«Bolchevismo suave» e «ingeniería social» en la Unión Europea: el aviso de un veterano eurodiputado
Las reformas en curso pretenden un «superestado centralizado», denuncia Jacek Saryusz-Wolsk
Un veterano político polaco lanza la alarma: la reforma de los Tratados europeos que pretenden los grupos sistémicos del Parlamento Europeo alteraría el mapa de poder y reduciría aún más el papel de la oposición y de los estados medios y pequeños. En una entrevista de Wlodzimierz Redzioch en Il Timone, el eurodiputado Jacek Saryusz-Wolski, del ECR (Conservadores y Reformistas Europeos) no duda en hablar de «bolchevismo suave» que persigue una «gran acción de ingeniería social«.
Jacek Saryusz-Wolski es un economista y político polaco, uno de los principales negociadores de la adhesión de Polonia a la Unión europea. En los años 1991-1996 y 2000-2001 fue ministro de asuntos europeos y, a partir de 2004, miembro del Parlamento Europeo en las legislaturas sexta a novena. En los años 2004-2007 fue vicepresidente del Parlamento Europeo; del 2007 al 2009, presidente de la comisión para los asuntos exteriores del Parlamento Europeo; en 2006-2017, vicepresidente del Partido Popular Europeo.
El 4 de marzo de 2017 presentó su candidatura al cargo de presidente del Consejo europeo (entonces era ministro de asuntos exteriores en el gobierno polaco de Beata Szydlo), cargo que ocupaba Donald Tusk, compañero suyo en el partido Plataforma Cívica. Ese mismo día fue expulsado de Plataforma Cívica y, consecuentemente, perdió también el cargo de vicepresidente del Partido Popular Europeo.
En febrero de 2019 fue nombrado cabeza de lista del otro partido polaco, el PiS (Ley y Justicia), para las elecciones al Parlamento Europeo. En marzo del mismo año entró a formar parte del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos. A raíz de las elecciones de mayo de 2019 fue elegido por cuarta vez para el Parlamento Europeo, del que es actualmente un veterano.
Jacek Saryusz-Wolski, una experimentada voz de la política europea que alerta de las pretensiones del círculo de poder de Bruselas y Estrasburgo.
-Usted está en el Parlamento europeo desde hace veinte años y tiene el privilegio de poder observar qué sucede en el «corazón» político de la Unión Europea (UE). Sin embargo, en estos veinte años su entusiasmo se ha transformado en preocupación. ¿Qué está pasando en Bruselas?
-Actualmente observamos, dentro de la UE, muchas actividades peligrosas y tendencias a la centralización, promovidas por la llamada corriente dominante de la Unión, a la que llamaré el «grupo de poder». Hay que subrayar que, contrariamente a la confusión terminológica, a menudo deseada en los discursos oficiales, el proceso al que estamos asistiendo es, en realidad, la centralización, no la federalización de la UE. En el caso de la federalización, donde los miembros son iguales o casi, el sistema está basado en el equilibrio; así funciona, por ejemplo, el sistema de los cantones suizos, de los estados de Estados Unidos y de los estados federales alemanes. En cambio, el superestado oligárquico centralizado -en el que algunos gobiernan y otros son gobernados, en el que hay, por un lado, un poder hegemónico y, en el otro, las periferias- se basa en profundas desigualdades y en la lógica de la fuerza y la coerción.
-¿Qué es lo que caracteriza a este superestado oligárquico europeo en construcción?
-Ante todo, en el sistema de la UE faltan los llamados controles y equilibrios adecuados, los conocidos como checks and balances. No existen mecanismos que defiendan de manera eficaz los intereses de los países de dimensión pequeña y media. Se trata, en cambio, de una tendencia a crear un concierto de poderes dentro de la UE, una suerte de directorio basado en la colusión de los grandes estados y de sus subalternos sobre la exclusión del otro. Teniendo como base este predominio del directorio de la UE, se han creado condiciones favorables para prácticas desleales e irregularidades, como la corrupción, los conflictos de intereses, el tráfico de influencias, la protección retribuida, la usurpación de competencias.
-¿Nos daría algún ejemplo de dichas prácticas?
-Los ejemplos son muchos, como el escándalo reciente de corrupción Qatargate, o las actividades descritas en 2021 por Jean Quatremer en Libération sobre el Tribunal de Cuentas europeo, el Tribunal de Justicia de la UE, el Partido Popular Europeo y la Comisión Europea.
Otro elemento es el hecho de que se limita sistemáticamente el espacio para el diálogo en la UE. Un politólogo irlandés, el profesor Peter Mair, en su artículo titulado Political Opposition and the European Union, ya en 2007 subrayaba el hecho de que la UE no ha desarrollado una oposición política organizada, lo que hace que sea una democracia incompleta, imperfecta e inmadura. En la Unión Europea actual falta una oposición política organizada; incluso falta el consenso de la existencia de la misma. En la práctica, se aísla y excluye de los procesos de toma de decisión a esas fuerzas políticas, partidos o grupos que no están de acuerdo con la corriente política dominante, el mainstream.
-Entonces, ¿qué sistema es?
