No apartes tu rostro del pobre
Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA:
Son ya siete los años en los que la Iglesia ha celebrado la Jornada Mundial de los Pobres, desde que el papa Francisco impulsase esta iniciativa, surgida del Jubileo de la Misericordia. En este año 2023, el lema ha sido tomado del libro de Tobías y dice así: «No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7).
Propongo, en esta breve reflexión, revisar los textos del Santo Padre en los siete mensajes publicados para esta Jornada, centrándonos en el rostro y en la mirada. Nos pueden ayudar para salir al encuentro de los necesitados y menesterosos, tarea que ha de ser una constante en la vida del discípulo de Cristo.
Ya en el primer mensaje, Francisco recordaba cómo el impulso del Espíritu lleva “a fijar la mirada en lo esencial”, suscitando numerosas personas “que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres”. Por ello, “estamos llamados a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos” (Mensaje 2017, 3). “Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad” (Mensaje 2017, 6). Años después insistía: “Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta” (Mensaje 2020, 3).
Esta mirada a los pobres es cercana, personal. “Fijemos la mirada en lo esencial, que no requiere muchas palabras sino una mirada de amor y una mano tendida” (Mensaje 2019, 8). “A veces se requiere poco para devolver la esperanza: basta con detenerse, sonreír, escuchar” (Mensaje 2019, 9). Si superamos nuestra indiferencia y miramos con delicadeza, descubriremos que “la pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles” (Mensaje 2020). Todos nosotros, “rodeados de tantas formas de pobreza, [podemos] comprender quiénes son los verdaderos pobres, a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades” (Mensaje 2018,1).
La mirada a los pobres es concreta. “Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos” (Mensaje 2023, 8). “Por un día dejemos de lado las estadísticas; los pobres no son números a los que se pueda recurrir para alardear con obras y proyectos. Los pobres son personas a las que hay que ir a encontrar: son jóvenes y ancianos solos a los que se puede invitar a entrar en casa para compartir una comida; hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa” (Mensaje 2019, 9). “La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada” (Mensaje 2017, 5).
La mirada atenta a los pobres se convierte en una mirada operativa. “Servir eficazmente a los pobres impulsa a la acción y permite encontrar los medios más adecuados para levantar y promover a esta parte de la humanidad, demasiadas veces anónima y sin voz, pero que tiene impresa en sí el rostro del Salvador que pide ayuda” (Mensaje 2021, 7). “No se trata de emplear muchas palabras, sino de comprometer concretamente la vida, movidos por la caridad divina” (Mensaje 2020, 3). Debido a la pandemia y a la guerra, a las crisis sucesivas y a la injusticia generalizada, “las personas más vulnerables están privadas de los bienes de primera necesidad. Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro. Una mirada atenta exige que se encuentren las soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas” (Mensaje 2021, 5).
Esta mirada a los pobres tiene también, en su misma entraña, una dimensión espiritual y mística. “La constante referencia a Dios no impide mirar al hombre concreto; al contrario, las dos cosas están estrechamente relacionadas” (Mensaje 2020, 2). “El rostro de Dios que Él revela, de hecho, es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre” (Mensaje 2021, 2). “Los pobres nos salvan porque nos permiten encontrar el rostro de Jesucristo” (Mensaje 2019, 9). “El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles” (Mensaje 2017, 3). “En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús” (Mensaje 2023, 3).
Tras este recorrido, podemos acoger con hondura y con toda su fuerza el núcleo del mensaje de este año. “Las palabras que [Tobit] dirige a su hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (Tb 4,7). En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio” (Mensaje 2023, 3). Llevar cotidianamente a la práctica esta exhortación de Su Santidad será para nosotros fuente de gozo y emblema de nuestra fe.-
Diócesis de Jaén