Iglesia Venezolana

Mons. Raúl Biord Castillo en la Guaira: «El milagro que faltaba para JGH…»

Salutación de Mons. Raúl Biord Castillo

En la consagración del Santuario Diocesano José Gregorio Hernández

Playa Grande, La Guaira

25 de noviembre de 2023

Como obispo de esta iglesia local que peregrina en La Guaira, quiero darles la bienvenida a todos ustedes, al cardenal Baltazar Porras, a mis hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos. Es un día especial para esta comunidad de la cuasi parroquia Mons. Romero y para toda nuestra diócesis de La Guaira. Un saludo a todas las autoridades nacionales, regionales, municipales y a los representantes de las distintas instituciones.

 

El milagro que faltaba para JGH: la construcción de este santuario en La Guaira

“El milagro que faltaba para JGH: la construcción de este santuario en La Guaira”. Este podría ser el titular del noticiero. Que hoy, estemos en la consagración de este santuario diocesano dedicado a José Gregorio Hernández en la parroquia: san Oscar Arnulfo Romero, es un milagro. Hace quince meses comenzamos la construcción y hoy vamos a asistir a una de las celebraciones litúrgicas más bonitas, con muchos símbolos religiosos que atestiguan el nacimiento de una comunidad eclesial. Vamos a bendecir la iglesia, las puertas, las columnas, el ambón, el altar, las imágenes, pero sobre todo vamos a pedir la bendición de Dios sobre esta comunidad que se ha venido conformando en estos 10 años, a través del primer anuncio del Evangelio, de la catequesis, de los rosarios y procesiones, de las misas que se han celebrado en las calles y plazas al aire libre. Hoy bendecimos el edificio que es el santuario, pero la iglesia es la gente, la comunidad aquí reunida.

 

Mons. Romero: un grito de libertad y de justicia

La parroquia está dedicada a un gran santo latinoamericano San Oscar Arnulfo Romero, arzobispo  de El Salvador, cercano a la gente, hombre de paz y de caridad, que se comprometió, desde la opción por los pobres, por la justicia y los derechos humanos. Denunció las numerosas violaciones de los derechos humanos y ciudadanos del pueblo. “Que cese toda violencia y represión”, fueron sus palabras. Fue asesinado mientras celebraba la misa. Querían callar su voz, la voz de la iglesia, la voz de los pobres… Su martirio se une al de tantas mujeres y hombres asesinados y perseguidos por defender la verdad, la justicia y la paz. Monseñor Romero es modelo para todos. Hoy recibimos sus reliquias, que lo hacen presente entre nosotros y nos animan a proseguir su causa.

 

El primer santuario desde cero al Beato

El santuario está dedicado a José Gregorio Hernández. Es ejemplo de un gran hombre, cristiano auténtico, alma caritativa y generosa, buen ciudadano que se hizo hermano de todos sus semejantes, científico e investigador, médico de los pobres, profesor universitario, hombre culto y sencillo a la vez, comprometido con su pueblo. Su vida fue la mejor cátedra: testimonio del amor preferencial de Dios a los enfermos y necesitados.

Me preguntaban si José Gregorio Hernández visitó nuestra diócesis y la respuesta es: “claro que sí”. Cada que vez que salió al exterior, se embarcó en el puerto de La Guaira y cada vez que regresó, lo hizo por el puerto, con la esperanza de venir a construir país y poner en práctica sus aprendizajes. El nuevo santuario se encuentra al lado del aeropuerto que es puerto de salida, pero esperamos que sea cada vez más puerta de regreso de tantos compatriotas. El compromiso de todos es construir una Venezuela más justa e igualitaria. Todo lo que aprendemos, tenemos que sembrarlo en nuestra tierra natal, como hizo José Gregorio. Estamos llamados a imitar sus virtudes como hombre de fe y ciudadano honesto. El es el mejor símbolo de la Venezuela que queremos, una sociedad rica en valores humanos, ciudadanos y cristianos, de progreso, de solidaridad, y por eso es también símbolo de unión para todos los venezolanos.

 

“¡Una capilla pequeña no! Aquí vive mucha gente”

Cuando llegué como obispo hace casi 10 años, el P. Rafael Troconis, me trajo a Ciudad Chávez y me dijo que se necesitaba una iglesia en el nuevo urbanismo. Le respondí: “vamos a hacer una capilla”. El me respondió: “¡Una capilla pequeña, no! Aquí vive mucha gente, tiene que ser una iglesia grande”.  Y me invitó a celebrar la misa en la calle y a visitar las familias en la navidad. Gracias P. Rafael por su inspiración.

