotismo de distinta especie. Es el patritismo de los derechos y libertades de todos, de la justicia social para todos y todas, de la dignidad universal de hecho y no de boquilla, de la vida digna para todos… los hombres y mujeres del mundo. Un patriotismo que se abre al inter-nacionalismo.-

| José María Aguirre Oraa. Profesor de Filosofía jubilado. Universidad de La Rioja/RD

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