Opinión

Los Impuestos son Recesivos e Inflacionarios

José Antonio Gil Yepes:

Una publicación de la Tax Foundation, en 2012, “Evidencias sobre los impuestos y el crecimiento”, resumió 26 estudios publicados entre 1983 y 2012, concluyendo que, en 23 de dichos casos, casi todos, hay una correlación negativa entre el incremento de los impuestos, la inversión privada y el crecimiento económico. Esto se explica porque los impuestos extraen recursos de 1. los posibles inversionistas y creadores de fuentes de empleo, 2. de los consumidores, quienes ven reducido su consumo, y 3. elevan los precios de los factores de producción y de los bienes y servicios finales.

La razón para extraer recursos de los ciudadanos y empresas, es decir, para “cobrar impuestos”, es financiar el gasto y la inversión pública. Hasta aquí se entiende esto. Pero si el gasto fiscal es menos eficiente (menos productivo, derroche), y menos eficaz (menos transparente, corrupción), que el gasto de los particulares, los efectos negativos de los impuestos se multiplican.

Los estudios de la OECD, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, integrada por 34 países democráticos indican que los impactos negativos de los impuestos sobre el crecimiento depende del tipo de impuesto. Los de peor impacto son los impuestos directos a las empresas; seguidos por los impuestos personales; luego por los impuestos al consumo (indirectos) y, por último, los impuestos a la propiedad.

Un mayor impuesto directo a las utilidades de las empresas es recesivo porque disminuye su disponibilidad de caja, limitando las opciones de financiamiento. En el caso de Venezuela se agrava esta situación porque todas las empresas están restringidas en su acceso al crédito bancario debido al alto Encaje Legal. Según la Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis, casi el 60% de las empresas indica que se financia con flujo de caja y el 34% con aportes de los socios. En cambio, los créditos bancarios sólo son mencionados por el 16% de las empresas como una de sus fuentes de financiamiento.

Los impuestos directos, además de recesivos, son inflacionarios porque, para compensar la salida de recursos, el inversionista responsable buscará obtener mayores ganancias antes de impuesto. Para ello puede aumentar los precios al consumidor, bajar los salarios o despedir trabajadores. La primera opción la paga el consumidor con mayores precios. Las otras dos las paga el trabajador bajando el consumo, haciendo menos atractivo el mercado para el inversionista.

Los impuestos a las personas desincentivan la generación de ingresos gravables, sobre todo si son producto del trabajo. En esta categoría no sólo se ubica el impuesto sobre la renta sino también la multiplicidad de cargas llamadas parafiscales, como el aporte al seguro social, al desempleo, a la vivienda, etc. que se descuestan del salario. Este efecto negativo se agrava cuando esos programas públicos son mal manejados de manera que le brindan poco o nada a sus supuesto beneficiarios. Estos impuestos que desincentivan los estudios profesionales, trabajo formal, el ahorro y la inversión de las personas, por lo que les inducen a ser menos productivos, informales, a consumir menos y a ser más pobres. Si esta desmotivación por la riqueza se combina con generosos subsidios al desempleo, etc., como sucede en Europa, se puede entender por qué hay personas que trabajan parte del año y la otra no.

Los impuestos indirectos que pechan el consumo, como el IVA y el IGTF, sólo se pagan si se consume, pero son recesivos porque frenan el consumo.

La solución moderna al problema de los impuestos no es dejar de gravar ni que el gobierno desaparezca, sino responder tres retos: Primero y principal, incentivar la inversión, producción y empleos para que los actores privados muevan lo más que puedan la economía porque son mejores administradores que los gobiernos. Los gobiernos no deben invadir espacios ni funciones que pueden ocupar y desempeñar los ciudadanos. Segunda, a los gobernantes hay que someterlos a rendición de cuentas. Para ello la descentralización es necesaria de manera de acercar el gobernante a conocer a sus gobernados como sujetarlos a la rendición de cuentas. Tercera, es necesario mantener niveles impositivos competitivos en el rango de país en que se encuentre cada nación. A los países menos desarrollados les conviene tener tasas impositivas más bajas para atraer capitales que emigran huyéndole a los altos impuestos y a la inseguridad jurídica y personal. La idea es cobrarles tasas moderadas a muchos en vez de cobrarle mucho a muy pocos. Sin embargo, en el caso de Venezuela, el enfoque de la mayoría de los gobernantes municipales y nacionales parece ser lo contario y ocupamos el último puesto en el Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina. Esta es una de las razones por las cuales Venezuela es el país con menor actividad bursátil de la región y de menor inversión privada, nacional o extranjera.-

Imagen referencial: La Pluma

@joseagilyepes

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