Papel de la Literatura en la formación
Constatamos cada día más que no es la lectura algo prioritario en las generaciones actuales
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
El tema de la formación está siempre en el horizonte del Papa Francisco. Una extensa carta dedicada al papel de la literatura y la poesía en el proceso de crecimiento personal. “Al inicio, dice el Papa, había pensado escribir un título que se refiriera a la formación sacerdotal, pero luego pensé que, de manera similar, estas cosas pueden decirse de la formación de todos los agentes de pastoral, así como de cualquier cristiano. Me refiero a la importancia que tiene la lectura de novelas y poemas en el camino de la maduración personal”.
Constatamos cada día más que no es la lectura algo prioritario en las generaciones actuales. En nuestra realidad venezolana es todavía más grave. Ya casi no existen los diarios impresos. Hay escasez de librerías y obtener un libro es raro verlo en cualquier hogar. Se piensa, sin más, que lo digital sustituye la letra impresa, y observamos, entre otras, un vocabulario rudimientario que no sobrepasa las doscientas palabras de una lengua como la nuestra que tiene miles de vocablos.
3”A diferencia de los medios audiovisuales, donde el contenido en sí es más completo, y el margen y el tiempo para “enriquecer” la narración o interpretarla suelen ser reducidos, en la lectura de un libro, el lector es mucho más activo. En cierta forma él reescribe la obra, la amplía con su imaginación, crea su mundo, utiliza sus habilidades, su memoria, sus sueños, su propia historia llena de dramatismo y simbolismo, y de este modo lo que resulta es una obra muy distinta de la que el autor pretendía escribir. Una obra literaria es, pues, un texto vivo y siempre fecundo, capaz de volver a hablar de muchas maneras y de producir una síntesis original en cada lector que encuentra”.
“Con este mensaje, -continúa el Pontifice-, quisiera proponer un cambio radical acerca de la atención que debe darse a la literatura en el contexto de la formación… Así pues, la literatura tiene que ver, de un modo u otro, con lo que cada uno de nosotros busca en la vida, ya que entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones esenciales, su deseos y significados”.
“Por otra parte, para un creyente que quiera sinceramente entrar en diálogo con la cultura de su tiempo, o simplemente con la vida de personas concretas, la literatura se hace indispensable. Con razón, el Concilio Vaticano II afirma que «la literatura y el arte […] se proponen expresar la naturaleza propia del hombre» y «presentar claramente las miserias y las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus capacidades». En efecto, la literatura se inspira en la cotidianidad de la vida, en sus pasiones y en sus propias experiencias, como «la acción, el trabajo, el amor, la muerte y todas las pequeñas grandes cosas que llenan la vida»”.
“¿Cómo podemos penetrar en el corazón de las culturas, las antiguas y las nuevas, si ignoramos, desechamos y/o silenciamos sus símbolos, mensajes, creaciones y narraciones con los que plasmaron y quisieron revelar y evocar sus más bellas hazañas y los ideales más bellos, así como también sus actos violentos, miedos y pasiones más profundos? ¿Cómo hablar al corazón de los hombres si ignoramos, relegamos o no valoramos “esas palabras” con las que quisieron manifestar y, por qué no, revelar el drama de su propio vivir y sentir a través de novelas y poemas?”
“Desde un punto de vista pragmático, muchos científicos sostienen que el hábito de la lectura produce efectos muy positivos en la vida de la persona; la ayuda a adquirir un vocabulario más amplio y, por consiguiente, a desarrollar diversos aspectos de su inteligencia. También estimula la imaginación y la creatividad. Al mismo tiempo, esto permite aprender a expresar los propios relatos de una manera más rica. Además, mejora la capacidad de concentración, reduce los niveles de deterioro cognitivo, calma el estrés y la ansiedad”.
“La literatura ayuda al lector a destruir los ídolos de los lenguajes autorreferenciales, falsamente autosuficientes, estáticamente convencionales, que a veces corren el riesgo de contaminar también el discurso eclesial, aprisionando la libertad de la Palabra. La palabra literaria pone en movimiento el lenguaje, lo libera y lo purifica; en definitiva, lo abre a las propias ulteriores posibilidades expresivas y explorativas, lo hace capaz de albergar la Palabra que se instala en la palabra humana, no cuando esa se autocomprende como saber ya completo, definitivo y acabado, sino cuando se convierte en vigilante escucha y espera de Aquel que viene para “hacer nuevas todas las cosas”.
He entresacado unos pocos párrafos de esta deliciosa disertación del Papa Francisco desde su experiencia como profesor y como maestro de vida. Desde la realidad venezolana observamos en las actuales generaciones una desconexión con la identidad que decimos tener como pueblo. Los nombres de nuestros mejores literatos, poetas, costumbristas, humoristas están fuera del escenario del pensamiento y nos convierte en extranjeros de nuestra propia cultura. Leer la reflexión completa sobre el tema, es un llamado a nuestros maestros, a los padres de familia, a los adultos para que no nos convirtamos en apátridas o en autómatas de una cultura que con pequeños tips quiere condensar la riqueza de las lenguas que forman nuestra personalidad y nos permiten soñar, tener esperanzas y construir el futuro que deseamos. Un buen libro es un buen compañero de camino. No perdamos la ocasión.-
7-11-24