Iglesia Venezolana

Exhortación Pastoral con motivo de la CXXI Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado Venezolano

“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron”

Ap 21,1

I. Introducción
1.- Con la alegría y la esperanza que nos ha transmitido la fiesta del Nacimiento del Redentor,
saludamos al pueblo venezolano al cual pertenecemos y servimos. Es nuestro deseo que este
año de gracia 2024 nos ayude a todos en Venezuela, a conseguir caminos de paz, justicia y
solidaridad fraterna. Desde nuestro compromiso como Obispos, alentamos todo esfuerzo por
conseguir un consenso que nos permita abrir puertas y tender puentes de entendimiento y
convivencia de todos los venezolanos.

II. El trasfondo global
2.- Vivimos en un mundo golpeado por guerras y discordias creadas por grupos de poder
que quieren tomar el control de la sociedad y causan estragos desastrosos en víctimas
indefensas. Las actuales confrontaciones bélicas en el mundo, como es el caso de Rusia y
Ucrania, Israel y Hamás y tantas otras, lejos de superarse se agudizan. Los países vendedores
de armas, muchos de los cuales pertenecen a organizaciones internacionales por la paz,
propician que las guerras mantengan vivo su afán de lucha, para obtener ganancias
económicas. Es hora que las naciones organicen y articulen mecanismos para la paz y
verdadera fraternidad, base de toda convivencia humana.

3.- Se percibe también en América Latina nuevas situaciones políticas, sociales y económicas
que crean tensión y ponen en peligro la convivencia pacífica en el continente. Desde esta
perspectiva sentimos gran preocupación y hacemos nuestro el dolor y la aflicción de la Iglesia
hermana de Nicaragua, en cuyo seno se repiten los escarnios persecutorios contra los
primeros cristianos. Pedimos a Dios que dé a nuestros hermanos nicaragüenses fidelidad y
perseverancia, para que se mantengan firmes en la fe y superen las arbitrariedades e
injusticias de la que son víctimas.

III. Urgente problemática nacional
4.- En nuestro país, a pesar de los anuncios de crecimiento económico, sigue habiendo una
crisis humanitaria que se puede comprobar en el empobrecimiento de la población y en
el crecimiento de la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco.
Nos duele e interpela, constatar el sufrimiento del pueblo venezolano en materia de salud,
educación, alimentación, bajos salarios, corrupción, etc., todo esto constituye una flagrante
violación de los derechos humanos, que desdeña su condición de ciudadanos e hijos de Dios.
Esta compleja y desconcertante realidad está obligando a que en muchos venezolanos,
persista la necesidad de aventurarse a emigrar a otros países en busca de mejores condiciones
de vida, porque consideran que en nuestro país no hay futuro. Lo más grave de esta situación
es, que no hay interés de solución, a nivel institucional.

IV. Año electoral
5.-Dentro del panorama antes descrito, iniciamos un “año electoral” en el que se debe elegir
al presidente de la República y así recuperar los principios democráticos y participativos de
la nación. Urge, por tanto, la elaboración y presentación de un calendario electoral que nos
conduzca a unas elecciones limpias y transparentes. Este debe ser un tiempo para buscar,
entre todos los factores de la sociedad venezolana, un compromiso en el diseño de una visión
compartida de país que, teniendo como centro, la dignidad e importancia de la persona
humana, de todos y cada uno de sus habitantes. Las elecciones presidenciales, constituyen
un ejercicio pedagógico que permite enseñar y fortalecer valores democráticos. Ello requiere
el respeto de todos, de sus ideas y posiciones, y derechos políticos; pero, ante todo, debería
ser un espacio para motivar la participación activa del pueblo, verdadero sujeto de la sociedad
que soñamos.

6.- Exhortamos a llevar adelante un serio, sincero y comprometido diálogo y negociación,
entre el gobierno y los diversos sectores de la vida nacional, para ello, es necesario incorporar
representantes de los diversos sectores, como la academia, los sindicatos, los gremios, las
fuerzas armadas, etc. Sólo así se podrá alcanzar nuevos acuerdos que profundicen las líneas
democráticas y pactos sociales, que permitan un mejor desarrollo del país.

V. El Esequibo
7.- Expresamos nuestro compromiso por defender la soberanía nacional. Desde los primeros
tiempos de la nación venezolana, la Iglesia ha estado presente en todo el territorio,
particularmente en las fronteras, por ello, no estamos ajenos a la situación de la reclamación
del territorio Esequibo, incluso, desde los inicios de la controversia la Iglesia a través de sus
misioneros y connotados miembros del clero y del laicado, ha participado de manera activa
en la defensa de los intereses de la República. Hoy esperamos que se pueda llegar a una
solución negociada y pacífica, que sea mutuamente satisfactoria, tal y como es propuesto en
el acuerdo de Ginebra.

V. Conclusión
8.- Interpelados por la situación antes descrita nos empeñamos, tal y como lo propone el Plan
Trienal 2023-2026 de la Conferencia Episcopal Venezolana, en “dinamizar procesos de
conversión pastoral misionera, desde una espiritualidad sinodal, que promueva la vida y
dignidad de toda persona, el compromiso bautismal en el anuncio del Evangelio de
Jesucristo, la transmisión de la fe y la construcción de una sociedad justa, más equitativa,
fraterna y solidaria, inspirada en los valores del Reino de Dios”.

9.- Damos gracias a Dios por el compromiso de miles de venezolanos, involucrados en crear
espacios para solucionar los desafíos de estos tiempos difíciles. Reiteramos nuestros mejores
deseos para que este año 2024, con el esfuerzo y la participación de cada quien y de todas las
instituciones del país, transitemos la ruta del diálogo, del encuentro y del diseño del país que
todos queremos. Para ello, imploramos la bendición del Dios Altísimo, con la intercesión de
María de Coromoto y del Beato José Gregorio Hernández.

Los obispos de Venezuela

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