Lecturas recomendadas

El Día del Señor II

El lector atento que lea las diatribas de Cristo y Pablo por el día del “Sábado” a la luz de lo dicho, se dará cuenta que no impugnan la celebración del “Sábado” en cuanto tal, sino que desean retornar al sentido original, en cuanto celebración de la auténtica libertad

 

Nelson Martínez Rust:

 

C.-    Punto tercero: Relación existente entre el sábado judío y el domingo cristiano.

Advierto que continúo con la reflexión iniciada la semana pasada dedicada al “Dia del Señor” = “Domingo”. Este tercer punto consta de tres elementos: a.- El problema; b.- La teología del sábado y c.- La síntesis cristiana.

1.-    El problema

1º.-  En la actualidad los estudios bíblicos realizados no encuentran una respuesta coherente y por todos aceptable, que explique satisfactoriamente la relación entre el sábado judío y el domingo cristiano. Según los Evangelios sinópticos, Jesús polemizó por la observancia judía del sábado. Combatió la mala interpretación que se hacía del “sábado”. Posteriormente, en la predicación apostólica, el mismo Pablo luchó en contra de la asfixiante ley judía sabática. En la actualidad, para encontrar algún brote de dicha separación, es necesario remontarse a los siglos IV y V en donde se observa el inicio de una síntesis. Síntesis, que, sin embargo, es muy discutida. Un texto de San Ignacio de Antioquia – poco se sabe de él. Fue obispo de Antioquía hacia las primeras décadas del siglo II cuando murió mártir – muestra la polémica existente: “El que ha pasado de una vida basada en los antiguos preceptos a lo nuevo, a la esperanza, ya no es un sabatino, sino que vive de acuerdo con el día del Señor”.

¿Qué se observa en este texto? Que el cumplimiento del sábado judío y la “vida de acuerdo con el día del Señor” contrastan de manera antitética, como puede contrastar la vida encarrilada en una determinada orientación y la vida vista desde el futuro, desde la esperanza cristiana. La realidad sabática era “preparación”, Cristo se presenta en el “Dia del Señor” como realidad futura, como presencia actual insustituible, centro de la historia, actuando ya en el “hoy. El contraste es fuerte.

Entonces, ¿cómo se efectuó el paso del sábado al domingo? Ya en la era apostólica se impuso el domingo como el día de la resurrección (Ap 1,10). El encuentro entre Cristo resucitado y los apóstoles implicó, desde el primer momento, el hecho de realizar comunitariamente la fracción del pan (Lc 24,30-35). Por lo tanto, es necesario preguntarse: ¿qué significaba y qué tenía que trascender de esta reunión hasta el día de “hoy”? Esta reunión, junto con la fracción del pan, significó la presencia continua y permanente del resucitado en su nueva condición de resucitado. Significó el acercamiento – la presencia anticipada – a su retorno glorioso al fin de los tiempos mediante la fracción del pan; pero, al mismo tiempo, también se hacía presente la Cruz como lugar de su verdadera exaltación y grandeza, comoSeñor” – Cf.: el Evangelio de San Juan -. De esta manera, la cruz pasó a ser, en este contexto, la prueba más fehaciente de su amor irradiado en favor de la humanidad. El Nuevo Testamento y los escritos de los Padres de la Iglesia del siglo II, así lo atestiguan o confirman con una gran seguridad y certeza.

2º.-   Otro elemento que se debe tener en cuenta es el siguiente: el vínculo entre la temática de la creación, que estaba muy presente en el día del sábado, ahora se hace presente revestido de una gran novedad en el primer día de la semana – domingo –. El domingo pasa a ser la gran celebración del inicio de la nueva creación. De esta manera la Resurrección de Cristo une el principio – la creación = Cf.: libro del génesis – y la restauración en el misterio Pascual de Cristo – la Resurrección -. Esta doctrina, de manera maravillosamente narrada, se encuentra en la carta a los Colosenses (1,15-20). Este himno es una síntesis que, con el correr del tiempo, habría de marcar de manera definitiva el sentido del domingo cristiano.

3º.-  Un tercer elemento de importancia sabatina que tarda en ser asumido por el domingo es el siguiente: la función social del sábado. Este aspecto no pasó de manera inmediata a la celebración del domingo como “Día del Señor”. Como posible explicación de esta ausencia, se debe tener en cuenta que el cristianismo durante los tres primeros siglos fue considerado, desde el punto de vista legal romano, como una religión no legal. Este es el motivo por el cual no fue posible dicha práctica externa. No obstante, en el ambiente judío se continuó con su cumplimiento.

