Iglesia Venezolana

Arzobispo de Caracas: «Pido el respeto a los derechos humanos y ciudadanos en un marco democrático de libertad»

"El Jubileo nos invita a dar un paso: levantarnos de donde estamos, emprender un camino, pasar de la esclavitud a la libertad, de la desesperanza a la esperanza, de la muerte a la vida, cruzar de la mano de Dios el umbral de la esperanza"

¡INUNDEMOS A VENEZUELA DE ESPERANZA!

Homilía en la apertura del año santo 2025

6 de enero de 2025

 

Mons. Raúl Biord Castillo

 

Abrimos hoy el Jubileo de la Esperanza, hoy 6 de enero fiesta de la Epifanía, de la manifestación del Señor. Hemos venido en peregrinación desde la histórica Iglesia de San Francisco, donde le fue otorgado el título de Libertador a Simón Bolívar en 1813, y muchos de ustedes desde sus comunidades parroquiales. Todos hemos atravesado la Puerta de la Catedral como símbolo de la pascua: los monaguillos vestidos con color de futuro, los jóvenes con sueños de esperanza han traído en procesión una Cruz, signo de la fe cristiana, de la esperanza en la resurrección que vence la muerte y toda injusticia, de la reconciliación entre Dios y los hombres, y entre nosotros los hombres. El Jubileo nos invita a dar un paso: levantarnos de donde estamos, emprender un camino, pasar de la esclavitud a la libertad, de la desesperanza a la esperanza, de la muerte a la vida, cruzar de la mano de Dios el umbral de la esperanza.

Quiero citar las palabras del Papa Francisco. El año santo nos invita a que “no nos detengamos en la mediocridad y la flojera, nos pide, como dijo san Agustín, que nos indignemos por las cosas que están mal y que tengamos el valor de cambiarlas; nos pide que nos convirtamos en peregrinos en busca de la verdad, soñadores que no se cansan, mujeres y hombres que se dejan perturbar por el sueño de Dios, que es el sueño de un mundo nuevo, donde reinen la paz y la justicia”. “Nuestra tarea, como cristianos, es traducir la esperanza en las diferentes situaciones de la vida. Porque la esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente, no es el final feliz de una película: es la promesa del Señor de ser recibido y salvado aquí, ahora, en esta tierra que sufre y gime”. Además, “la esperanza no admite la falsa prudencia de los que no se comprometen por miedo y el cálculo de los que sólo piensan en sí mismos. La esperanza es incompatible con la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal y contra las injusticias perpetradas a costa de los más pobres. Por el contrario, la esperanza cristiana, si bien nos invita a esperar pacientemente el Reino que brota y crece, nos exige la audacia de anticipar esta promesa hoy, a través de nuestra responsabilidad” (Papa Francisco, Apertura de la Puerta Santa, 24-12-2025).

El profeta Isaías anuncia: el Señor «me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a curar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor» (Is 61,1-2). El Señor nos pide consolar a los afligidos, cambiar su tristeza en alegría y su abatimiento, en cánticos de esperanza. Jesús hace suyas estas palabras en Nazaret, y añade: “Hoy se cumplen estas palabras” (Lc 4,18-19). Este año jubilar es para nosotros el hoy de la salvación, el hoy de la esperanza, en el aquí y ahora que nos toca vivir. El Jubileo se abre para que se dé a todos la esperanza del Evangelio, del amor y del perdón.

Iniciamos este año en Venezuela en medio tensiones, miedos y desconfianzas. La situación económica sigue golpeando a millones de hermanos que sufren una gran pobreza: que nuestras comunidades encuentren espacios e iniciativas para compartir con los más pobres signos de la ternura de Dios y de la caridad cristiana.

