P. Alberto Reyes Pías, desde Cuba:
La frase no es mía sino del pensador Charles Maurras (1868-1952). Repitámosla: “La política es el arte de hacer posible lo necesario”.
Si lo aplicamos a nuestra realidad, hay que distinguir entre qué es necesario en Cuba y qué es LO
necesario en Cuba.
Necesario en Cuba hoy es ese conglomerado básico de alimentos, medicinas, salarios reales y no
simbólicos, viviendas dignas, educación de calidad, precios asequibles, seguridad ciudadana… Necesaria hoy en Cuba es la esperanza, la verdad, la justicia, la fe…
Pero, ¿qué es LO necesario? Lo necesario es la conversión tanto de las distintas capas del poder
como de lo que llamamos “el pueblo llano”, y por conversión entiendo el sentido que usa en sus cartas el apóstol Pablo: “cambio de mentalidad”, empezar a pensar de modo diferente.
Cambio de mentalidad significa que nuestros dirigentes y todos aquellos que los sostienen en el
poder asuman que sin un cambio de sistema, sin una apertura a la democracia, Cuba sólo puede hundirse
más en una espiral de miseria, crisis y violencia.
Cambio de mentalidad significa que es momento de reconocer que este sistema ha fracasado, que
es incapaz de reflotar la economía, y de encontrar las soluciones que necesitamos como país.
Cambio de mentalidad significa atreverse a ver el rechazo de este pueblo al proyecto llamado
“Revolución cubana”, y reconocer que aquella pasión crédula por los “barbudos bajados de la sierra” hace mucho tiempo que es historia muerta.
Cambio de mentalidad significa darse cuenta que las leyes que nos rigen son cada vez más represivas, más limitadoras de la libertad, y más incapaces de favorecer al pueblo.
Cambio de mentalidad significa tener el coraje de preguntarse por qué hay que seguir sosteniendo un sistema que te hace vivir en la precariedad, en la alerta continua, en la represión, en el miedo.
Pero también nuestro “pueblo llano” necesita cambiar de mentalidad.
Necesita dejar de creer en promesas vacías y dejar de esperar lo que no va a llegar nunca: no mejorará la economía, no terminará la inflación, no se acabará el hambre, no se reactivará el sistema de salud, no mejorará la enseñanza, no aumentará la seguridad ciudadana, no disminuirá la represión. ¿Cuesta tanto ver la realidad?, ¿está tan embotada nuestra mente que no somos capaces de comprender que, bajo
este sistema, no es posible caminar hacia una solución viable y serena?
Por otra parte, ¿hasta cuándo vamos a vivir en la doblez, que empezó siendo un medio de supervivencia y ha terminado convirtiéndonos en aliados de lo que rechazamos? De puertas hacia adentro
nos quejamos, maldecimos, rezamos por un cambio, soñamos con la libertad… mientras hacia afuera
aplaudimos, asentimos, sonreímos, asistimos a todo acto político convocado, vitoreamos los eslóganes en los que no creemos, acallamos la verdad… ¿Tan convencidos estamos de que el cambio lo realizará
“alguien” ajeno a nosotros?, ¿tan torpes somos que no hemos entendido la fuerza de un simple “no iré”, “no lo haré”, “no te apoyaré”?
Si, necesitamos conversión, necesitamos aprender a pensar en un modo diferente. Tal vez así, sólo
así, podremos lograr el arte de hacer posible lo necesario.-