San José Gregorio, artista
En toda su vida José Gregorio demostró que el arte nos acerca a Dios de muchas formas

Fco. Javier Duplá sj. :
Son muchas las facetas que se conocen y se comentan de este gran santo, pero tal vez algunas sean menos conocidas, como la de que fue un gran artista. Presento algunos aspectos de sus dotes como artista.
- Músico
Viviendo en el colegio Villegas como estudiante de bachillerato, uno de los profesores, Juan Bautista Calcaño, advierte en el muchacho buenas dotes musicales cuando le oye cantar. Le propone enseñarle música y José Gregorio acepta de buena gana. Comienza a reconocer el pentagrama, a solfear y tocar acordes en el piano.
– Bien, José Gregorio, usted llegará a tocar bastante bien. Advierto que pone empeño en no equivocarse en la nota, y eso está bien. Cuando tenga más seguridad, aprenderá también los ritmos de las canciones, que ahora todavía no capta.
José Gregorio aprendió de joven a tocar muy bien el piano y también el violín. Una anécdota lo revela:
“Cierto día del año 1915 caminaba por La Pastora entre las esquinas Desbarrancado y San Andrés el Maestro Don Pedro Elías Gutiérrez y al pasar por la casa número tres oyó que en ella interpretaban en piano una pieza suya, “El Alma Llanera”. El portón grande de la casa estaba abierto, así que entró al zaguán y esperó que aquella persona que desconocía terminara de tocar.
Finalizada la pieza llamó a la puerta y le abrió José Gregorio. Entonces Don Pedro Elías le dijo: – Buenas tardes, señor, quisiera saber quién estaba tocando el piano, porque lo ha realizado muy bien.
A lo que José Gregorio respondió: – Eso no es importante; lo importante es la obra musical del gran compositor Don Pedro Elías Gutiérrez, y por eso se oía tan bella.
A lo cual el Maestro respondió: – Deje que yo juzgue al compositor… pero lo que yo quiero saber es quién era la persona que estaba tocando el piano. Porque yo soy Don Pedro Elías Gutiérrez.
Así fue como se conocieron estos dos grandes venezolanos,”
Encuentro de dos grandes venezolanos (Alfredo Gómez Bolívar / Milagro Sotelo de Gómez, El doctor Hernández es nuestro, p. 105)
De los 150 salmos, que José Gregorio sin duda conocía y rezaba, 53 de ellos (9, 30, 33, 47, 57, 63, 65, 66, 67, 68, 69, 71, 72, 73, 75, 81, 87, 89, 92, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 103, 104, 105, 106, 108, 111, 112, 113, 116, 117, 118, 119, 122, 126, 130, 134, 135, 136, 138, 142, 144, 145, 146, 147, 148, 149 y 150) invitan al agradecimiento y a la alabanza de Yahveh tocando instrumentos: la cítara, el arpa de diez cuerdas, batiendo palmas y entonando cantos, clarines, trompetas, panderos, cantarán mientras danzan. Son salmos que invitan a mover cuerpo y alma, a extasiarse ante el amor inextinguible del Señor por los seres humanos.
- Bailarín
Sabía bailar muy bien:
“Las niñas de aquí son muy simpáticas y agradables, bailan muy bien, si me sigo por la única con que he bailado una noche aquí en casa con piano; me aseguran que hay otra que baila muchísimo mejor que la niña con que bailé. Me he hecho muy amigo de esa afamada pareja y me ha prometido que en el primer baile que me encuentre con ella tendré la segunda pieza; se llama María Reimi y es prima de la novia de Eduardo Dagnino”. (Carta a Santos A. Domínici desde Valera, 22 de octubre de 1888).
José Gregorio está cumpliendo 24 años esos días. Tal vez la fiesta en la que baila con María Reimi es para agasajar a este joven médico, tan profesional y apuesto, sobre el que muchas muchachas de Valera de la alta sociedad han puesto los ojos. José Gregorio es amable y simpático, hasta galante, pero nada más. Piensa que es muy pronto para establecer relaciones estables, sobre todo en una sociedad que no conoce.
La sorpresa fue realmente agradable. Era un baile en su honor que duró toda la noche. Las muchachas de Valera se turnaban para ver cuál lograba interesarlo con sus encantos, especialmente María Reimi, la reina de la fiesta, que se había hecho algunas ilusiones desde que José Gregorio bailó con ella un par de meses antes.
- Escritor
Expresaba muy bien por escrito sus vivencias religiosas. Al Padre Colmenares, párroco de La Pastora, le ayudaba escribiéndole los sermones de la Semana Santa.
Por la noche de ese mismo día en que se lo pidió, el P. Colmenares encontró en su oficina siete páginas escritas a mano sobre el Domingo de Ramos. Tanto gustó su sermón que le pidieron repetirlo en varias iglesias. En días sucesivos le irá entregando el sermón del Nazareno, de la Eucaristía, de las Siete Palabras y de la Resurrección. El P. Colmenares está asombrado del conocimiento y de la piedad de ese hombre, que domina los evangelios y es capaz de presentar a Jesucristo como Hijo del Padre, luz del Espíritu, guía y pastor, cercano y amoroso, comprensivo y perdonador.
Defendió por escrito a Santa Teresa de Jesús, a la que llamaba histérica el doctor Guillermo Morales, que fue profesor de José Gregorio. José Gregorio atribuye a la santa el gran aumento de devoción en la Iglesia por san José. Ella fue quien propagó la significación y el valor de san José. Y luego pasa a decir que en la santa no había el menor rasgo de histerismo, pero sí estuvo aquejada de una enfermedad que ella describe con los sufrimientos que tuvo durante largo tiempo.
Como escritor intelectual y médico publicó dos libros: Lecciones de Bacteriología en 1906, que luego sirvió de texto a los alumnos en esa materia durante 40 años; y Elementos de Filosofía en 1912. Dice en el prólogo: “Ningún hombre puede vivir sin filosofía. (…) Es necesario poseer una formación filosófica, como condición previa al estudio de cualquier materia científica, de manera de ir amoldando todo conocimiento científico a aquella estructura filosófica, sin la cual no deberá administrarse ninguno de aquellos conocimientos, sino condicionalmente”.
Escribió muchas cartas a su hermano César, a su amigo Santos A. Dominici y otras muchas personas. En ellas se muestra espontáneo, cordial, imaginativo, crítico. El Dr. Fermín Vélez Boza recogió 66 cartas en una obra titulada José Gregorio Hernández. Obras completas, publicado por la Universidad Central de Venezuela en 1968.
También escribió cinco artículos imaginativos, que fueron publicados en El Cojo Ilustrado. Por ejemplo, Visión de Arte, en junio de 1912. En esa visión describe muy bien las emociones que despierta en nosotros la música, que es la creación artística que más nos eleva y nos acerca a Dios. Pero la poesía la trata demasiado rápido, casi como al pasar, y creo que tiene casi tanta trascendencia como la música. Su visión concluye con la admiración ante las torres de una catedral gótica, que para José Gregorio es la cumbre del arte arquitectónico.
Conclusión: En toda su vida José Gregorio demostró que el arte nos acerca a Dios de muchas formas, sobre todo porque nos hace también creadores, participantes de ese don divino que pone en la existencia lo nuevo, lo inédito, lo divino.-