Al visitar el urbanismo, todos nos percatamos que está muy bien planificado: con avenidas y calles amplias, con estacionamientos, liceos y escuelas, casa comunal, canchas deportivas, servicios varios. Solo faltaba algo: iglesias, y lo digo en plural. La iglesia católica y otras iglesias hermanas. Dovtoieski escribía: “ningún hombre puede vivir sin Dios, si no cree en Dios, se fabrica un ídolo para adorarlo”. No somos solo materia: somos espíritus encarnados, cuerpo y alma. No basta lo material. El materialismo empobrece al ser humano porque le quita lo más importante: la fe en Dios que es motor de nuestra vida, impulsándonos a ser cada vez más, proponiéndonos en la esperanza nuevas metas y horizontes. La fe nos lleva a la caridad, pues aun en la sociedad más organizada, hay siempre necesidad de gestos de solidaridad. El amor sana con misericordia los desequilibrios de la sola justicia. El Señor es cariñoso con todas sus criaturas, pero privilegia a los pobres, a los sencillos y a los pequeños.

 

Dos inspiradores

Quiero recordar a la hermana Clara, religiosa del Santo Ángel, fue un auténtico ángel en Ciudad Chávez. Visitaba los hogares, recorría las calles, se venía caminando desde su comunidad a pesar de su edad y enfermedad. Enseñó a tantas mamás a tejer sandalias, carteras y bolsas, para el uso propio, pero sobre todo como una fuente de ingresos para el hogar. No faltaba a ninguna misa. Ofreció su vida por esta comunidad naciente. QEPD.

El joven Miguel Dell’Uomini tomó como apostolado el urbanismo. No faltaba a ninguna misa, visitaba los apartamentos con el equipo misionero. Tenía un cáncer avanzado, y venía con su cuatro a animar la misa. Me llamaba casi todas las semanas para preguntarme qué sacerdote podía venir a la misa. Muchas veces vine yo mismo, y lo encontré aquí. Estaba enfermo, pero nunca faltó con su esposa y sus hijos, con su mamá Lucy. Una persona que está aquí dijo el día su funeral estas palabras: “Los sábados me llamaba Miguel en la noche y me decía, tienes que ir tú a tocar la misa, porque tengo mucho dolor y no puedo ir. A la mañana siguiente, lo encontraba allí. Era una estrategia para comprometerme a mí, y que no faltara”.

Fíjense una cosa la hermana Clara era una religiosa anciana con más de 80 años. Miguel estaba gravemente enfermo. ¿Qué podían hacer? Hicieron todo lo que pudieron: con amor y dedicación fueron misioneros en Ciudad Chávez. También a ellos queremos dedicar este nuevo templo. Nos acompañan con su presencia: la hermana Clara con sus sandalias de misionera y con su sonrisa, tejiendo un canto de alabanza a Dios, acompañada con el cuatro, la perseverancia y la alegría de Miguel. Que nadie ponga como excusa que es mayor o que está enfermo. Que todos tengamos la fuerza de ser evangelizadores con espíritu.

Finalmente quiero agradecer a Mons. Ramiro Díaz, quien estuvo seis años en Catia La Mar. Estuvo cuando colocamos la primera piedra. Fue de las personas que más me animaron a terminar el santuario, pues siempre decía: “No vas a terminar la iglesia”. Hoy nos acompaña, con su testimonio de humildad y con la alegría de misionero: corazón ardiente y pies en camino.

 

Agradecimientos

Hace tres años pusimos la primera piedra del nuevo templo. Me sentí un poco como Don Bosco, que inició la construcción de la basílica de María Auxiliadora con pocos centavos en la cartera, animado por mamá Margarita, de quien hoy celebramos su fiesta. No teníamos dinero, pero sí un sueño y la voluntad de reunir a muchas personas que dieran su colaboración. Poco a poco fue llegando el dinero, aunque todavía falta para pagar algunas deudas, pero Dios no se deja vencer en generosidad. La construcción duró 15 meses. Y hoy vísperas de la fiesta de Cristo Rey, vamos a consagrar esta iglesia parroquial como santuario diocesano. Queremos reafirmar que el templo es necesario, pero lo más importante es seguir construyendo y fortaleciendo la comunidad que es la iglesia.

Gracias a Dios ante todo que ha animado este proyecto. Quiero agradecer a todas las personas e instituciones públicas y privadas que han dado su aporte generoso para hacer realidad este sueño.

            No hemos hecho solo una iglesia, sino un complejo de servicios parroquiales, que incluye sacristía, salones de reuniones, casa parroquial y una bella churuata para las reuniones pastorales y para recibir a los peregrinos.

Que esta iglesia sea hogar y altar, alimento para la fe e inspiración de caridad, lugar para encontrarnos todos como hermanos, alrededor de la Virgen, madre amorosa, socorro y auxiliadora, bajo la intercesión de nuestros santos patronos: Mons. Romero y José Gregorio. Que así sea.-

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