En el siglo IV, con Constantino como emperador, la situación empieza a cambiar. Un doble testimonio de este cambio se puede encontrar en dos textos de las “Constituciones Apostólicas”. Cito ambos textos: a.- “Pasad el sábado y el “Día del Señor” en alegría festiva, porque el uno conmemora la creación y el otro la resurrección”. b.- Un segundo texto señala lo siguiente: “Yo Pablo y yo Pedro disponemos que los esclavos trabajen cinco días, y el sábado y el “Día del Señor” tengan tiempo para la instrucción en la Iglesia. Porque el sábado tiene su fundamento en la creación, y el “Día del Señor” en la resurrección”. Hay dos aspectos que deben tener en cuenta: a.- la expresión “Yo Pablo y yo Pedro” es un seudónimo que ocultaría al verdadero autor del escrito y b.- la enseñanza trasmitida trataría de suavizar el paso radical del sábado al domingo. Transición que no dejaría de inquietar a un grupo de cristianos, amantes del sábado.  En resumidas cuentas: poco a poco se fue imponiendo la celebración dominical como “Día del Señor”.

4º.-  Finalmente el otro aspecto sabático que pasó al “Dia del Señor” es el siguiente: el sábado es parte integrante del decálogo.  Pablo, no obstante, su polémica por la recta comprensión del sábado, mantuvo siempre el vínculo del sábado con el decálogo, como expresión de amor y gratitud hacia Dios-Padre, creador. De esta manera él garantizaba a los cristianos el recto cumplimiento de los preceptos. Para el Apóstol los cristianos debían leer el decálogo en forma nueva y comprenderlo a la luz del Espíritu Santo. Este criterio paulino ayudó mucho a la desaparición del sábado y al predominio del domingo como “Día del Señor”.  

                2.-    La teología del sábado

Para la reflexión de esta parte me he valido de los siguientes textos bíblicos: Gen 2,1ss; Ex 20,8-11. 31,12-17; Dt 5,15.12,9 y Ez 20,12.

1º.-  Es fundamental la inclusión del sábado en el relato de la creación. En la imagen que se tiene de la semana de siete días tuvo mucho que ver el día sábado. El relato desemboca en el signo de la Alianza: “…y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda labor que hiciera. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho”. (Gn 1,28-31. 2,2-3). De esta manera se demuestra que la creación y la alianza se corresponden de manera esencial, que el Creador y el Redentor son el mismo y único Dios. El relato de la creación demuestra que ella no es un espacio neutral en donde entra por casualidad el ser humano, sino, por el contrario, que la creación aconteció para proporcionar un lugar a la Alianza entre Dios y todo lo creado por medio del hombre. La Alianza solo puede subsistir si está hecha a la medida de toda la creación. De esta manera, el día sábado llega a significar respeto y gratitud hacia el Creador y su creación. Significa también que las cosas han sido confiadas al hombre no para ejercer un dominio arbitrario sino el dominio necesario para servir al verdadero soberano y propietario, que es Dios.

2º.-  El sábado era el día de la libertad de Dios y el día de la participación del hombre en esa libertad. El sábado no era un mero recuerdo de la liberación de Egipto, también era la ocasión del encuentro familiar para agradecer a Yahveh. Por el contrario, era el ejercicio activo de la libertad. De este principio nació la necesidad del reposo laboral sabático para el hombre y los animales, para el amo y el esclavo. La legislación judía del “año jubilar” indicaba que esta solemnidad no perseguía la simple regulación del tiempo libre. En el “año jubilar”, todas las relaciones de propiedad volvían a su modo original, todas las formas de subordinación que se habían desarrollado con el tiempo tocaban a su fin. De esta manera se anticipaba una sociedad sin dominio, una realidad futura. Porque todos los hombres habían sido creados en la libertad de los hijos de Dios. El libro de Crónicas relata que Yahveh – Dios – castigó con el destierro a Israel por no cumplir con este precepto sabático y el orden jubilar (2 Cro. 36,21).

3º.-  El tercer elemento que se encuentra en la teología del sábado es su aspecto escatológico. La solemnidad del sábado era un anticipo de la era mesiánica – miraba hacia el futuro, hacia el cumplimiento de la promesa -. No solo en cuanto idea, sino también en cuanto acto concreto. Al vivir en la forma de anticipación de la era mesiánica, se abrían las puertas del mundo futuro para estar preparados para la hora del Mesías. De esta manera el judío, al vivir piadosamente el sábado, se ejercitaba y preparaba en el modo de vida del mundo futuro y lo anticipaba. San Ireneo – nació en el 130 y murió mártir  en el 202 o 203 – en su predicación a los cristianos enseñara que en el “Día del Señor” cada cristiano se amolda al modo de vida de Dios, a la manera como Él se amoldó al hombre en su vida humana.

