Lecturas recomendadas

¿Tres es igual a uno?

 

Rafael María de Balbín:

 

 

Con gran amor y confianza Dios nos ha manifestado el misterio de su propia vida divina. “El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Compendio  del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 44).

Un verdadero misterio nos excede, es superior a las fuerzas de nuestra naturaleza humana. Nuestra razón humana no puede conocer por sí sola el misterio de la Santísima Trinidad. “Dios ha dejado huellas de su ser trinitario en la creación y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón humana e incluso a la fe de Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos los demás misterios” (Idem, n. 45).

En el Nuevo Testamento se nos reveló el misterio de Dios Padre. “Jesucristo nos revela que Dios es «Padre», no sólo en cuanto es Creador del universo y del hombre sino, sobre todo, porque engendra eternamente en su seno al Hijo, que es su Verbo, «resplandor de su gloria e impronta de su sustancia» (Hb 1, 3)” (Idem, n. 46).

“¿Quién es el Espíritu Santo, que Jesucristo nos ha revelado? El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo; «procede del Padre» (Jn 15, 26), que es principio sin principio y origen de toda la vida trinitaria. Y procede también del Hijo (Filioque), por el don eterno que el Padre hace al Hijo. El Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo encarnado, guía a la Iglesia hasta el conocimiento de la «verdad plena» (Jn 16, 13)” (Idem, n. 47).

Este misterio de fe ha sido expresamente proclamado. “La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente distintas entre sí, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo, el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo” (Idem, n. 48).

La Divinas Personas se n os han manifestado a través de su acción. “Inseparables en su única sustancia, las divinas Personas son también inseparables en su obrar: la Trinidad tiene una sola y misma operación. Pero en el único obrar divino, cada Persona se hace presente según el modo que le es propio en la Trinidad” (Idem, n. 49).

«Dios mío, Trinidad a quien adoro… pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora» (Beata Isabel de la Trinidad).-

(rbalbin19@gmail.com)

 

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