La Comunidad Tomás Moro ante las elecciones del 28 de Julio
Como Iglesia, ¡estamos presentes!
El asunto central
La elección presidencial del 28 de julio es un hito importante para el futuro del país. Pero lo verdaderamente importante no es tanto quien resulte ganador, sino que el pueblo venezolano, de manera soberana y democrática, pueda expresarse libremente y decidir qué tipo de conducción política quiere para su país. Ese es el asunto central.
Por eso, la tarea más importante frente al próximo 28 de julio es asegurar que la gente pueda expresar libre y soberanamente su decisión electoral. El poder elegir es un derecho humano al que no se puede renunciar nunca, y la Iglesia tiene el deber de proteger ese derecho humano.
Como Iglesia, ¡estamos presentes!
“La Iglesia siente como su deber y derecho estar presente en este campo de la realidad: porque el cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política”. (Puebla n. 515).
La Iglesia Católica – laicos y jerarquía- promueve y defiende la participación política y electoral como un derecho fundamental de los ciudadanos: “Tanto los pueblos como las personas individualmente deben disfrutar de igualdad fundamental… igualdad que es el fundamento del derecho de todos a la participación en el proceso de desarrollo pleno” (Sollicitudo rei socialis ).
La democracia, la respuesta más inteligente
La Democracia no es sólo un sistema político o de organización social: es un estilo de vida y un derecho humano. ¿Por qué? Primero porque en ella lo central siempre es la gente. Y segundo porque implica tener siempre el poder y la posibilidad de elegir. La democracia es la respuesta más inteligente que ha dado la humanidad al problema de cómo vivir juntos quienes somos distintos, de manera que todos podamos crecer y avanzar, sin perder cada uno su individualidad y sus derechos.
Así, la democracia y el poder elegir libremente son un producto del desarrollo de la humanidad, y se contrapone a otras formas primitivas y deficientes de organización social y política, basadas no en la construcción de consensos sino en la imposición y la fuerza.
No es un candidato, es la gente
En democracia no se vota tanto por un candidato u otra persona. Al final, las personas votan por ellas mismas, para nunca perder el poder de influir y de decidir el tipo de vida y de país que quieren y no dejar que sean otros quienes decidan cómo va a ser su vida. Por eso para la Iglesia, como defensora y promotora de la libertad de las personas, el poder elegir libre y soberanamente va mucho más allá de una coyuntura política y tiene que ver con la dignidad de las personas como hijos de Dios.
El Estado debe estar al servicio de la gente y nunca al revés. Por ello, como Iglesia, exhortamos y exigimos al gobierno y a la institución electoral facilitar la expresión libre y soberana de la voluntad de los ciudadanos, informando debida y verazmente sobre la ubicación a los electores sobre su centro de votación asignado, inhibiéndose de realizar migraciones y cambios inconsultos de centros, permitiendo la expresión libre y sin represión de las simpatías de la gente por su preferencia electoral, y absteniéndose de cualquier medida judicial o política que limite o restrinja las opciones electorales de la población.
El importante artículo 328
La Iglesia y los venezolanos confían en que la Fuerza Armada Nacional sabrá obedecer fielmente lo exigido en el artículo 328 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que establece: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…y en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna.” En este sentido, los venezolanos esperamos que nuestra Fuerza Armada cumpla con responsabilidad su compromiso de respetar y hacer respetar la voluntad libérrima del soberano, inhibiéndose de intervenir en el proceso más allá de las funciones específicas de seguridad física de los electores y resguardo de las instalaciones que establece la Ley Orgánica de Procesos Electorales, respetando a los miembros de mesa como las máximas autoridades de los centros de votación, y contribuyendo a que el pueblo pueda expresar su decisión de manera libre y sin coacción ni restricción alguna.
Esperamos, por el bien de la República y el respeto a nuestro pueblo, que estos elementales principios se observen de parte de todos y podamos participar en un proceso electoral como lo dicta la ley y lo merece el Soberano.
LA COMUNIDAD TOMÁS MORO