-Usando el lenguaje periodístico, lo definiría «bolchevismo suave«. En este sistema no hay lugar para el diálogo; en cambio, hay un consenso sistémico en el uso de la fuerza, que se manifiesta en la violencia política institucional, legal y económica, ampliamente puesta en práctica. En consecuencia, el desequilibrio estructural presente en la UE y en la correspondiente inclinación sistémica a aplicar de manera selectiva la fuerza y la penalización llevan a una centralización oligárquica y antidemocrática de la Unión. Esto se manifiesta en la continua apropiación y usurpación de competencias por parte de las instituciones europeas. En resumen, se trata de una erosión progresiva, gradual e ilegítima de competencias por parte de la UE y a costa de los estados miembros. El objetivo de este proceso es una modificación del sistema de la UE al margen de los tratados, y la construcción de un superestado oligárquico.
-¿Cuáles son los principios ratificados por los tratados que han sido violados?
-Las instituciones de la UE y, en particular, la Comisión, el Parlamento y el Tribunal de Justicia de la UE violan cuatro principios: el principio de atribución, de subsidiariedad, de proporcionalidad y de proximidad. Estos tratados derivan directamente de los Tratados, y los límites de competencia están disciplinados de manera muy clara en los artículos 5 y 10 del Tratado de la Unión Europea. Tanto los Estados miembros como las instituciones de la UE están obligados a respetar estos principios, algo que, es evidente, no hacen.
-Los ataques a Polonia son un claro ejemplo de la violación de dichos principios…
-Los ataques a Polonia son un ejemplo de una injerencia agresiva de las instituciones de la UE y en la organización del sistema judicial de determinados estados miembros con el fin de forzar los cambios de manera ilegal. También se utiliza el arma del chantaje económico. Evidentemente, esto es una violación de los tratados, es actuar ultra vires, más allá de los poderes. Esta injerencia ultra vires tiene un fin político oculto: convencer a la opinión pública en Polonia y en la UE de que los tribunales son competencia de la Unión -aunque no sea verdad-, con el fin de facilitar ulteriores interferencias ilícitas y, posteriormente, el cambio del sistema de la UE a través de un nuevo tratado. Es una gran acción de ingeniería social dirigida a las sociedades europeas.
El eurodiputado polaco Ryszard Legutko concluyó una reciente intervención recordándole a Ursula von der Leyen que los «burócratas» de la Unión Europea intentaron suprimir la palabra «Christmas» [Navidad].
-¿Cuál es el objetivo principal del «directorio» de la UE?
-Todas las acciones del directorio sirven para forzar las modificaciones del Tratado según el espíritu de centralización; la transición de una unión de estados soberanos a un superestado UE con una especia de soberanía autonómica sustraída a los estados y privada del control y la supervisión democrática. El fin último es cambiar el sistema de la UE, es decir, crear un superestado oligárquico. Últimamente ha tenido lugar la Conferencia sobre el Futuro de Europa.
-¿También esta conferencia tenía como fin alcanzar los objetivos del directorio de los que usted habla?
-Ha sido un experimento y una manipulación socio-técnica de gran alcance, dirigida a legitimar que la Unión asuma competencias [que no son suyas] y a socavar el orden jurídico y político de la UE. Hay que interpretar según este mismo espíritu las recomendaciones de la conferencia, incluidos los postulados que atañen a la abolición de la regla de la unanimidad en las votaciones del Consejo y la ulterior transferencia de las competencias del nivel nacional al comunitario.
-Los últimos años han estado caracterizados por las crisis causadas, primero, por la pandemia y, ahora, la guerra en Ucrania. ¿Como influyen estas crisis en la UE?
-En instituciones como el Parlamento europeo, crisis como la de la pandemia del covid o la guerra en Ucrania son instrumentalizadas y utilizadas como pretexto para exigir nuevos poderes para la UE y la reforma del proceso de toma de decisiones. De ahí las peticiones de conceder nuevas competencias a la UE, por ejemplo, en el área de la tutela de la salud, o de abolir la regla de la unanimidad en las votaciones del Consejo en materia de política exterior y seguridad.
-¿Hay otras vías para afrontar estas crisis?
-Los Tratados actuales ofrecen muchas oportunidades de acción, y la verdadera razón de la debilidad de la Unión es la falta de voluntad política, el obstruccionismo y el egoísmo de los mayores Estados miembros: Alemania y Francia. Hay que recordar que la abolición del derecho de veto reforzará a los grandes Estados miembros, que mantendrán para sí el veto de facto gracias a sus ventajas, teniendo en cuenta el peso demográfico de su voto, integrado por sus Estados clientelares, y debilitará decididamente a los Estados medios y pequeños de la Unión.
-En Bruselas se dice que, para una ulterior ampliación de la Unión a Ucrania, es necesario reformar el Tratado de Lisboa…
-Es, al mismo tiempo, una trampa y un chantaje. Quien quiere cambiar los Tratados dice: o aceptáis la formación de un superestado de la UE o se bloquea la adhesión de Ucrania. Obviamente, para debilitar la resistencia de los Estados y engañar a la opinión pública, el relato oficial no habla de centralización, sino de la necesidad de mejorar el proceso de toma de decisiones. Pero todo esto sirve para realizar los intereses de Alemania y Francia, reforzar las instituciones de la UE dominadas por el grupo que detenta el poder y limitar la influencia de los otros Estados miembros.
Traducido por Verbum Caro.