El misterio de los Hunza, el mito del pueblo que no envejece
A su población se le atribuyen unas características únicas que ha generado la pregunta de si es una ficción o es real
El valle del río Hunza en los Gilgit-Baltistán de Pakistán, a unos 2400 metros de altura, cuenta con un espectacular paisaje que esconde algo añun más sorprendente, una tribu de 30 mil personas que custodiadas por las altas montañas de las cordilleras del Hindu Kush y el Himalaya, han mantenido sus costumbres, a espaldas de los tiempos. Los hunzakuts de tez clara y ojos azules se ha conjeturado que pueden ser los descendientes perdidos del ejército de Alejandro Magno cuando invadió la India. Pero realmente el dato más destacable es que pueden vivir más de cien años sin haber sufrido graves problemas de salud ni momentos de estrés a lo largo de su vida. El otro dato curioso es que pueden tener una apariencia muy joven, hasta el punto de que se ha alimentado la leyenda de que las mujeres de 40 pueden parecer adolescentes y dar a luz pasados los sesenta.
Gran interés para la comunidad científica
De ahí que hayan atraído por igual desde hace décadas la atención de genetistas y antropólogos que han intentado desentrañar el secreto de los Hunza. La revista ‘National Geographic’ en 1970 describió a esta tribu como una de las más longevas que existen en el mundo, aunque esa afirmación fue posteriormente rebatida. Sin embargo, algunos dicen que su dieta es la clave de su longevidad, y otros se cuestionan qué hay de mito y qué de realidad en los Hunza.
El médico irlandés sir Robert McCarrison, que sirvió en la India y fue nombrado Médico Honorario del Rey, fue el primero en realizar un estudio detallado a los Hunza, tras convivir con ellos tres años. En sus investigaciones destacó que este pueblo casi no consume proteínas y en ocasiones practican el ayuno. Al tiempo que cocinan sin sal y cultivan sus productos con abonos exclusivamente orgánicos y sin presencia de químicos. También apuntaba que las poblaciones vecinas con unos hábitos alimenticios diferentes, en cambio, tienen una esperanza de vida dos veces más corta.
En invierno comen granos germinados, queso de oveja y albaricoques secos. En verano se alimentan de verduras y frutas crudas. Además, por las mañanas se bañan en agua helada, a pesar de que el termómetro señale los 15 grados bajo cero. Practican diariamente mucho ejercicio, mientras trabajan en el campo, y caminan varios kilómetros por un terreno especialmente escarpado.
También llegaron a analizar el agua de los glaciares y algunos dijeron haber encontrado importantes niveles de hidrógeno, y un alto contenido de mineral coloidal, de ahí que también se especulara que el agua del valle fuera uno de los ingredientes secretos de la condición de los Hunza.
El importante papel de la mujer y las peculiaridades de su lengua
La prestigiosa publicación ‘The Washington Post’ señalaba que «la protección de los alrededores– ha permitido que la población del valle de Hunza se convierta en un baluarte contra el extremismo islamista, a pesar de su relativa proximidad a bastiones militantes en el cinturón tribal de Pakistán y en Cachemira». Destacando dentro de esa peculiaridad el que la mujer tenga un importante papel e independencia en su cultura.
Es más, un estudio del Banco Mundial concluyó que la alfabetización femenina en partes del valle de Hunza había alcanzado el 90%, cuando en otras zonas aledañas puede ser del 5%. Y la formación de una gran parte de la población, en general, es superior a la del resto de zonas de la región.
La prensa ha coincidido en describir este valle como un lugar idílico, «donde los glaciares caen al borde de la carretera y los agricultores cuidan sus huertos de albaricoques». Sin embargo, en los últimos años, la llegada masiva de turistas y de construcciones sin control está poniendo en peligro su ecosistema.
Otro elemento a destacar es que su lengua no concuerda con ninguna de las principales familias lingüísticas de la zona de Asia. Hablan Burushaski que solo es usada por los habitantes del valle. Pese al eco que han tenido todas las afirmaciones en torno a los Hunza, otros estudiosos exponen sus dudas desmontando el mito.
Es el caso del doctor John Clark, que estuvo en el valle 20 meses. Una estancia que dio como resultado la publicación de su libro «Lost Kingdom of the Himalayas». En él, Clark comentaba que los Hunza enfermaban igual que otras poblaciones vecinas y que tenían un calendario propio. Unido a que se atribuyen una edad en función de su nivel de sabiduría, no de su edad real. Sin embargo, otros refutan dichas afirmaciones.
Realidad o ficción hay ciertos aspectos de los Hunza, especialmente en su contraste con sus vecinos, que sigue atrayendo a la gente y muestran que es un lugar que se ha desarrollado como un mundo aparte. De hecho, ‘The Washington Post’ apuntaba que a lo largo de las décadas, el valle ha sido citado como uno de varios lugares del Himalaya que podrían haber inspirado el mítico Shangri-La en la novela escrita por James Hilton en 1933, ‘Horizonte perdido’.-