El Año Santo nos exige pensar en los presos que, privados de la libertad, experimentan la dureza de la reclusión y las restricciones impuestas. Cito las palabras del Papa Francisco: “Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes”. (Papa Francisco, Spes non confundit, Nº 10, Bula de convocatoria del 06-05-2024). Renuevo En su visita a la cárcel de Roma, el Papa comentó: “Muchos de estos no son peces gordos, los peces gordos tienen la astucia de quedarse fuera y nosotros tenemos que acompañar a los presos”. La petición del Papa y de la Conferencia Episcopal Venezolana por la liberación de los presos y la total restitución de sus libertades.

El Papa Francisco nos pide a todos que logremos una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica, marcada por la debida amnistía y justicia que construya entendimiento y reconciliación, por la sonrisa de muchos niños y niñas, adolescentes y jóvenes, y por el compromiso en la superación de la pobreza que golpea con el hambre y la falta de oportunidades a millones de nuestros hogares (Papa Francisco, Spes non confundit, Nº 9, Bula de convocatoria del 06-05-2024).

Pido el respeto a los derechos humanos y ciudadanos en un marco democrático de libertad de pensamiento, de expresión y de acción social, y también el cese de toda forma de intimidación y de odio venga de donde venga.

Como Iglesia arquidiocesana de Caracas nos comprometemos a organizar mejor y potenciar la Caritas como una red voluntaria de servicio social, de formación y transformación. Es la mejor ofrenda que podemos aportar, como los Reyes Magos que ofrendaron oro, incienso y mirra al Niño Jesús.

Un recuerdo a todos nuestros migrantes, que están buscando en otras tierras una vida mejor para sus familias. Que encuentren seguridad, acceso al trabajo y a la educación de sus hijos. No se olviden que esta es su casa, y aquí los recordamos con cariño y los esperamos para seguir construyendo una Venezuela amplia.

Un saludo cariñoso a los jóvenes, que con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. Queridos jóvenes no pierdan la alegría y sus sueños para un mejor porvenir. ¡Ustedes estudiantes, jóvenes trabajadores, novios, jóvenes esposos, nuevas generaciones son la alegría y la esperanza de la Iglesia y de la sociedad! “Ustedes queridos jóvenes son esperanza”.

La esperanza cristiana es precisamente el algo más que nos pide movernos “sin demora” para llevar esperanza donde se ha perdido, donde la vida está herida en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que rompen el corazón; en el cansancio de los que ya no pueden con ello, en la amarga soledad de los que se sienten derrotados, en el sufrimiento que se hunde en el alma; en los largos y vacíos días de los encarcelados, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevando y sembrando esperanza allí”. El Nazareno de San Pablo será el primer “misionero de la esperanza”, y saldrá a visitar los 11 arciprestazgos de la arquidiócesis, pues este año se están cumpliendo 350 años de la consagración de esta imagen tan querida por los caraqueños.

La esperanza cristiana no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor de Dios. El Jubileo es para todos nosotros ocasión de reavivar la esperanza. Tenemos la certeza que Dios nunca nos abandona, sino que viene a habitar las tinieblas e iluminarlas con la luz de la esperanza y mantiene encendida una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida. La misión es ser peregrinos de la luz, pues “frente a la violencia y el mal, la esperanza tiene siempre la última palabra”.

El Papa Francisco nos ha propuesto el ancla como símbolo del Año Santo. Cuando los pescadores se aproximan a la orilla, se lanza el ancla y aferrados a ella la cuerda nos sostiene y acerca. Al fijar el ancla, nosotros estamos seguros, sin importar el vaivén de las olas. A veces la cuerda te daña las manos, pero siempre hay algo que te lleva ir hacia adelante. El ancla fijada, la mano en la cuerda y las puertas abiertas son el símbolo del jubileo. Que la apertura de este Año Jubilar sea, para todos, una invitación a mirar el futuro con esperanza y a comprometernos en construirla con gestos concretos.

Que seamos capaces de dar una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, una caridad, un paso adelante. ¡Inundemos a Venezuela de esperanza!.-

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