De todo lo dicho se concluye que:

En el día sábado judío se compendia la dimensión cultual, social, al mismo tiempo que escatológica de toda la fe de Israel. Este día venía a ser el pilar – el centro – de toda la vida judaica. Posteriormente, de manera lenta pero segura y aprovechando todos los elementos válidos, esta tradición pasó a ser parte importante e insustituible del “domingo” = “día del Señor” de los cristianos.  El sábado se fundamentaba en un precepto de la Thorá = la Ley, el Día del Señor” en la persona de Cristo Resucitado. El cristiano celebra a Cristo vivo y presente entre ellos.

                  3.-    La síntesis cristiana

El lector atento que lea las diatribas de Cristo y Pablo por el día del “Sábado” a la luz de lo dicho, se dará cuenta que no impugnan la celebración del “Sábado en cuanto tal, sino que desean retornar al sentido original, en cuanto celebración de la auténtica libertad. Por consiguiente, una teología que oponga el “Día del Señor” = “Domingo” al “Sábado” judío no se sitúa en el camino correcto de una sana teología. Ambas realidades son correlativas la una a la otra, ambas se complementan y ambas se explican en profundidad: se da en ellas una profunda continuidad en la misma diversidad.

La espiritualización del Antiguo Testamento, que es una nota esencial del Nuevo, se presenta como una encarnación permanente de lo antiguo en lo nuevo. Tal encarnación, no debe considerársele como un alejamiento de la realidad social ni de la creación en cuanto tal, sino, por el contrario, como una nueva manera, mucho más profunda, de implicación en ellas, a la manera de una plenitud que la misma creación está exigiendo y debe dársele en la realidad cristiana.

El tema de la justa relación que debe existir entre el Antiguo y el Nuevo Testamento resulta, para el tema tratado, algo fundamental, como se puede también decir de todos los grandes problemas de la teología. La síntesis de los dos testamentos, que fue obra de elaboración de la Iglesia antigua, responde a la línea básica del esquema neotestamentario – solo se puede leer de manera inteligente el Nuevo Testamento, recurriendo a una inteligencia analítica del Antiguo – y solo, continuando este trabajo de síntesis, se le brinda al cristianismo su fuerza histórica; nota fundamental de la fe en Jesucristo. Si la Iglesia de hoy acepta poner de lado el Antiguo Testamento, en el caso que nos compete, también estaría rechazando la dimensión creadora y el ingrediente social y, por consiguiente, la liturgia se convierte en un entretenimiento anacrónico, sin vida, de practica de rituales sin sentido, aunque se quiera vender con toda la parafernalia progresista existente en nuestros días, que, a mi entender, dista mucho de ser auténtica liturgia. De esta manera el Antiguo Testamento se convierte en garantía de pureza en el estudio y vivencia del Nuevo.

El culto cristiano está fundamentado en la festividad gozosa de la libertad personal y comunitaria, en la que el ser humano imita a Dios, se hace “imagen de Dios”. Pero tal anticipo de la libertad se da porque la creación apunta a ella desde el comienzo.

II.-    Algunas sugerencias para aplicar (Pastoral)

Las siguientes notas solo quieren ser “sugerencias”, no pretendo dar “soluciones”. Lo que presento nace de una posterior reflexión sobre lo escrito en los dos últimos domingos.

1º.- Considero que una válida pastoral nace y se fundamenta en una profunda y completa reflexión teológica. De lo contrario, la pastoral estaría condenada al fracaso y, por consiguiente, a la pérdida de tiempo y recursos económicos. Digo esto porque, hoy en día, se da una especie de separación entre lo intelectual y lo práctico. Lo segundo es valorado sobre lo primero. Muchas veces es causa de risa y visto como una pérdida de tiempo frente a lo urgente.

2º.- Toda la vida pastoral de una parroquia, Diocesis o grupo apostólico debería girar en torno a la celebración plena, total e integra del domingo en cuanto que es el “Día del Señor”.

3º.- La sugerencia anterior llevaría a reformular la catequesis: ¿Qué clase, con qué método y qué finalidades tiene, hoy en día, la catequesis? ¿Qué celebran nuestras primeras comuniones? ¿Vamos a continuar con las “tandas de primeras comuniones en las fiestas patronales”? ¿Qué saben los niños primocomulgantes de Dios-Padre, de Cristo, de la Iglesia?

4º.- ¿Cómo se preparan las celebraciones eucarísticas dominicales? ¿En qué se diferencias de las celebraciones diarias de la eucaristía? ¿Son solemnes celebraciones en las cuales se celebra de verdad la “libertad de los hijos de Dios” o son actuaciones para “cumplir” con un precepto que nadie entiende? Nuestras homilías: ¿responden a la necesidad espiritual del pueblo creyente?

 

Valencia. Octubre 27; 2024

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